Tecnología y Sociedad
El fundador de Oculus habla sobre la apuesta de EE UU por la realidad mixta en el campo de batalla
El proyecto norteamericano de gafas militares está cuestionado, pero Palmer Luckey cree que los cascos dotados con IA y realidad aumentada serán clave en los ejércitos del futuro
En cierto modo, Palmer Luckey ha cerrado el círculo.
Su primera experiencia con cascos de realidad virtual (RV) fue de adolescente, en el laboratorio de un centro de investigación de defensa en el sur de California, estudiando su potencial para frenar los síntomas del síndrome de estrés postraumático en veteranos de guerra. Después construyó Oculus, la vendió a Facebook por 2.000 millones de dólares (1.850 millones de euros), abandonó Facebook tras un sonado despido y fundó Anduril, que se centra en drones, misiles de crucero y otras tecnologías mejoradas con IA y destinadas al Departamento de Defensa de Estados Unidos. La empresa está valorada en 14.000 millones de dólares (12.900 millones de euros).
Ahora Luckey vuelve a poner sus energías en a los cascos de RV para el ejército. En septiembre, Anduril anunció que se asociaría con Microsoft en el llamado Sistema Integrado de Aumento Visual del ejército estadounidense (IVAS, por sus siglas en inglés), posiblemente la mayor apuesta militar para desarrollar unos cascos de RV para su uso en el campo de batalla. Luckey afirma que el proyecto IVAS es su principal prioridad en Anduril.
"Dentro de muy poco tiempo, todos los soldados llevarán una pantalla en la cabeza", declaró a MIT Technology Review en una entrevista la semana pasada sobre su trabajo con las gafas IVAS. "El dispositivo que estamos construyendo va a ser parte importante de eso".
Aunque no puedan negar la experiencia de Luckey en el ámbito de la realidad mixta, pocos observadores comparten su optimismo respecto al programa IVAS. Lo ven, hasta ahora, como una sucesión de fracasos.
IVAS se aprobó por primera vez en 2018 como una apuesta para construir auriculares de realidad mixta de última generación para soldados. En marzo de 2021, Microsoft recibió casi 22.000 millones de dólares en 10 años para liderar el proyecto (unos 20.340 millones de euros), pero rápidamente se empantanó en retrasos. Apenas un año después, una auditoría del Pentágono criticó el programa por no probar adecuadamente las gafas, diciendo que las malas decisiones “podrían resultar en el desperdicio de hasta 21.880 millones de dólares (más de 20.100 millones de euros) de dinero público para poner en marcha un sistema que los soldados quizá no usen (o al menos no como se pretende)”. Las dos primeras variantes de las gafas, de las que el ejército compró 10.000 unidades, provocaron náuseas, dolor de cuello y fatiga visual a los soldados, según documentos internos obtenidos por Bloomberg.
Estos informes han dejado a IVAS en una situación delicada frente a los miembros de la comisión de defensa del Senado de EE UU, quienes influirán a la hora de determinar cuánto dinero debe gastarse en el programa. En una reunión celebrada en mayo, el senador Tom Cotton, republicano de Arkansas y miembro de mayor rango la comisión, expresó su frustración por la lentitud y los elevados costes de IVAS, y en julio el órgano parlamentario sugirió un recorte de 200 millones de dólares en el programa.
Mientras tanto, Microsoft lleva años recortando las inversiones en su casco HoloLens, el hardware en el que se basa el programa IVAS, por su falta de adopción. En junio, Microsoft anunció despidos en sus equipos de HoloLens; algo que sugiere que el proyecto se centra ahora exclusivamente en servir al Departamento de Defensa. La compañía recibió un duro golpe en agosto, cuando los informes revelaron que el Ejército está considerando volver a licitar el contrato para echar a Microsoft por completo.
Esta es la catástrofe en la que se ha metido Luckey. La contribución de Anduril al proyecto será Lattice, un sistema basado en IA que conecta desde drones hasta inhibidores de radar para vigilar, detectar objetos y ayudar en la toma de decisiones. Lattice se está convirtiendo cada vez más en la oferta estrella de Anduril. Es una herramienta que permite a los soldados recibir información instantánea no sólo del hardware de Anduril, sino también de radares, vehículos, sensores y otros equipos no fabricados por Anduril. Ahora se incorporará a las gafas IVAS. “No se trata de una mente colmena, pero sí de un ojo colmena”, explicó Luckey.
Luckey sostiene un dron Anvil en la sede de Anduril en Costa Mesa, se integra con el sistema operativo Lattice y puede navegar de forma autónoma para interceptar drones hostiles. / PHILIP CHEUNG
Impulsado por Lattice, el programa IVAS pretende producir unos cascos de RV que puedan ayudar a los soldados a “identificar rápidamente posibles amenazas y tomar decisiones” en el campo de batalla, según el Ejército. Si se diseña bien, el dispositivo clasificará automáticamente innumerables piezas de información -ubicaciones de drones, vehículos, inteligencia- y señalará las más importantes al usuario en tiempo real.
Luckey defiende que los baches del programa IVAS son exactamente lo que cabe esperar cuando se desarrolla realidad mixta para defensa. "Ninguno de estos problemas es insalvable", afirma. "Sólo es cuestión de si va a ser este año o dentro de unos años". Añade que retrasar un producto es mucho mejor que lanzar un producto inferior, citando a Shigeru Miyamoto, director de juegos de Nintendo: "Un juego retrasado sólo se retrasa una vez, pero un juego malo es malo para siempre".
Cada vez está más convencido de que los militares, y no los consumidores, serán el campo de pruebas más importante para el hardware de realidad mixta: "Veremos un casco de realidad aumentada en cada soldado mucho antes de que lo veamos en cada civil", afirma. En el mundo del consumo, cualquier empresa de dispositivos compite con la omnipresencia y facilidad del smartphone, pero él ve compensaciones totalmente diferentes en defensa.
"Las ventajas son muy distintas cuando hablamos de situaciones de vida o muerte. No tienes que preocuparte por cosas como «oh, esto tiene un aspecto un poco tonto» o, ya sabes, «esto es un poco más pesado de lo que me gustaría»", dice. “Porque las alternativas de morir o fracasar en la misión son mucho menos deseables”.
Los responsables del programa IVAS se mantienen firmes en la expectativa de que proporcionará enormes beneficios para los que están en el campo de batalla. "Si funciona", dijo James Rainey, comandante general del Mando de Futuros del Ejército, a la Comisión de Defensa en mayo, "mejorará diez veces nuestras formaciones más importantes". La frase empezaba con un enorme "si" condicional que, además, depende actualmente de la capacidad de Microsoft para cumplir. Luckey no concretó nada cuando le pregunté si Anduril se estaba posicionando para convertirse en el contratista principal de IVAS si surgía la oportunidad.
Si eso ocurre, las tropas estadounidenses podrían convertirse, voluntariamente o no, en los sujetos de prueba más importantes para la tecnología de realidad aumentada y virtual que se desarrolle en las próximas décadas. El sector comercial no cuenta con miles de personas en una sola institución que puedan probar el hardware en situaciones física y mentalmente exigentes y aportar sus comentarios sobre cómo mejorarlo.
Esta es una de las razones por las que vender al sector de defensa es muy diferente de vender a los consumidores, afirma Luckey: "En realidad, no tienes que convencer a cada soldado de que quiere utilizarlo personalmente. Tienes que convencer a sus responsables, a su oficial al mando y a las personas que están a su cargo de que es algo que merece la pena llevar". Las iteraciones que eventualmente surjan de IVAS -si mantiene su financiación- podrían señalar lo que está por venir para el mercado comercial.
Cuando le pregunté a Luckey si había lecciones de Oculus que tuvo que desaprender al trabajar con el Departamento de Defensa, dijo que hay una: preocuparse por los presupuestos. "Durante años me he enorgullecido de ser el tipo que ha descubierto cómo hacer que la realidad virtual sea accesible para las masas intentando reducir los costes en cada parte del diseño. Eso no es lo que quiere el Departamento de Defensa", afirma. "No quieren el casco más barato. Quieren ahorrar dinero, pero, por lo general, les merece la pena gastar unos cientos de dólares más en unos auriculares más duraderos o con mejor visión -y que, por lo tanto, te permitan completar una misión más rápidamente".
Le pregunté si está impresionado por el progreso que se ha hecho durante su paréntesis de ocho años de realidad mixta. Desde que dejó Facebook en 2017, Apple, Magic Leap, Meta, Snap y una cascada de startups se han apresurado a llevar la tecnología de los márgenes a la corriente principal. Todo en la realidad mixta se trata de compensaciones, dice. ¿Quieres más potencia de cálculo o unos auriculares más ligeros y cómodos?
Si hubiera tenido más tiempo en Meta, "habría hecho otras concesiones que creo que habrían llevado a una mayor adopción", afirma. "Pero claro, eso ahora lo piensa cualquiera". Aunque está impresionado con los logros, también cree que "habiendo estado dentro, las cosas podrían haber ido más rápido".
Años después de marcharse, Luckey sigue notablemente molesto por una decisión concreta en la que cree que Meta se equivocó: no hacer extraíble la batería. No es de extrañar que alguien que pasó sus años de formación viviendo en una caravana en la entrada de casa de sus padres, escribiendo en foros oscuros y obsesionado con prototipos de gafas, se detenga en detalles técnicos. Pontificó sobre las ventajas de colocar las pesadas baterías y los chips en discos extraíbles que el usuario puede llevar en el bolsillo, en lugar de en los propios cascos para que sean más ligeros y cómodos. Dice que estaba presionando a Facebook para que siguiera ese camino antes de que le destituyeran, pero que cuando se fue, se abandonó la idea. Apple optó por una batería externa para su Vision Pro, algo que Luckey alabó.
"Todavía me duele ocho años después", me dijo.
Hablando de dolor, la herida profesional más pública de Luckey, su expulsión de Facebook en 2017, se curó parcialmente el mes pasado. La historia -que implica innumerables hilos de Twitter, doxxing, retractaciones y correcciones de artículos de noticias, declaraciones suprimidas y un segmento significativo de un libro titulado de The History of the future (Blake Harris, 2020) es difícil de resumir. Pero aquí está la versión corta: Una donación de Luckey a un grupo pro-Trump llamado Nimble America a finales de 2016 generó polémica dentro de Facebook después de que se hiciera eco de la misma el Daily Beast. Ese revuelo creció, especialmente después de que Ars Technica escribiera que su donación estaba financiando memes racistas (los fundadores de Nimble America estaban involucrados en el subreddit r/TheDonald, aunque la organización en sí se centraba en crear vallas publicitarias pro-Trump). Luckey se fue en marzo de 2017, pero Meta nunca ha revelado por qué.
Este abril, el antiguo CTO de Oculus, John Carmack, publicó en X que se arrepentía de no haber apoyado más a Luckey. El CTO de Meta, Andrew Bosworth, discutió con Carmack, poniéndose en gran medida del lado de Meta. En respuesta, Luckey dijo: "Le dijiste públicamente a todo el mundo que mi marcha no tenía nada que ver con la política, lo cual es absolutamente demencial y queda desmentido de forma evidente por muchos tomos de comunicaciones internas". Ambos discutieron. En la discusión en la red social X, Bosworth advirtió que hay “límites a lo que se puede decir aquí", a lo que Luckey respondió: "Estoy dispuesto a contarlo todo. Podemos hacerlo todo público y dejar que la gente juzgue por sí misma. Sólo hay que decirlo".
Seis meses después, Bosworth se disculpó con Luckey por los comentarios. Luckey respondió, escribiendo que, aunque él es “infamemente bueno” guardando rencores, ni Bosworth ni los actuales dirigentes de Meta estuvieron implicados en el incidente.
A estas alturas, Luckey lleva años reflexionando sobre hasta qué punto la rabia que le queda es irracional o está fuera de lugar, pero una cosa está clara. Le queda algo de rencor, pero es contra la gente entre bastidores -agentes de relaciones públicas, abogados, periodistas- que, desde su punto de vista, crearon una situación que le obligó a aceptar y reaccionar ante un relato que le parecía totalmente defectuoso. Está enfadado por las medidas que tomó Facebook para impedirle comunicar su versión (Luckey ha explicado que, en su momento, escribió un comunicado con su versión, pero que Facebook le amenazó con una mayor escalada si la publicaba).
“¿Por qué estoy enfadado? ¿Estoy enfadado porque mi vida haya ido en esa dirección? Por supuesto”, afirma.
"Tengo mucha más rabia por la gente que mintió de una forma que arruinó toda mi vida y que vio cómo me arrancaban de cuajo la empresa que había construido durante toda mi vida adulta", afirma. “Me queda mucha rabia, pero no es contra Meta, la entidad corporativa. No es contra Zuck. Ni con Boz. Esas no son las personas que me hicieron daño”.
Mientras varias comisiones del Senado y la Cámara de Representantes de EE UU deliberan sobre cuántos millones gastar cada año en IVAS, lo que no se cuestiona es que el Pentágono invierta de cara a un posible conflicto en el Pacífico entre China y Taiwán. El Pentágono solicitó casi 10.000 millones de dólares para la Iniciativa de Disuasión en el Pacífico en su último presupuesto. La perspectiva de un conflicto de este tipo es algo que Luckey considera a menudo.
Dijo a los autores de Unit X: How the Pentagon and Silicon Valley Are Transforming the Future of War ( Unidad X: Cómo el Pentágono y Silicon Valley están transformando el futuro de la guerra ) que “toda la hoja de ruta interna” de Anduril se ha organizado en torno a la pregunta “¿Cómo disuadir a China? No sólo en Taiwán, sino en Taiwán y más allá”.
En este momento, nada del IVAS está orientado específicamente a su uso en el Pacífico Sur, Ucrania o cualquier otro lugar. El diseño se encuentra en sus primeras fases. Según las transcripciones de una reunión del Subcomité de Servicios Armados del Senado celebrada en mayo, estaba previsto que los militares recibieran la tercera iteración de las gafas IVAS a principios de este verano. Si estaban previstas, actualmente se encuentran en fase de pruebas. Es probable que esa versión cambie drásticamente antes de acercarse a la visión de Luckey sobre el futuro de la guerra de realidad mixta, en la que "tienes una especie de ángel de la guarda con IA sobre tu hombro, ayudándote y haciendo todas las cosas que es fácil pasar por alto en medio de la batalla".
Los diseños para IVAS tendrán que adaptarse en medio de un panorama cambiante de conflictos globales. / PHILIP CHEUNG
¿Pero confiarán alguna vez los soldados en ese "ángel de la guarda"? Si las gafas del futuro se basan en un software basado en inteligencia artificial como Lattice para identificar amenazas -por ejemplo, un dron enemigo delante de ti o un vehículo autónomo que se acerca a toda velocidad-, Anduril promete que podrá eliminar los falsos positivos, reconocer las amenazas con una precisión impecable y sacar a la luz información crítica cuando más importa.
Luckey dice que la verdadera prueba es cómo se compara la tecnología con las capacidades actuales de los humanos. “En muchos casos, ya es mejor”, afirma, refiriéndose a Lattice, según las pruebas internas de Anduril (no las ha publicado ni han sido evaluadas por expertos externos independientes). “Las personas son falibles de un modo que las máquinas no tienen por qué serlo”, añade.
Aun así, Luckey admite que le preocupan las amenazas que Lattice pueda pasar por alto.
"Una de las cosas que más me preocupan es que haya gente que muera porque Lattice haya malinterpretado algo o haya pasado por alto una amenaza para un soldado que debería haber visto", afirma. "Al mismo tiempo, puedo reconocer que lo sigue haciendo mucho mejor que la gente hoy en día".
Cuando Lattice comete un error importante, es poco probable que el público lo sepa. Preguntado por el equilibrio entre transparencia y seguridad nacional a la hora de revelar estos errores, Luckey dijo que el cliente de Anduril, el Pentágono, recibirá información completa sobre lo que salió mal. Esto está en consonancia con las políticas del Pentágono sobre la adopción responsable de la IA, que exigen que los sistemas basados en la IA “se desarrollen con metodologías, fuentes de datos, procedimientos de diseño y documentación que sean transparentes y auditables por el personal de defensa pertinente”.
Sin embargo, las políticas no prometen nada sobre la divulgación al público, un hecho que ha llevado a algunos grupos de reflexión progresistas, como el Centro Brennan para la Justicia, a pedir a las agencias federales que modernicen los esfuerzos de transparencia pública para la era de la IA.
"Es fácil decir que se debería ser honesto sobre este fallo de tu sistema para detectar algo", explica Luckey, en relación con las obligaciones de Anduril. "Pero… ¿y si ese fallo fuera porque los chinos descubrieron un agujero en el sistema y lo aprovecharon para burlar a toda velocidad nuestras defensas de alguna base militar? Yo diría que al público no le sirve de mucho decir: «atención, todo el mundo: hay una forma de burlar toda la seguridad de todas las bases militares estadounidenses del mundo». Yo diría que la transparencia sería lo peor que se podría hacer".