Un compuesto derivado de una toxina de veneno de escorpión podría ayudar a los neurocirujanos a diferenciar entre tejido sano y canceroso en el cerebro.
Hace varios años, Jim Olson, neurooncólogo pediátrico del Hospital Infantil de Seattle (Estados Unidos), estaba revisando con sus colegas el caso de una joven de 17 años de edad que acababa de pasar por una cirugía cerebral para extirparle un tumor. Una resonancia magnética reveló un tumor del tamaño de un pulgar, y que no había sido extirpado. En el quirófano, el tejido tumoral tenía el aspecto de tejido cerebral sano. Durante la reunión de evaluación, el director de neurocirugía del hospital se volvió a Olson y le dijo: "Jim, tienes que encontrar una forma de iluminar estas células".
De ese modo, Olson y un residente de neurocirugía comenzaron a buscar una manera de resaltar las células cancerosas en la sala de operaciones. Finalmente, se toparon con un informe de una toxina de escorpión que se une a los tumores cerebrales pero no a las células sanas. Al vincular una versión sintética de esta proteína a una molécula que brilla en el infrarrojo cercano, los investigadores creen que pueden haber encontrado lo que ellos llaman 'pintura de tumores'.
En su primera prueba, el equipo inyectó el compuesto en la vena de la cola de un ratón cuyo cuerpo albergaba un tumor humano trasplantado. "Entre 15 y 20 minutos después, el tumor empezó a brillar, y se diferenció del resto del ratón", señala Olson.
Una empresa de Seattle llamada Blaze Bioscience ha conseguido una licencia de la tecnología del Fred Hutchinson Cancer Center. Olson asegura que los ensayos en humanos comenzarán a finales de 2013.
La toxina de escorpión es especial no solo porque se une a las células tumorales, sino porque puede cruzar la barrera sangre-cerebro, un tipo de fortificación celular y molecular que recubre los vasos sanguíneos en el cerebro e impide que la mayoría de los compuestos logren entrar.
"Por lo general, los péptidos no se meten en el cerebro a menos que se unan a algo específico que los lleve dentro", explica Harald Sontheimer, neurobiólogo de la Universidad de Alabama en Birmingham, que identificó por primera vez el potencial neurológico de la proteína de escorpión.
Aunque está derivada de veneno, la toxina parece ser segura. Una empresa de biotecnología iniciada por Sontheimer mostró en los primeros ensayos clínicos que una versión de la toxina de escorpión marcada con yodo radiactivo resultaba segura en pacientes. Sin embargo, la empresa cerró antes de comenzar la fase final de pruebas del compuesto etiquetado con yodo, que ahora es propiedad de la compañía farmacéutica japonesa Eisai.
La pintura de tumor desarrollada por Olson también podría iluminar el cáncer fuera del cerebro. Los estudios en animales sugieren que además podría delimitar la próstata, el colon, la mama y otros tumores. El potencial que tiene el compuesto para salvar el tejido cerebral sano y mejorar la vida de los pacientes se cuenta en un cortometraje titulado Bringing Light, que compite en el Festival de Cine de Sundance.