La vigilancia genética de la COVID-19 ha permitido adelantarse a las nuevas variantes, pero hace falta un esfuerzo más estrecho para anticipar nuevos riesgos
• ¿Qué? El virus SARS-CoV-2 es el organismo más secuenciado de la Tierra, lo que permite a los científicos detectar rápidamente las nuevas variantes a medida que se propagan.
• ¿Quién? GISAID, Nextstrain, Illumina.
• ¿Cuándo? Ahora.
Aproximadamente un 2 % de los hisopos nasales que han dado positivo por COVID-19 en la pandemia se enviaron para un análisis adicional en una máquina de secuenciación de genes. El objetivo: crear un nuevo mapa del genoma del virus SARS-CoV-2 (con unas 30.000 letras) y ver qué ha cambiado.
Tal vigilancia genética ha permitido a los científicos detectar rápidamente y advertir sobre las nuevas variantes, como alfa, delta y, más recientemente, ómicron. Se trata de un esfuerzo sin precedentes que convirtió al SARS-CoV-2 en el organismo más secuenciado de la historia, por encima de la gripe, el VIH o incluso nuestro propio genoma humano. Las bases de datos abiertas como GISAID y Nextstrain ya muestran más de 7 millones de mapas de los genes del virus.
Ómicron es la evolución más drástica hasta el momento. Un laboratorio en Sudáfrica envió una señal de advertencia por primera vez en noviembre del año pasado, después de que sus secuenciadores detectaran un genoma de virus con más de 50 mutaciones. Casi al instante, los ordenadores de Seattle, Boston (ambas en EE. UU. ) y Londres (Reino Unido) usaban esos datos para crear sus predicciones: ómicron era un problema, una variante que probablemente esquivaría los anticuerpos.
Lo que los secuenciadores aún no pueden decirnos es cómo, exactamente, evolucionará el SARS-CoV-2 a continuación. Es por eso por lo que algunos creen que deberíamos seguir el virus aún más de cerca. La mayoría de las secuencias se generan en Reino Unido, Estados Unidos y Dinamarca. Sin embargo, el virus aún puede evolucionar, sin darnos cuenta, en otras regiones donde no existe la capacidad de secuenciar. Afortunadamente, el trabajo rápido en Sudáfrica para detectar la variante ómicron y rastrear su propagación le dio al mundo una alerta temprana.