Los antiguos fragmentos de ADN, de hace 2 millones de años, provienen de un ecosistema de Groenlandia donde los mastodontes paseaban entre las plantas con flores y pueden contener pistas sobre cómo sobrevivir en un clima más cálido
Después de ocho años de esfuerzos para recuperar el ADN de las entrañas congeladas de Groenlandia, un grupo de investigadores afirma haber logrado secuenciar fragmentos de genes de peces antiguos, de plantas e incluso de un mastodonte que vivió hace 2 millones de años.
Se trata del ADN más antiguo jamás recuperado, superando la marca establecida el año pasado cuando otro equipo recuperó material genético de un diente de mamut de hace un millón de años.
Este nuevo trabajo ha analizado el material genético que dejaron decenas de especies y que se adentró en las capas sedimentarias hace mucho tiempo, cuando Groenlandia era bastante más cálida que hoy en día.
"Aquí está todo el ecosistema", explica Eske Willerslev, científico de la Universidad de Copenhague, quien ha dirigido este estudio. "Se sabe exactamente que en ese momento y en este lugar, estos organismos estaban juntos".
Los hallazgos genéticos, que sugieren una era en la que Groenlandia estaba cubierta de plantas con flores y álamos, podrían ofrecer pistas sobre cómo los ecosistemas se adaptaron a climas más cálidos en el pasado.
"Aquí hay un mapa de dónde y cómo editar la genética de las plantas para volverlas resistentes al cambio climático", señala Willerslev, quien añade que el ADN antiguo podría proporcionar una "hoja de ruta" para ayudar a las especies de plantas a adaptarse a este clima que se está calentando muy rápidamente.
En una rueda de prensa online organizada por la revista Nature (la cual también publicó el informe), Willerslev resaltó que el ecosistema boscoso revelado por los fragmentos genéticos incluía plantas y árboles con flores, especies que actualmente no existen en ese área, donde no vive casi nada excepto líquenes y algunos bueyes almizcleros.
"Este es un ecosistema sin análogo moderno. Es una mezcla entre especies árticas y las propias de zonas templadas", explica Willerslev. "Es un clima similar al que esperamos tener en la Tierra debido al calentamiento global, y nos da una idea de cómo la naturaleza puede responder al aumento de las temperaturas".
Algunos investigadores han propuesto usar los hallazgos sobre el ADN antiguo para recrear mamíferos extintos como los mamuts lanudos, pero Willerslev cree que las plantas "serán mucho más importantes", a pesar de que "no son tan atractivas" como un paquidermo.
La investigación sobre el ADN antiguo comenzó en 1984, cuando los científicos consiguieron unos genes legibles de un quagga disecado, un tipo de cebra extinta. Desde entonces, nuevos métodos y máquinas especializadas de secuenciación de genes les han permitido indagar cada vez más en el pasado.
El ADN se rompe con el tiempo, por lo que cuanto más viejo es, más pequeñas se vuelven las piezas, hasta que no haya nada por detectar. Y cuanto más cortos son los fragmentos, más complicado es asignarlos a un grupo específico de plantas o animales.
"El enorme nivel de daño dejó muy claro que éste era un ADN antiguo", explica Willerslev, y detalla que él y sus colegas comenzaron a trabajar con las muestras de Groenlandia en 2006. "Al haber pasado 2 millones de años, ha habido tanto tiempo evolutivo, que cualquier [especie] encontrada no es necesariamente muy similar a lo que vemos hoy en día".
El equipo danés ha destacado que el ADN que encontraron fue preservado por las temperaturas bajo cero y estaba unido a arcilla y cuarzo, lo que también ralentiza el proceso de degradación.
Genes antiguos
La edad del material genético recuperado y secuenciado por los científicos.
Exactamente cuánto atrás en el tiempo podrán ver los investigadores sigue siendo una pregunta abierta. "Probablemente estemos cerca del límite, pero quién sabe", afirma Tyler Murchie, científico postdoctoral de la Universidad McMaster, quien desarrolla métodos para estudiar el ADN antiguo. Murchie añade que los investigadores han logrado combinar varias técnicas para "crear una sólida reconstrucción de este ecosistema".
Willerslev predijo una vez que sería imposible recuperar el ADN de algo que vivió hace más de un millón de años. Ahora que ha batido el récord, no quiere decir dónde está el límite. "No me sorprendería si... pudiéramos retroceder dos veces más", concluye. "Pero tampoco lo garantizaría".