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Sarah Rogers / MITTR | Photos Getty

Biotecnología

Vivir más allá de los 122 años: el futuro que desafía a la biología

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Los avances científicos, el interés público y un nivel de inversión sin precedentes están impulsando a la industria de la longevidad para ayudarnos a vivir más tiempo con mejor salud

  • por Jessica Hamzelou | traducido por
  • 02 Septiembre, 2024

La Oficina Nacional de Estadística del Reino Unido (ONS, por sus siglas en inglés) cuenta con una calculadora online de la esperanza de vida. Introduce tu edad y sexo, y la página web, utilizando medias nacionales, te dirá la edad a la que puedes esperar estirar la pata. En mi caso, la cifra es de 88 años. No está mal, supongo, teniendo en cuenta que la esperanza de vida global ronda los 73 años. Sin embargo, también soy consciente de que es una cifra muy baja para muchos de los que forman parte del movimiento a favor de la longevidad, que se ha disparado en los últimos años.

Cuando entrevisto a un científico, médico o inversor de este ámbito, siempre me gusta preguntarle por sus objetivos personales. He oído de todo. Algunos me han dicho que quieren vivir una década más con buena salud. Muchos quieren llegar a los 120 años, cifra cercana al límite actual conocido de la edad humana. Otros me han dicho que quieren llegar hasta los 200 años. Y algunos me han comentado que no quieren fijar una cifra, que solo quieren vivir todo lo que puedan, quizás indefinidamente.

¿Hasta dónde podrán llegar? Este es un buen momento para plantearse la pregunta. La longevidad está viviendo un gran momento gracias a una combinación de avances científicos, el interés público y un nivel de inversión sin precedentes. Algunas áreas clave de la investigación sugieren que podríamos ser capaces de alargar aún más la vida humana y, potencialmente, revertir, al menos, algunos signos del envejecimiento.

Pensemos, por ejemplo, en el concepto de reprogramación celular. Una investigación galardonada con el Premio Nobel ha demostrado que es posible devolver las células adultas a un estado "más joven", más parecido al de una célula madre. Se han invertido miles de millones de dólares en tratar de transformar este descubrimiento en una terapia que pueda retrasar la edad de las células y tejidos de una persona, restaurando potencialmente algunos elementos de su juventud.

Actualmente, se están explorando muchas otras vías, como un medicamento contra la diabetes que podría tener amplios beneficios para la salud; fármacos basados en un posible compuesto antienvejecimiento descubierto en el suelo de la Isla de Pascua (Chile); intentos de rejuvenecer el sistema inmunitario; terapias génicas diseñadas para aumentar la masa muscular o ampliar el número de veces que nuestras células pueden dividirse; y muchas, muchas más.

Otros investigadores buscan formas de eliminar las células envejecidas y desgastadas de nuestro organismo. Al parecer, estas células senescentes emiten sustancias químicas que dañan los tejidos circundantes. Hace unos ocho años, los científicos descubrieron que los ratones libres de células senescentes vivían un 25% más que los no tratados. También tenían un corazón más sano y tardaban mucho más en desarrollar enfermedades relacionadas con la edad, como el cáncer y las cataratas. Incluso parecían más jóvenes.

Por desgracia, los ensayos en humanos con senolíticos —fármacos dirigidos a las células senescentes— no han tenido tanto éxito. Unity Biotechnology, una empresa cofundada por destacados investigadores en este campo, probó un fármaco de este tipo en personas con osteoartritis. En 2020, la empresa abandonó oficialmente ese fármaco tras comprobar que no era mejor que un placebo en el tratamiento de la enfermedad. Esto no significa que algún día no se descubra cómo tratar las enfermedades relacionadas con la edad, o incluso el propio envejecimiento, actuando sobre las células senescentes. Sin embargo, ilustra lo complicada que es la biología del envejecimiento.

Los investigadores ni siquiera se ponen de acuerdo sobre cuáles son los mecanismos exactos del envejecimiento y cuáles son los objetivos. Se sigue debatiendo cuánto tiempo puede vivir el ser humano y si existe algún límite. Aun así, cada vez podemos probar mejor las posibles terapias, aplicándolas a modelos más parecidos a los humanos. Además, cada vez encontramos mejores formas de medir el propio proceso de envejecimiento.

El Premio X ofrece 101 millones de dólares (91 millones de euros, aproximadamente) a los investigadores que encuentren una forma de restaurar al menos 10 años de "función muscular, cognitiva e inmunitaria" en personas de 65 a 80 años con un tratamiento que tarde un año o menos en administrarse. Jamie Justice, directora ejecutiva del área de salud del Premio X, me contó que al principio se opuso a este difícil objetivo y le dijo al fundador de la organización, Peter Diamandis, que era "imposible" que los investigadores pudieran conseguirlo. No obstante, cosas más raras se han visto en la ciencia.

Hay quien apuesta por este tipo de progreso. No solo los multimillonarios que ya han gastado millones de dólares y una parte importante de su tiempo en estrategias que podrían ayudarles a desafiar el envejecimiento, sino también las personas que han optado por la criogenización. Hay cientos de cuerpos almacenados, cuerpos de personas que pensaron que algún día podrían ser reanimadas. Para ellos, las esperanzas son escasas. Le pregunté a Justice si creía que tenían alguna posibilidad de una segunda vida. "¿Sinceramente?", respondió. "No".

Parece probable que en las próximas décadas se desarrolle algo que nos ayude a vivir más tiempo, con mejor salud. No se trata de un elixir para la vida eterna, pero quizá sí de algo —o de varias cosas— que nos ayude a evitar algunas de las enfermedades relacionadas con la edad que tienden a matarnos a muchos. Esas terapias podrían aumentar la esperanza de vida. No creo que sea necesario un gran incremento, pero quizá piense de otro modo cuando me acerque a los 88 años.

La página web de la ONS calcula que tengo una probabilidad de entre cuatro de llegar a los 96 y una de entre diez de cumplir los 100 años. A mí me parece una cifra impresionante, siempre y cuando llegue a ella con una salud medio decente. Aún estaría muy lejos del récord actual de 122 años. No obstante, tal vez haya ciertas limitaciones que debamos aceptar, como individuos y como sociedad en general.

En un artículo de 2017 en el que defendían la existencia de un límite en la esperanza de vida humana, los científicos Jan Vijg y Eric Le Bourg escribieron algo que se me ha quedado grabado y que merece la pena tener en cuenta a la hora de considerar el futuro de la longevidad humana: "Una especie no necesita vivir eternamente para prosperar".

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