El miedo a la nueva variante, que acumula un gran número de mutaciones, ya ha motivado restricciones y cierres de fronteras en distintos países. Sin embargo, aún no está claro que reduzca la eficacia de las vacunas y no sería la primera vez que nos preocupamos en exceso por una nueva cepa
La noticia: hace apenas una semana, científicos sudafricanos informaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que habían identificado una nueva variante del coronavirus (COVID-19). Desde entonces, la situación se ha complicado rápidamente. La variante, conocida como B.1.1.529, ya se ha detectado en muchos países de todo el mundo, incluida España. El pasado viernes fue designada como variante de preocupación por la OMS, que decidió nombrarla ómicron, como la decimoquinta letra del alfabeto griego, siguiendo el sistema de nomenclatura de la organización.
Algunos gobiernos han vuelto a imponer restricciones y cierres fronterizos, así como nuevas medidas para mitigar la propagación de la COVID-19 en sus fronteras. Los ministros de Salud de los países del G7 se reunieron el lunes para discutir su forma de actuar.
Qué sabemos: los virus mutan continuamente, algo que, por sí solo, no es motivo de alarma. Parte de la razón por la que la variante ómicron preocupa a la gente es que tiene tantas mutaciones en su proteína de espiga (aproximadamente 30) que llegan a ser más o menos el doble de las que tiene la variante delta. Esta proteína es la parte del virus que le ayuda a entrar en las células humanas. La evidencia preliminar sugiere que esta variante conlleva un mayor riesgo de reinfección, según la OMS.
Lo que no sabemos: en medio del pánico, resulta importante recordar que todavía sabemos muy poco sobre la nueva variante, y que en ocasiones previas ya nos hemos preocupado por algunas variantes que han quedado en nada. Las preguntas cruciales son si esta nueva variante aumenta la transmisibilidad, si empeora las condiciones de salud (lo que incrementa el número de las muertes y hospitalizaciones) y, lo que es más importante, si reduce la inmunidad proporcionada por las vacunas o por una infección anterior. Aún no tenemos respuestas firmes a ninguna de estas preguntas, aunque parece probable, dadas las mutaciones, que la nueva variante hasta cierto punto afectará la efectividad de las vacunas.
Si fuera así, los fabricantes de vacunas tendrán que actuar rápidamente para crear nuevas versiones. Afortunadamente, con la tecnología de ARNm es relativamente fácil reformular la vacuna. El director médico de Moderna, Paul Burton, le afirmó a la BBC el domingo que su empresa podría tener una nueva dosis de refuerzo, modificada para atacar a ómicron, lista para lanzarse a principios del próximo año.
Investigadores de todo el mundo trabajan a toda prisa para recopilar los datos que necesitamos para saber cuán preocupados deberíamos estar. Tampoco sabemos exactamente cómo surgió ómicron. Los expertos llevan mucho tiempo advirtiendo que el acceso desigual a las vacunas en todo el mundo (Sudáfrica, donde parece haberse originado ómicron, tiene una tasa de vacunación del 35 %) representa un riesgo global porque le da al virus más posibilidades de mutar.
Qué podemos hacer: igual que durante la pandemia, lo mejor que usted y sus seres queridos pueden hacer para protegerse es vacunarse. Si le ofrecen una vacuna de refuerzo, debería aceptarla. Si bien es posible que ómicron pueda afectar la eficacia de la vacuna, no la destruirá por completo.