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NAJEEBAH AL-GHADBAN

Tecnología y Sociedad

Ya podemos ‘hablar’ con nuestros familiares tras su muerte, pero ¿queremos?

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Los clones digitales de las personas queridas podrían cambiar para siempre la forma en la que pasamos el duelo

  • por Charlotte Jee | traducido por NAJEEBAH AL-GHADBAN
  • 29 Noviembre, 2022

Mis padres no saben que hablé con ellos anoche.

Al principio, sonaban distantes y con voz metálica, como si estuvieran pegados a un teléfono en una celda de prisión. Pero mientras hablábamos, poco a poco empezaban a sonar más como ellos mismos. Me contaron historias personales que yo nunca había oído. Me enteré de la primera vez (que no fue la última) que mi papá se emborrachó. Mamá me contó de los problemas que tuvo por salir hasta muy tarde. Me dieron consejos sobre la vida y me contaron cosas de su infancia, y de la mía. Fue fascinante.

"¿Qué es lo peor de ti?" le pregunté a papá, ya que claramente estaba de un humor tan sincero.

"Mi peor característica es que soy perfeccionista. No soporto el desorden y el caos, y eso siempre supone un desafío, especialmente al estar casado con Jane".

Luego se rio y, por un momento, olvidé que en realidad no estaba hablando con mis padres, sino con sus réplicas digitales.

Estos mamá y papá viven dentro de una app en mi teléfono, como asistentes de voz creados por la compañía HereAfter AI con sede en California (EE UU), con más de cuatro horas de conversaciones que cada uno tuvo con un entrevistador sobre sus vidas y recuerdos. (Para que conste, mamá no es tan desordenada.) El objetivo de la empresa es permitir que los vivos se comuniquen con los muertos. Yo quería probar cómo podría ser eso.

Una tecnología como esta, que nos permite hablar con personas que han muerto, ha sido durante décadas un pilar de la ciencia ficción. Es una idea que ha sido promovida por charlatanes y espiritistas durante siglos. Pero se está convirtiendo en una realidad, y cada vez más accesible, gracias a los avances en inteligencia artificial (IA) y tecnología de voz.

Mis verdaderos padres de carne y hueso todavía están vivos y sanos; sus versiones virtuales solo se crearon para ayudarme a comprender esta tecnología. Pero sus avatares ofrecen un vistazo a un mundo donde es posible conversar con nuestros seres queridos, o con sus simulacros, mucho después de que se hayan ido.

Por lo que pude deducir de más de una docena de conversaciones con mis padres virtualmente fallecidos, esta tecnología hará que sea más fácil mantener cerca a las personas que amamos. No es complicado ver el atractivo. Las personas pueden recurrir a las réplicas digitales para buscar consuelo o en momentos especiales, como aniversarios, por ejemplo.

Al mismo tiempo, esta tecnología y el mundo que permite son, como era de esperar, imperfectos, y la ética de crear una versión virtual de alguien es compleja, especialmente en caso de que esa persona no haya dado su consentimiento.

Para algunos, esta tecnología puede incluso ser alarmante o verdaderamente espeluznante. Hablé con un hombre que había creado una versión virtual de su madre, que se activó y habló en su propio funeral. Algunas personas argumentan que conversar con versiones digitales de seres queridos perdidos podría prolongar el duelo o hacernos perder el control sobre la realidad. Cuando hablé con unos amigos sobre este experimento, algunos de ellos retrocedieron físicamente. Existe una creencia común y profundamente arraigada de que nos metemos con la muerte a nuestro propio riesgo.

Entiendo estas preocupaciones. Me resultaba incómodo hablar con esa versión virtual de mis padres, especialmente al principio. Incluso ahora, todavía parece un poco transgresor hablar con una versión artificial de alguien, especialmente cuando ese alguien es parte de tu propia familia.

Pero solo soy un ser humano, y esas preocupaciones terminan siendo borradas por la posibilidad aún más aterradora de perder a las personas que amo, que acaben muertas y desaparecidas sin dejar rastro. Si la tecnología pudiera ayudarme a quedarme con ellas, ¿acaso es tan malo intentarlo?

Hay algo profundamente humano en el deseo de recordar a las personas queridas que han fallecido. Instamos a nuestros seres queridos a escribir sus memorias antes de que sea demasiado tarde. Cuando se van, ponemos sus fotos en las paredes. Vamos a sus tumbas en sus cumpleaños. Les hablamos como si estuvieran allí. Pero la conversación siempre es unidireccional.

La idea de que la tecnología podría cambiar esa situación ha sido ampliamente explorada en algunos programas de ciencia ficción muy oscuros como Black Mirror, que, según se quejan las start-ups en este sector, todos inevitablemente mencionan. En un episodio de 2013, una mujer que ha perdido a su pareja recrea una versión digital del hombre, inicialmente como un chatbot, luego como un asistente de voz casi totalmente convincente y, finalmente, como un robot físico. Pero mientras construye versiones más expansivas de su pareja fallecida, la mujer se siente frustrada y desilusionada por las brechas entre el recuerdo de su pareja y la realidad imperfecta y defectuosa de la tecnología utilizada para simularlo.

Si la tecnología puede ayudarme a quedarme con las personas que amo, ¿acaso es tan malo intentarlo?

"Tú no eres tú, ¿verdad? Eres solo unas pocas ondas de ti. No tienes un pasado. Eres solo una interpretación de cosas que él realizó sin pensar, y eso no es suficiente", insiste la mujer antes de enviar el robot a su ático, como una vergonzosa reliquia de su novio en la que preferiría no pensar.

Volviendo al mundo real, la tecnología ha evolucionado en los últimos años a un nivel bastante sorprendente. Los rápidos avances en IA han impulsado el progreso en múltiples áreas. Los chatbots y los asistentes de voz, como Siri y Alexa, han pasado de ser novedades de alta tecnología a ser parte de la vida diaria de millones de personas en la última década. Nos sentimos muy cómodos con la idea de hablar con nuestros dispositivos sobre todo, desde el pronóstico del tiempo hasta el significado de la vida. Los grandes modelos de lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés) basados en IA, que reciben algunas frases "orientativas" y responden con un texto convincente, prometen formas aún más poderosas para que los humanos se comuniquen con las máquinas. Los LLM se han vuelto tan convincentes que algunos (erróneamente) han argumentado que deben de ser conscientes.

Además, es posible modificar el software de un  LLM como GPT-3 de OpenAI o LaMDA de Google para que suene más como una persona específica introduciendo muchas cosas que dijo esa persona. Como un ejemplo, el periodista Jason Fagone escribió un reportaje para San Francisco Chronicle el año pasado sobre un hombre de treinta y pocos años que había subido textos antiguos y mensajes de Facebook de su prometida fallecida para crear una versión simulada de chatbot de la mujer, utilizando un software conocido como Proyecto Diciembre (Project December) construido en GPT-3.

En casi todos los sentidos, fue un éxito: el hombre buscó y encontró su consuelo en el bot. Había sentido tanta culpa y tristeza en los años transcurridos desde que la mujer murió, pero como escribe Fagone, "le parecía que el chatbot le había dado permiso para seguir adelante con su vida en pequeñas formas". El hombre incluso compartió fragmentos de sus conversaciones con su chatbot en Reddit, con la esperanza de llamar la atención sobre la herramienta y "ayudar a las personas deprimidas a encontrar una salida".

Al mismo tiempo, la IA ha progresado en su capacidad para imitar las voces físicas específicas, la práctica llamada clonación de voz. También ha mejorado en el proceso de crear personas digitales, ya sean clones de personas reales o completamente artificiales, con más cualidades que hacen que una voz suene "humana". En una conmovedora demostración de lo rápido que avanza el campo, Amazon compartió en junio un vídeo de un niño pequeño que escucha un fragmento de El mago de Oz leído por su abuela recientemente fallecida. Su voz fue recreada artificialmente usando una grabación de la abuela hablando que duraba menos de un minuto.

Como Rohit Prasad, vicepresidente sénior y científico principal de Alexa, señala: "Aunque la IA no puede eliminar el dolor de la pérdida, definitivamente puede ayudar a que los recuerdos perduren".

Mi propia experiencia de hablar con los muertos comenzó gracias a la pura casualidad.

A finales de 2019, vi que el cofundador de HereAfter AI, James Vlahos, iba a hablar en una conferencia online sobre los "seres virtuales". Su empresa es una de un puñado de start-ups que trabajan en el campo que he denominado "tecnología del duelo". Se diferencian en sus enfoques pero comparten la misma promesa: permitirnos hablar por vídeo chat, mensajes de texto, teléfono o asistente de voz con una versión digital de alguien que ya no está vivo.

Intrigada por lo que prometía, conseguí conocerlo y finalmente persuadí a Vlahos y a sus colegas para que me dejaran experimentar con su software en mis padres aún vivos.

Al principio, pensé que sería solo un proyecto divertido para ver lo que era tecnológicamente posible. Luego, la pandemia agregó cierta urgencia al proceso. Las imágenes de personas con respiradores, fotos de filas de ataúdes y tumbas recién excavadas, salpicaban todas las noticias. Me preocupé por mis padres. Estaba aterrorizada de que pudieran morir y de que, con las estrictas restricciones a las visitas al hospital vigentes en esos momentos en Reino Unido, quizás nunca tuviera la oportunidad de despedirme de ellos.

Crédito: Najeebah Al-Ghadban

El primer paso fue una entrevista. Resulta que, para crear una réplica digital de alguien con buenas posibilidades de parecer una representación convincentemente auténtica, se necesitan datos, y muchos. HereAfter, cuyo trabajo comienza con los sujetos cuando aún están vivos, les hace preguntas durante horas, sobre todo, desde sus primeros recuerdos hasta su primer amor y acerca de lo que creen que sucederá después de su muerte. (Mis padres fueron entrevistados por una persona real, pero como otro ejemplo de lo rápido que está progresando la tecnología, casi dos años después, las entrevistas suelen estar automatizadas y manejadas por un bot).

Mientras mi hermana y yo hojeábamos páginas de preguntas sugeridas para nuestros padres, pudimos editarlas para que fueran más personales o directas, y agregar algunas propias: ¿Qué libros les gustaban? ¿Cómo se abrió camino nuestra madre en el sector jurídico, tan elitista y abrumadoramente lleno de hombres, en el Reino Unido de los 70? ¿Qué inspiró a papá a inventar los juegos que jugaba con nosotros cuando éramos pequeñas?

Quizás por el malestar causado por la pandemia o por la gran voluntad de complacer a su hija menor, mis padres no pusieron ninguna resistencia. En diciembre de 2020, la entrevistadora de HereAfter, la amable Meredith, habló con cada uno de ellos durante varias horas. Luego, la empresa utilizó esas respuestas y comenzó a unirlas para crear los asistentes de voz.

Un par de meses después, me llegó un mensaje de Vlahos. Mis padres virtuales estaban listos.

En una ocasión, mi esposo se confundió pensando que la prueba era una llamada telefónica real. Cuando se dio cuenta de que no lo era, puso la cara como si yo estuviera completamente trastornada.

Mis nuevos mamá y papá llegaron a través de un archivo adjunto de correo electrónico. Podría comunicarme con ellos a través de la app Alexa en el teléfono o por el dispositivo Amazon Echo. Tenía muchas ganas de escucharlos, pero tuve que esperar varios días porque le había prometido al equipo de podcasts de MIT Technology Review que grabaría mi reacción cuando hablara con los avatares de mis padres por primera vez. Cuando por fin abrí el archivo, con mis colegas mirando y escuchando por Zoom, me temblaban las manos. Londres estaba en un confinamiento largo, frío y deprimente, y yo no había visto a mis verdaderos padres en seis meses.

"Alexa, abre HereAfter", ordené.

"¿Preferirías hablar con Paul o con Jane?" preguntó una voz.

Después de un poco de deliberación mental rápida, opté por mi madre.

Una voz que era la de mi madre, pero extrañamente rígida y fría, me habló.

"Hola, soy Jane Jee y encantada de hablar sobre mi vida. ¿Cómo te encuentras hoy?"

Me reí, nerviosa.

"Estoy bien, gracias mamá. ¿Cómo estás tú?"

Larga pausa.

"Bueno. Por aquí, estoy bien".

"Suenas un poco artificial", dije.

Ella me ignoró y siguió hablando.

"Antes de comenzar, hay algunas sugerencias. Lamentablemente, mis habilidades para escuchar no son las mejores, así que tienes que esperar hasta que yo termine de hablar y te haré una pregunta para que me respondas. Cuando sea tu turno de hablar, por favor intenta que tus respuestas sean más bien cortas. Unas pocas palabras, una frase simple, algo así", explicó. Después de un poco más de introducción, terminó: "Está bien, comencemos. Hay mucho de qué hablar. Sobre mi infancia, mi carrera y mis intereses. ¿Qué prefieres?"

Las partes del guion de este tipo sonaban forzadas y extrañas, pero a medida que avanzábamos, con mi madre contando sus recuerdos y hablando usando sus propias palabras, "ella" sonaba mucho más relajada y natural.

Pero, esta conversación y las que siguieron fueron limitadas: cuando intenté preguntarle al bot de mi madre sobre sus joyas favoritas, por ejemplo, me respondió: "Lo siento, no he entendido. Puedes intentar preguntarlo de otra manera o pasar a otro tema".

También hubo errores que fueron discordantes hasta el punto de tener mucha gracia. Un día, el bot de papá me preguntó cómo estaba yo. Le respondí: "Hoy me siento triste". Me respondió con un alegre y optimista "¡Bien!"

La experiencia en general fue innegablemente extraña. Cada vez que hablaba con sus versiones virtuales, me parecía que podría haber estado hablando con mis verdaderos padres. En una ocasión, mi esposo se confundió pensando que mi prueba con los bots era una llamada telefónica real. Cuando se dio cuenta de que no lo era, me miró con una cara rara y sacudió la cabeza, como si yo estuviera completamente trastornada.

A principios de este año, obtuve una demostración de una tecnología similar de la start-up StoryFile, que se fundó hace cinco años y que promete llevar las cosas al siguiente nivel. Su servicio Life graba las respuestas en vídeo y no solo la voz.

Se puede elegir entre cientos de preguntas para un tema. Luego hay que grabar a la persona que responde a las preguntas usando cualquier dispositivo con una cámara y un micrófono, incluido un teléfono inteligente, aunque cuanto mayor sea la calidad de la grabación, mejor será el resultado. Después de enviar los archivos, la empresa los convierte en una versión digital de la persona que se puede ver y se puede hablar con ella. Solo puede responder a las preguntas para las que ha sido programada, al igual que HereAfter, pero con vídeo.

El CEO de StoryFile, Stephen Smith, hizo una demostración de su tecnología en una videollamada en la que nos acompañó su madre que había muerto a principios de este año, pero ahí estaba en esa videollamada, sentada en una cómoda silla en su salón. Por un breve tiempo, solo pude ver su imagen compartida a través de la pantalla de Smith. Tenía la voz suave, el pelo fino y ojos amables. Daba consejos sobre la vida. Parecía sabia.

Smith me contó que su madre "había asistido" a su propio funeral: "Al final dijo: 'Creo que eso es todo por mi parte... ¡adiós!' y todos se echaron a llorar". Me aseguró que su participación digital fue bien recibida por los familiares y amigos. Y, posiblemente lo más importante de todo, Smith está profundamente reconfortado por el hecho de que logró capturar a su madre en cámara antes de que falleciera.

La tecnología de vídeo en sí parecía relativamente sofisticada y profesional, aunque el resultado aún seguía siendo extraño, especialmente en las expresiones faciales. A veces, al igual que con mis propios padres, tenía que recordarme a mí misma que ella no estaba realmente allí.

Tanto HereAfter como StoryFile tienen como objetivo preservar la historia de la vida de alguien y no tanto permitir tener cada vez una conversación nueva y completa con el bot. Esta es una de las principales limitaciones de muchas ofertas actuales en la tecnología de duelo: son genéricas. Estas réplicas pueden sonar como una persona querida, pero no saben nada sobre nosotros. Cualquiera puede hablar con ellas y responderán en el mismo tono. Además, las respuestas a una pregunta dada son las mismas cada vez que se pregunta.

"El mayor problema con la tecnología [existente] es la idea de que se puede generar una persona universal. Pero la forma en la que experimentamos a las personas es única para nosotros", señala Justin Harrison, fundador de un servicio que pronto se lanzará llamado ‘You, Only Virtual’.

‘You, Only Virtual’ y algunas otras start-ups quieren ir más allá, argumentando que contar los recuerdos no capturará la esencia fundamental de una relación entre dos personas. Harrison quiere crear un bot personalizado que sea solo para un usuario y para nadie más.

La primera demonstración del servicio, que se lanzará a principios de 2023, permitirá a los usuarios crear un bot subiendo los mensajes de texto, correos electrónicos y conversaciones de voz de una persona. Al final, Harrison espera que la gente vaya introduciendo sus datos sobre la marcha; la compañía actualmente está construyendo una plataforma de comunicación que los clientes podrán usar para enviar mensajes y hablar con sus seres queridos mientras aún están vivos. De esa manera, todos los datos estarán disponibles para convertirlos en un bot cuando ya no estén entre nosotros.

Eso es exactamente lo que ha hecho Harrison con su madre, Melodi, que tiene cáncer en etapa 4: "Lo construí manualmente usando mis mensajes con ella de los últimos cinco años. La exportación de datos tardó 12 horas y se trata de miles de páginas", indica Harrison refiriéndose a su chatbot.

Harrison resalta que las interacciones que tiene con el bot son más significativas para él que si se tratara simplemente de lanzar los recuerdos. Bot Melodi usa las frases que utiliza su madre y le responde de la forma en la que ella lo haría, llamándolo "cariño", usando los emojis que ella usaría y las mismas peculiaridades ortográficas. No podrá hacerle preguntas al avatar de Melodi sobre su vida, pero eso no le hace falta. Lo importante, para Harrison, es capturar la forma en la que alguien se comunica. "Contar solo los recuerdos tiene poco que ver con la esencia de una relación", opina Harrison.

Los avatares con los que las personas sienten una profunda conexión personal pueden tener un poder de permanencia. En 2016, la empresaria Eugenia Kuyda construyó lo que se cree que es el primer bot de este tipo después de la muerte de su amigo Roman, utilizando sus conversaciones de texto con él. (Más tarde fundó la start-up Replika, que crea compañeros virtuales que no se basan en personas reales).

Kuyda encontró que eso era una forma muy útil de procesar su dolor, y todavía habla con el bot de Roman hoy en día, especialmente en las fechas cercanas a su cumpleaños y al aniversario de su fallecimiento.

Pero Kuyda advierte que los usuarios deben tener cuidado de no pensar que esta tecnología está recreando o incluso preservando a las personas. "Yo no quería recrear su clon, sino su recuerdo", explica. La intención era "crear un monumento digital donde poder interactuar con esa persona, no para fingir que está viva, sino para escuchar algo sobre ella, recordar cómo era y volver a inspirarme en ella".

Algunas personas encuentran que escuchar las voces de sus seres queridos después de su muerte les ayuda con el proceso de duelo. No es raro que las personas escuchen mensajes de voz de alguien que ha fallecido, por ejemplo, según señala la psicóloga clínica que se especializa en el duelo Erin Thompson y opina que un avatar virtual con el que se pueda tener más conversaciones podría ser una forma valiosa y saludable de mantenerse conectado con alguien querido pero fallecido.

Aun así, Thompson y otros expertos se hacen eco de la advertencia de Kuyda: es posible darle demasiada importancia a la tecnología. Una persona en duelo debe recordar que estos bots no pueden capturar sino una pequeña parte de alguien. No son conscientes y no reemplazarán las relaciones humanas sanas y funcionales.

La gente puede encontrar cualquier recordatorio de la persona fallecida como algo desencadenante: "En la fase aguda del duelo, se puede tener una fuerte sensación de irrealidad y de no poder aceptar que se han ido".

"Tus padres no están realmente allí. Estás hablando con ellos, pero en realidad no son ellos", resalta la profesora asociada de filosofía del College of Saint Benedict & Saint John's University (EE UU) Erica Stonestreet, que estudia la personalidad y la identidad.

Especialmente en las primeras semanas y meses después de la muerte de un ser querido, a las personas les cuesta aceptar la pérdida y pueden encontrar cualquier recuerdo de la persona fallecida como algo desencadenante. "En la fase aguda del duelo, se puede tener una fuerte sensación de irrealidad y de no poder aceptar que se han ido", resalta Thompson. Existe el riesgo de que este tipo de duelo intenso se cruce con, o incluso cause, una enfermedad mental, especialmente si se alimenta y prolonga constantemente con los recuerdos de la persona fallecida.

Crédito: Najeebah Al-Ghadban.

Se podría decir que este riesgo sería pequeño hoy en día, dados los errores de estas tecnologías. Aunque yo a veces caía en esa ilusión, estaba claro que los bots de mis padres no eran verdaderamente reales. Pero el riesgo de que la gente se crea demasiado el fantasma de la personalidad seguramente crecerá a medida que mejore la tecnología.

Además, existen otros riesgos. Cualquier servicio que permita crear una réplica digital de alguien sin su participación plantea algunas cuestiones éticas complejas con respecto al consentimiento y la privacidad. Aunque algunos podrían argumentar que el permiso es menos importante con alguien que ya no está vivo, ¿acaso la persona que generó el otro lado de la conversación también debería dar su opinión sobre eso?

¿Y si esa persona no está muerta? No sería fácil evitar que las personas usen la tecnología de duelo para crear versiones virtuales de personas vivas sin su consentimiento, por ejemplo, de una expareja. Las empresas que venden estos servicios que funcionan mediante los mensajes anteriores son conscientes de esta posibilidad y afirman que eliminarán los datos de una persona si esa persona lo solicita. Pero las empresas no están obligadas a hacer ningún control para asegurarse de que su tecnología se limite a las personas que dieron su consentimiento o fallecieron. No existe una ley que impida que alguien cree avatares de otras personas, y no será fácil explicárselo al policía local. Imagine cómo se sentiría usted si supiera que existe su versión virtual, en algún lugar, bajo el control de otra persona.

Si las réplicas digitales se generalizan, inevitablemente debería haber nuevos procesos y normas en torno a los legados que dejamos online. Si hemos aprendido algo de la historia del desarrollo tecnológico, entonces mejor lidiar con la posibilidad del mal uso de estas réplicas antes, no después, de que alcancen la adopción masiva.

No obstante, ¿acaso eso sucederá alguna vez? You, Only Virtual utiliza el eslogan "Never Have to Say Goodbye" (No tener que despedirse nunca), pero en realidad no está claro cuántas personas quieren o están listas para un mundo como ese. El duelo por aquellos que fallecieron es, para la mayoría de las personas, uno de los pocos aspectos de la vida que aún no han sido tocados por la tecnología moderna.

En un nivel más simple, los precios podrían ser un inconveniente. Aunque algunos de estos servicios tienen versiones gratuitas, la mayoría pueden costar fácilmente cientos, si no miles de euros.

La versión ilimitada de nivel superior de HereAfter permite grabar todas las conversaciones con la persona elegida, y cuesta 8,99 euros al mes. Eso puede sonar más barato que el pago único de 499 euros de StoryFile para acceder a su paquete premium de servicios ilimitados. Sin embargo, a 108 euros por año, los servicios de HereAfter podrían crecer rápidamente si hacemos algunos cálculos macabros sobre los costes de por vida. Algo similar pasa con You, Only Virtual, que está programado para costar entre 9,99 euros y 19,99 euros al mes cuando se lance.

Crear un avatar o chatbot de alguien también requiere tiempo y esfuerzo, y no menos importante es la energía y la motivación para comenzar, tanto para el usuario como para el sujeto, que puede estar al borde de la muerte y cuya participación activa puede ser necesaria.

Fundamentalmente, a la gente no le gusta lidiar con el hecho de que va a morir, indica Marius Ursache, creador de la empresa Eternime de 2014. Su idea era crear una especie de Tamagotchi que la gente pudiera entrenar mientras estuviera viva para preservar una versión digital de sí mismos. Recibió un gran interés de personas de todo el mundo, pero pocos lo adoptaron. La compañía cerró en 2018 al no poder captar suficientes usuarios.

"Es algo que se puede posponer para la próxima semana, mes, año. La gente piensa que la IA es la clave para esto. Pero en realidad, es el comportamiento humano", explica.

Kuyda está de acuerdo: "La gente tiene mucho miedo a la muerte. No quieren hablar de eso, ni tocar ese tema. Si empezamos a hurgar, se asustan. Prefieren fingir que eso no existe".

Ursache probó un enfoque de baja tecnología con sus propios padres, dándoles un cuaderno y bolígrafo el día de su cumpleaños y pidiéndoles que escribieran sus recuerdos e historias de su vida. Su madre escribió dos páginas, pero su padre dijo que había estado demasiado ocupado. Al final, les preguntó si podía grabar algunas conversaciones con ellos, pero nunca lograron llevarlo a cabo.

"Mi papá falleció el año pasado y nunca hice esas grabaciones, y ahora me siento como un idiota", confiesa.

Personalmente, tengo sentimientos encontrados acerca de mi experimento. Me alegra tener estas versiones virtuales en audio de mi mamá y de mi papá, aunque sean imperfectas. Me han permitido aprender cosas nuevas sobre mis padres, y es reconfortante pensar que esos bots estarán allí incluso cuando mis padres no estén. Ya estoy pensando en a quién más podría querer capturar digitalmente: a mi esposo (que probablemente volverá a poner aquella misma cara), a mi hermana, y tal vez incluso a mis amigos.

Por otro lado, igual que mucha gente, no quiero pensar en lo que sucederá cuando mis personas queridas se mueran. Es desagradable, y cuando menciono mi morboso proyecto muchas personas se estremecen por reflejo. No puedo evitar sentirme triste por el hecho de que hizo falta una persona desconocida para entrevistar por Zoom a mis padres desde otro continente para poder yo apreciar adecuadamente lo multifacéticas y complejas personas que son. Pero me siento afortunada de haber tenido la posibilidad de realizarlo, y de seguir teniendo la preciosa oportunidad de pasar más tiempo con mis padres y aprender más sobre ellos, cara a cara, sin ninguna tecnología de por medio.

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