Nuevos métodos que hacen legible el ADN dañado están generando asombrosas revelaciones sobre el pasado profundo
• ¿Quién?
Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, Laboratorio David Reich de Harvard.
• ¿Cuándo?
Ahora.
Los científicos llevan mucho tiempo buscando mejores herramientas para estudiar los dientes y huesos de nuestros antepasados más antiguos. En el pasado, tenían que rastrear muchos restos antiguos para encontrar una muestra lo suficientemente bien conservada como para ser analizada.
Ahora, las técnicas más baratas y los nuevos métodos que hacen que el ADN dañado sea legible para los secuenciadores comerciales están impulsando un auge del análisis de ADN antiguo.
Hoy en día, los científicos pueden incluso analizar restos microscópicos de ADN hallados en la tierra en la que orinaban los neandertales, sin necesidad de dientes ni huesos. En noviembre, Svante Pääbo, genetista del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, recibió el Premio Nobel por su trabajo fundacional.
El análisis del ADN antiguo ha permitido descubrir dos especies extinguidas de humanos (homo luzonensis y denisovanos) y nos ha enseñado que los humanos modernos son portadores de una cantidad considerable de ADN denisovano y neandertal. Además, actualmente el número de individuos humanos antiguos a cuyos datos del genoma completo tenemos acceso ha aumentado drásticamente: de solo cinco en 2010 a 5.550 en 2020.
Al indicar que la población de la India procedía de una mezcla de antepasados, estas técnicas han socavado el sistema de castas. El ADN de un campo de batalla de 2.500 años de antigüedad en Sicilia ha revelado que los antiguos ejércitos griegos eran más diversos de lo que pintaban los historiadores.
Las muestras antiguas también pueden desvelar misterios en la salud actual. El año pasado, los científicos identificaron una mutación única que hacía que las personas tuvieran un 40% más de probabilidades de sobrevivir a la Peste Negra, y también es un factor de riesgo para enfermedades autoinmunes como de Crohn.
Las diferencias culturales en el tratamiento de los restos humanos seguirán planteando problemas éticos y logísticos a los investigadores que trabajan con ADN antiguo. Pero sus revelaciones ya están reescribiendo la historia.