¿Son los nuevos modelos de asociación y financiación entre las grandes farmacéuticas, las empresas biotecnológicas y el mundo académico la cura para la industria?
La industria de creación de nuevos medicamentos pasa por malos momentos. Los medicamentos candidatos no se mueven lo suficientemente rápido por los canales de la industria farmacéutica. Mientras, los emprendedores tienen grandes dificultades para conseguir la financiación que necesitan para poner en marcha sus nuevas ideas. Esta situación está dando lugar a nuevas alianzas y asociaciones entre investigadores académicos, el capital riesgo y las grandes empresas farmacéuticas. Pero lo que se preguntaban los 15.000 asistentes a la Conferencia BIO International celebrada en Boston (EE.UU.) la semana pasada es si estos nuevos modelos resolverán el problema.
Las dificultades son conocidas: los inversores de capital riesgo están limitando su inversión en biotecnología, para empezar porque es difícil que las empresas incipientes del sector biológico puedan salir a bolsa. Y en segundo lugar porque a pesar de que las grandes farmacéuticas estén desesperadas por conseguir ideas innovadoras y dependan en gran medida de pequeñas empresas de biotecnología para conseguir nuevos candidatos a medicamentos, no quieren hacerse cargo de proyectos arriesgados que estén en sus primeras fases. Las nuevas alianzas, algunas de las cuales implican colaboraciones directas entre empresas farmacéuticas y académicos, son una respuesta para lo que un ponente denominó esta “crisis”.
“Nos necesitamos los unos a los otros”, afirmó James Sabry, vicepresidente de asociaciones en Genetech, en una sesión que tuvo lugar el lunes pasado sobre la financiación de nuevos candidatos a medicamentos. “Todas las empresas farmacéuticas necesitan a la biotecnología para acceder a la innovación que se encuentra en las universidades o en las primeras fases de una empresa biotecnológica y, a su vez, la biotecnología necesita a las farmacéuticas por las grandes cantidades de capital necesarias para desarrollar un compuesto”.
Pero no se prevé que la sequía de financiación se acabe pronto. El número de empresas de biotecnología que reciben capital riesgo por primera vez ha caído hasta las cifras más bajas desde la década de 1990, según la Asociación Nacional de Capital Riesgo. Una encuesta llevada a cabo por este grupo también ha puesto al descubierto que la inversión de capital riesgo en start-ups biotecnológicas y aparatos médicos en Estados Unidos seguirá cayendo.
En la última década nuevas tecnologías y conceptos han supuesto una revolución en las ciencias biológicas, pero “las farmacéuticas están teniendo problemas para recoger esa innovación y traducirla en nuevos métodos terapéuticos”, afirmó Anthony Coyle de la farmacéutica Pfizer en una sesión celebrada el miércoles pasado en torno a la colaboración en las primeras fases.
Coyle dirige el programa Centros para la Innovación Terapéutica (CTI, por sus siglas en inglés) en Pfizer, que ha establecido colaboraciones con laboratorios de cuatro centros académicos en California, Nueva York y Massachusetts (EE.UU.). Su objetivo es servir de guía para ideas que estén en sus primeras fases y acabar convirtiéndolas en medicamentos candidatos. Coyle explicó que otros esfuerzos de colaboración anteriores “obtuvieron resultados variados” y no crearon valor a largo plazo ni para las farmacéuticas, ni para las instituciones educativas. Sin embargo, los esfuerzos llevados a cabo por los CTI en sus dos años de existencia siguen un enfoque distinto. Los derechos sobre la propiedad intelectual y los medicamentos candidatos se comparten a partes iguales entre las universidades y Pfizer. “Solo si tenemos éxito ejercemos nuestra opción a desarrollar esos medicamentos”, afirmó.
“Para quienes se pasan toda su carrera profesional curando la diabetes y el cáncer en ratones, este programa permite ver su idea traducida de la innovación a la clínica”, sostuvo Coyle.
También se están estudiando otros modelos de colaboración. Hace poco Janssen Research and Development, una empresa subsidiaria de Johnson & Johnson, se asoció con Polaris, el grupo de capital riesgo de la zona de Boston en busca de empresas de biotecnología en sus primeras fases de desarrollo.
“Nos preocupa el estado de salud de la reserva de productos y empresas disponibles que nos ayudarán a crecer y a curar a nuestros pacientes”, afirmó Michael Elliott, emprendedor residente en Janssen Pharmaceuticals. “Siempre existe presión por llenar los canales”. Pero encontrar nuevas dianas farmacológicas resulta difícil y, dada la endeble naturaleza de la industria de la biotecnología, “nos preocupa que esos valores puedan estar ahí en el futuro”, explicó Elliott.
Otras empresas farmacéuticas, entre ellas Merck y Sanofi, también se han asociado con inversores de capital riesgo para lograr un mejor acceso a investigaciones en sus primeras fases. Quizá pasen años antes de que los resultados de estos experimentos de asociación se conozcan, pero dados los problemas que tienen las farmacéuticas con la innovación, ¿acabarán las grandes empresas por aplastar el espíritu emprendedor que buscan?
Sean McCarthy, director general de CytomX, una start-up que desarrolla terapias basadas en anticuerpos está de acuerdo en que es uno de los peligros potenciales de estas asociaciones. “Existe el riesgo de que, al entrar las farmacéuticas en la ecuación, tengan el potencial de cortar de raíz la innovación que necesitan”, afirma.