Los híbridos enchufables se venden a menudo como una transición a los vehículos eléctricos, pero nuevos datos procedentes de Europa muestran que seguimos subestimando las emisiones que producen
Se supone que los híbridos enchufables son lo mejor de dos mundos: la comodidad de un coche de gasolina y las ventajas climáticas de un vehículo eléctrico de batería. Pero nuevos datos sugieren que algunas cifras oficiales subestiman gravemente las emisiones que producen.
Según los nuevos datos de conducción real de la Comisión Europea, los híbridos enchufables producen aproximadamente 3,5 veces las emisiones que sugieren las estimaciones oficiales. La diferencia está relacionada en gran medida con los hábitos de los conductores: la gente tiende a cargar los híbridos enchufables y a conducirlos en modo eléctrico menos de lo esperado.
"El impacto ambiental de estos vehículos es mucho, mucho peor de lo que indican las cifras oficiales", afirma Jan Dornoff, responsable de investigación del Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT por sus siglas en inglés).
Mientras que los vehículos híbridos convencionales contienen sólo una pequeña batería para mejorar ligeramente el ahorro de combustible, los híbridos enchufables permiten una conducción totalmente eléctrica en distancias cortas. Estos vehículos enchufables suelen tener una autonomía aproximada de 50 km a 80 km en modo de conducción eléctrica, con una autonomía adicional mayor cuando utilizan el combustible secundario, como gasolina o gasóleo. Pero parece que los conductores consumen mucho más combustible del estimado.
Según el nuevo informe de la Comisión Europea, los conductores de vehículos híbridos enchufables producen unos 139,4 gramos de CO2 por cada kilómetro recorrido, basándose en las mediciones de la cantidad de combustible que consumen los vehículos a lo largo del tiempo. En cambio, las estimaciones oficiales de los fabricantes, que se determinan mediante pruebas de laboratorio, sitúan las emisiones en 39,6 gramos por kilómetro recorrido.
Parte de este desfase puede explicarse por las diferencias entre las condiciones controladas de un laboratorio y la conducción en el mundo real. Incluso los vehículos convencionales con motor de combustión tienden a tener unas emisiones reales más altas de lo que sugieren las estimaciones oficiales, aunque la diferencia es de aproximadamente el 20%, no del 200% o más como en el caso de los híbridos enchufables.
La principal diferencia radica en la forma en que los conductores utilizan los híbridos enchufables. Los investigadores ya han detectado este problema en estudios anteriores, algunos de ellos con datos obtenidos por crowdsourcing.
En un estudio del ICCT publicado en 2022, los investigadores examinaron los hábitos de conducción reales de los usuarios de híbridos enchufables. Mientras que el método utilizado para determinar los valores oficiales de emisiones estimaba que los conductores utilizaban la electricidad para propulsar los vehículos entre el 70% y el 85% del tiempo, los datos de conducción en el mundo real sugerían que los propietarios de los vehículos utilizaban realmente el modo eléctrico entre el 45% y el 49% de su conducción. Si los vehículos eran proporcionados por la empresa, la media era sólo del 11% al 15%.
La diferencia entre la realidad y las estimaciones puede ser un problema para los conductores, que pueden comprar híbridos enchufables esperando beneficios climáticos y ahorro de gasolina. Pero si los conductores recargan menos de lo esperado, los beneficios podrían no ser tan drásticos como se prometía. Según el nuevo análisis, los viajes realizados en un híbrido enchufable sólo reducen las emisiones un 23% en comparación con los viajes en un vehículo convencional, en lugar de las casi tres cuartas partes de reducción previstas por las estimaciones oficiales.
"La gente tiene que ser realista", afirma Dornoff. Conducir los vehículos en modo eléctrico tanto como sea posible puede ayudar a maximizar los beneficios económicos y medioambientales, añade.
Es importante cerrar la brecha entre las expectativas y la realidad no sólo por el bien de los individuos, sino también para garantizar que las políticas destinadas a reducir las emisiones tengan los efectos previstos.
La Unión Europea aprobó el año pasado una ley que pondrá fin a las ventas de coches de gasolina en 2035. Con ello se pretende reducir las emisiones del transporte, sector que representa alrededor de una quinta parte de las emisiones mundiales. En la UE se exige a los fabricantes un determinado valor medio de emisiones para todos sus vehículos vendidos. Si el rendimiento de los híbridos enchufables en el mundo real es mucho peor de lo esperado podría significar que el sector del transporte está avanzando menos de lo esperado hacia los objetivos climáticos.
El hecho de que los híbridos enchufables no cumplan las expectativas también es un problema en EE UU, según Aaron Isenstadt, investigador principal del ICCT con sede en San Francisco. Por ejemplo, en un estudio del ICCT, el consumo de combustible en el mundo real fue un 50% superior a las estimaciones de la EPA. La diferencia entre las expectativas y la realidad es menor en EE UU, en parte porque las estimaciones oficiales de emisiones se calculan de forma distinta y en parte porque los conductores estadounidenses tienen hábitos de conducción diferentes y pueden tener mejor acceso a la recarga en casa, afirma Isenstadt.
La Administración Biden ha ultimado recientemente una nueva normativa sobre emisiones del tubo de escape, que establece directrices para los fabricantes sobre las emisiones que pueden producir sus vehículos. El objetivo de estas normas es reducir las emisiones de los vehículos nuevos, de modo que en 2032 aproximadamente la mitad de los coches nuevos que se vendan en EE UU tendrán que producir cero emisiones para cumplir las normas.