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Andrea Daquino

Tecnología y Sociedad

Entender la conciencia: un ejercicio que va más allá de la filosofía

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La teoría de la información integrada investiga esta actividad no solo en humanos. Puede parecer un ejercicio filosófico, pero tiene implicaciones reales; por ejemplo, en la investigación sobre personas en estado vegetativo

  • por Christof Koch | traducido por Ana Milutinovic
  • 02 Septiembre, 2021

El panpsiquismo es la creencia de que la conciencia se encuentra en todo el universo, no solo en las personas y en los animales, sino también en los árboles, las plantas y las bacterias. Los panpsiquistas sostienen que algún aspecto de la mente está presente incluso en las partículas elementales. La idea de que la conciencia está muy extendida atrae a muchos por razones intelectuales y, quizás, también emocionales. Pero ¿eso es algo que se podría comprobar empíricamente? Sorprendentemente, puede que sí. Y es que una de las teorías científicas más populares de la conciencia, la de la información integrada (IIT), comparte muchas, aunque no todas, las ideas del panpsiquismo.

Como ha argumentado el filósofo estadounidense Thomas Nagel, un ser es consciente si hay "algo que es como estar" en ese estado en el que se encuentra ese ser. Un cerebro humano en un estado de vigilia parece algo específico.

La IIT determina un número único, la información integrada de un sistema, determinada con la letra griega φ (pronunciada phi). Si φ es cero, el sistema no parece ser nada; de hecho, el sistema no existe como un todo, ya que es completamente reducible a sus componentes constituyentes. Cuanto más grande φ, más consciente es un sistema y más irreductible. Con esa descripción precisa y completa de un sistema, la IIT predice tanto la cantidad como la calidad de su experiencia (si la hubiera) y que, debido a la estructura del cerebro humano, las personas tienen valores altos de φ, mientras que los animales tienen valores más bajos (pero positivos) y los clásicos ordenadores digitales casi ninguno.

El valor de φ de una persona no es constante. Aumenta durante la infancia con el desarrollo del yo y puede disminuir con la aparición de la demencia y otros deterioros cognitivos. φ fluctuará durante el sueño, crece en los sueños y se reduce en los estados profundos de aquel y sin sueños.

La IIT primero identifica cinco propiedades verdaderas y esenciales de todas y cada una de las experiencias conscientes concebibles. Por ejemplo, las experiencias son definitivas (exclusión); esto significa que una experiencia no es menos de lo que es (experimentar solo la sensación del color azul pero no el océano en movimiento que trajo el color a la mente), ni es más de lo que es (por ejemplo, experimentar el océano mientras también se es consciente de las hojas de los árboles a la espalda).

En un segundo paso, la IIT encuentra cinco propiedades físicas asociadas que cualquier sistema (cerebro, ordenador, pino, duna de arena) debería manifestar para sentirse como algo. Un "mecanismo" en la IIT es cualquier cosa que tenga un papel causal en un sistema; esto podría ser una puerta lógica en un ordenador o una neurona en el cerebro. La IIT sostiene que la conciencia surge solo en los sistemas de los mecanismos que tienen una estructura particular. Para simplificarlo un poco, esa estructura debe ser integral al máximo: no se puede describir con precisión dividiéndola en sus partes constituyentes. También debe tener poder de causa y efecto sobre sí misma, es decir, el estado actual de un mecanismo dado debe condicionar los estados futuros no solo de ese mecanismo en concreto, sino del sistema en su conjunto.

Dada la descripción física precisa de un sistema, la teoría ofrece una forma de calcular el valor de φ de ese sistema. Los detalles técnicos de cómo se hace esto son complicados, pero el resultado consiste en que, en principio, se puede medir objetivamente el valor de φ de un sistema siempre que se tenga una descripción precisa de él: podemos calcular el valor de φ de los ordenadores porque, después de construirlos, los entendemos con precisión. Calcular el valor de φ de un cerebro humano sigue siendo solo una estimación.

Debatir la naturaleza de la conciencia puede parecer al principio un ejercicio académico, pero tiene consecuencias reales e importantes

Los sistemas se pueden evaluar en diferentes niveles: alguien podría medir el valor de φ de una parte de mi cerebro del tamaño de un terrón de azúcar, o de mi cerebro en su totalidad, o del mío y del suyo juntos. De manera similar, se puede medir el valor de φ de un átomo de silicio, de un circuito específico en un microchip o de un conjunto de microchips que forman un superordenador. La conciencia, según la teoría, existe para los sistemas en los que φ está en un máximo. Existe para todos esos sistemas, y solo para ellos.

El valor de φ de mi cerebro es más grande que los valores φ de cualquiera de sus partes, sin embargo uno se propone subdividirlo. Entonces estoy consciente. Pero el valor de φ mío y suyo juntos es menor que mi φ o su φ separados, por lo que no somos conscientes "conjuntamente". Pero, si una tecnología futura pudiera crear un denso centro de comunicación entre mi cerebro y el suyo, entonces ese puente cerebral crearía una sola mente, distribuida en cuatro hemisferios corticales.

Por el contrario, el valor φ de un superordenador es menor que φ de cualquiera de los circuitos que lo componen, por lo que un superordenador, por muy grande y poderoso que sea, no es consciente. La teoría predice que incluso si algún sistema de aprendizaje profundo pudiera pasar la prueba de Turing, sería un supuesto 'zombi', simulando la conciencia, pero no realmente consciente.

Al igual que el panpsiquismo, la IIT considera la conciencia como una propiedad intrínseca y fundamental de la realidad que está graduada y muy probablemente bien extendida en el árbol de la vida, ya que cualquier sistema con una cantidad distinta de cero de la información integrada se sentirá como algo. Esto no implica que una abeja se sienta obesa o que haga planes para el fin de semana. Pero una abeja puede sentir cierta felicidad al regresar cargada de polen a su colmena. Cuando una abeja muere, deja de experimentar. Del mismo modo, dada la gran complejidad de incluso una sola célula, con millones de proteínas interactuando, podría sentirse un poquito como algo.

Debatir la naturaleza de la conciencia puede parecer al principio un ejercicio académico, pero tiene consecuencias reales e importantes. Lo más obvio es que tiene que ver con cómo pensamos sobre las personas en estado vegetativo. Dichos pacientes pueden gemir o moverse sin ser provocados, pero no responden a las órdenes para dar señales de manera intencionada moviendo los ojos o asintiendo con la cabeza. ¿Son esas mentes conscientes, atrapadas en su cuerpo dañado, capaces de percibir pero incapaces de responder? ¿O se han quedado sin conciencia?

Evaluar a estos pacientes por la presencia de conciencia es complicado. Los partidarios de la IIT han desarrollado un procedimiento que puede comprobar la conciencia en una persona que no responde. Primero, establecen una red de electrodos de EEG que pueden medir la actividad eléctrica en el cerebro. Luego, estimulan el cerebro con un pulso magnético suave y registran los ecos de ese pulso. Después, pueden calcular una medida matemática de la complejidad de esos ecos, llamada índice de complejidad perturbational (PCI, por sus siglas en inglés).

En individuos sanos y conscientes, o en personas que tienen daño cerebral pero están claramente conscientes, el PCI siempre está por encima de un umbral concreto. Por otro lado, el 100 % de las veces, si las personas sanas están dormidas, su PCI está por debajo de ese umbral (0,31). Por lo tanto, es razonable tomar el PCI como un sustituto de la presencia de una mente consciente. Si siempre se mide que el PCI de alguien en el estado vegetativo persistente está por debajo de este umbral, podemos decir con confianza que esta persona no resulta consciente de forma disimulada.

Este método se está investigando en varios centros clínicos de EE. UU. y Europa. Otras pruebas buscan validar las predicciones que la IIT hace sobre la ubicación y el momento de las huellas de la conciencia sensorial en los cerebros de los seres humanos, primates no humanos y ratones.

A diferencia del panpsiquismo, las sorprendentes afirmaciones de la IIT pueden comprobarse empíricamente. Si se mantienen, la ciencia podría haber encontrado una manera de cortar un nudo que ha desconcertado a los filósofos desde que existe la filosofía.

Christof Koch es el científico jefe del programa MindScope del Allen Institute for Brain Science de Seattle.

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