Durante 30 años, un patólogo reunió estos órganos de los pacientes de un centro psiquiátrico. Los aproximadamente 100 frascos comprenden el mayor repositorio cerebral del mundo, y los investigadores esperan secuenciar su ADN para correlacionar anomalías genéticas con las físicas
Estas secciones transversales de cerebros humanos se utilizaron para enseñanza. La colección había sido descuidada durante décadas cuando el fotógrafo Adam Voorhes la vio por primera vez, en 2011. Estas imágenes se han tomado del libro que Voorhes publicó sobre los cerebros, en coautoría con Alex Hannaford.
La Universidad de Texas (EE. UU.) tiene una de las colecciones más grandes del mundo de cerebros humanos anómalos conservados. Los aproximadamente 100 frascos contienen cerebros pertenecientes pacientes del centro psiquiátrico del Hospital Estatal de Austin (Austin State Hospital, EE. UU.). El patólogo residente del hospital Coleman de Chenar los reunió durante unos treinta años a partir de la década de 1950.
El comisario de la colección, Tim Schallert, cree que puede servir no solo para la enseñanza, sino también para ayudar a los investigadores a comprender mejor las causas de distintos trastornos psicológicos y neurológicos.
Un frasco, etiquetado como "Síndrome de Down" (arriba), parece contener más de un cerebro y posiblemente otros órganos internos. A muchos frascos les faltan las etiquetas y se sabe poco sobre las personas cuyos cerebros aparecen expuestos.
Algunas anomalías son obvias, como la lisencefalia o "cerebro liso", un trastorno neurológico que generalmente provoca una muerte prematura. Muchos de los cerebros parecen normales, pero revelan alguna hemorragia o hinchazón cuando se disecan.
La colección ha sido escaneada por máquinas de resonancia magnética. Schallert espera recuperar y secuenciar el ADN de estos cerebros para correlacionar las anomalías genéticas con las físicas, incluso sin los historiales médicos de los pacientes.