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Biotecnología

Identifican estados de inconsciencia mediante encefalogramas

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Los patrones de las ondas cerebrales muestran una clara transición hacia un estado parecido al coma en pacientes bajo los efectos de anestesia general.

  • por Susan Young | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 15 Marzo, 2013

Investigadores han identificado patrones de actividad cerebral correlacionados con la pérdida y recuperación de la consciencia cuando un paciente se somete a una anestesia general. Sus hallazgos, que aparecieron el lunes de la semana pasada en los Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias en línea, podrían servir para que los anestesistas controlaran mejor el estado de consciencia en sus pacientes.

"A pesar de que el objetivo principal de la anestesia es lograr que los pacientes queden temporalmente inconscientes y sean incapaces de recordar, durante el proceso no se hace un seguimiento directo del cerebro", explica Robert Thiele, anestesista de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia (EE.UU.), que no ha participado en el estudio. Lo que se observa para medir la profundidad de la anestesia son indicadores indirectos como la tensión arterial, el pulso y los movimientos reflejos, afirma. "Hay una gran necesidad de sistemas para vigilar la anestesia en mayor profundidad ", sostiene Thiele.

Algunos hospitales e investigadores hacen un seguimiento mediante un electroencefalograma (EEG), que mide la actividad eléctrica en el córtex cerebral a través de electrodos colocados en el cuero cabelludo. Pero estos datos se suelen simplificar en forma de una única cifra o índice para valorar el nivel de consciencia de un paciente. "El auténtico problema de los índices es que dan por supuesto que la gente está inconsciente cuando marcan una cifra dada, que se aplica a todo el mundo por igual, con todas las medicinas posibles, y eso no puede ser, afirma Emery Brown, anestesista del Hospital General de Massachusetts (EE.UU.) y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT en sus siglas en inglés), y autor senior del estudio. "La gente responde a la medicación de distintas formas y cada medicamento produce unas reacciones distintas ", explica.

Así que Brown y Patrick Purdon, neurocientífico del Hospital General de Massachusetts y el MIT, y sus compañeros, se dispusieron a caracterizar ritmos de EEG específicos asociados con la falta de consciencia inducida por la anestesia. El equipo registró patrones de EEG en 10 voluntarios sanos al tiempo que les suministraban dosis cada vez mayores y después cada vez menores de un anestésico de uso generalizado llamado propofol. Los participantes escuchaban pistas verbales como su nombre o clicks audibles y tenían instrucciones de apretar un botón en respuesta a las mismas, algo que los investigadores usaron como señal de pérdida o recuperación de la consciencia según el caso.

El equipo descubrió patrones únicos en las ondas cerebrales de los voluntarios al perder y después recuperar la consciencia. Cambios en la relación entre ondas cerebrales de distintas frecuencias servía para predecir la transición hacia o fuera de la consciencia. El equipo también identificó un patrón en las ondas cerebrales de los participantes asociado con el estado más profundo de inconsciencia en pacientes a los que se había administrado propofol, según los autores del estudio.

La auténtica maravilla del estudio es la promesa de poder diferenciar entre el sueño normal inducido por un medicamento y el inducido por lesiones, afirma Dietrich Gravenstein, anestesista de la Facultad de Medicina de la Universidad de Florida (EE.UU.) Esto podría ayudar a los investigadores a comprender mejor los distintos estados cerebrales y también podría resultar útil en el quirófano.

Los anestesistas intentan ajustar la cantidad de medicación administrada al paciente basándose en las necesidades del momento, explica Gravenstein. Justo antes de la operación se administra un poco de anestesia para que el paciente esté somnoliento y cómodo, pero "en cuanto comienza la cirugía, aumenta drásticamente la cantidad necesaria", afirma Gravenstein. "El problema es que no teníamos forma de saber si estaban cómodos y durmiendo de forma natural con un poco de medicación, o básicamente inconscientes por la medicación. No queremos que se despierten en cuanto el bisturí toca la piel", sostiene. Una firma de EEG clara para cada estado podría servir de guía a los anestesistas, aunque el análisis se tendría que levar a cabo de forma muy rápida para que resultara práctico durante las intervenciones, según Gravenstein.

Los investigadores esperan que sus hallazgos se puedan usar en entornos clínicos y están entrenado a anestesistas en el uso de la técnica. Pero la mayoría de los quirófanos y procedimientos anestésicos no están configurados para admitir este montaje, afirma Christoph Seubert, jefe de neuroanestesia en la Facultad de Medicina de la Universidad de Florida, que señala que el estudio ha utilizado 64 electrodos para hacer el EEG. "El seguimiento actual de la anestesia conlleva la colocación de uno o dos canales de EEG colocados sobre el cerebro frontal, no porque esa zona sea la más importante en lo que respecta a la consciencia, sino porque es un sitio fácil para pegarlos en la cabeza", sostiene Seubert. Descubrir cuál es la cantidad mínima de datos EEG necesarios para obtener información sobre las transiciones será un paso necesario hacia la conversión de estas firmas en algo práctico en la clínica, afirma.

Más allá de ayudar a los pacientes, este tipo de descubrimiento podría servir para revelar importante procesos cerebrales según Brown, que considera su especialidad médica como una herramienta para estudiar aspectos fundamentales de la consciencia. "Si podemos hacer afirmaciones muy limpias sobre cómo opera el medicamento "x" en estos circuitos para producir estos efectos, entonces podremos dar información sólida a la gente que quiere resolver el problema de cómo se genera la consciencia".

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