Sin una directriz clara ni apoyo de los empresarios, muchos trabajadores precarios de EEUU afirman tener miedo de faltar al trabajo o estar demasiado ocupados, y desconocen sus derechos. Expertos y algunas empresas intentan animarles con tiempo libre remunerado para acudir y recuperarse de los efectos secundarios
Donuts gratis. Entradas para un partido de Los Angeles Lakers. La oportunidad de ganar el premio de lotería de un millón de dólares. Y, para las personas en prisión, la posibilidad de recibir visitas por videoconferencia de sus seres queridos.
Estas son algunas de las estrategias con las que estados, ciudades y empresas privadas buscan intentan convencer a los estadounidenses de que se vacunen contra la COVID-19. La idea consiste en presionar a aquellos que solo necesitan un empujón adicional, aunque hasta ahora, existen pocas evidencias de que estos incentivos hayan tenido el impacto que se esperaba.
A medida que aumentan los contagios con la variante delta en todo el país, ofrecer tiempo libre remunerado podría incrementar las tasas de vacunación y proteger a los trabajadores de primera línea y sus comunidades. El tipo de trabajador asalariado remoto que puede desaparecer fácilmente de Zoom durante unas horas para vacunarse obtendría un pequeño beneficio, pero para los millones de empleados que trabajan por turnos y horas, esto podría ser justo lo necesario para que al final se vacunen.
El lugar de trabajo durante la pandemia
Aunque una gran parte de la vida normal se detuvo durante la pandemia, muchas personas tuvieron que seguir haciendo trabajo presencial, a menudo sin prestación por condiciones peligrosas.
Las encuestas realizadas por la Kaiser Family Foundation en junio encontraron que el 65 % de los trabajadores de EE. UU. fueron alentados por sus empresas a recibir la vacuna contra la COVID-19, pero solo el 50 % obtuvo tiempo libre remunerado para recibir la inyección o recuperarse de los efectos secundarios. Los trabajadores de ese grupo tenían más probabilidades de vacunarse, incluso teniendo en cuenta la edad, la raza, los ingresos y la orientación política.
Casi el 20 % de los trabajadores afirmaron que no se habían vacunado porque temían faltar al trabajo o porque estaban demasiado ocupados. Esa proporción aumenta 26 % para los trabajadores negros y 40 % para los hispanos.
Eso deja a la mitad de los trabajadores sin apoyo económico o compensación. Si más empresas animaran a sus trabajadores a vacunarse, especialmente con tiempo libre remunerado, las tasas de vacunación podrían aumentar, según el estudio.
Especialmente sería el caso de los trabajadores negros e hispanos, que ya eran más propensos a contraer la COVID-19, y es más probable que trabajen en puestos de bajos salarios como los del sector servicios o minorista. En la encuesta de KFF, casi el 20 % de los trabajadores afirmaron que no se habían vacunado porque temían faltar al trabajo o porque estaban demasiado ocupados. Esa proporción aumenta 26 % para los trabajadores negros y 40 % para los hispanos.
Algunas empresas ya han ofrecido bonificaciones u otros incentivos. Target ofrece viajes gratis a los sitios de vacunación, Dollar General dará a sus empleados cuatro horas pagadas para ir a vacunarse, e Instacart paga 21 euros a los trabajadores que se vacunen. La empresa no ha querido aclarar cómo decidió esa cantidad, pero afirmA que casi 100.000 trabajadores habían solicitado el pago y lo habían recibido.
No hay una guía clara
El Gobierno federal de EE. UU. ha intentado algunas formas de alentar a los empresarios a ofrecer el tiempo libre remunerado para la vacunación. De acuerdo con el American Rescue Plan (Plan de Rescate Estadounidense), las empresas que ofrecen el tiempo libre remunerado a sus empleados para recibir la vacuna o para recuperarse de los efectos secundarios pueden reclamar créditos fiscales sobre la nómina. Pero es algo voluntario y aún no sabemos cuántas empresas han ofrecido el tiempo libre remunerado a sus trabajadores de esta manera.
Mientras tanto, Nueva York (EE. UU.) y algunos otros estados tienen sus propias leyes para garantizar el tiempo libre pagado para recibir las vacunas contra la COVID-19. Pero las leyes estatales tienen un enfoque fragmentado, y las protecciones o beneficios de los trabajadores dependen en gran medida de sus jefes.
La profesora asociada de derecho de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (EE. UU.) Ifeoma Ajunwa explica que las empresas operan como gobiernos privados, con rienda suelta para gestionar sus negocios. La COVID-19 expuso "el poder limitado que el Gobierno puede ejercer sobre los empresarios", resalta Ajunwa. "La pandemia lo ha hecho realmente evidente, especialmente en lo que respecta a las precauciones por la COVID-19 o los procedimientos de funcionamiento", añade.
Eso significa que los trabajadores deberían investigar para entender sus derechos. El epidemiólogo de la Universidad de Harvard (EE. UU.) que ha escrito sobre la COVID-19 en el lugar de trabajo Justin Feldman detalla: "Si una persona forma parte del 94 % de los trabajadores del sector privado que no están en un sindicato, es posible que no sepa que existe ese beneficio. E incluso si sabe que existe, eso no significa que pueda aprovecharlo sin represalias".
En un comunicado, el Departamento de Trabajo de Nueva York afirmó que había recibido "varias quejas" sobre la violación de la ley de poder salir del trabajo para ir a vacunarse contra la COVID-19 y que "intentaba cobrar los impagos o la compensación para aquellos que no habían sido pagados por el tiempo libre según lo establecido".
Pero incluso las leyes que parecen apoyar, en teoría, podrían no atender a aquellos en los trabajos más precarios. El Departamento de Trabajo de Nueva York ha explicado que cualquier trabajador a quien se le niegue el permiso para la vacunación debe presentar una queja, pero no ha especificado si los trabajadores freelance están incluidos. (Ajunwa asegura que debido a que la ley utiliza la palabra "empleado", no cubriría a los trabajadores freelance, que tampoco obtienen el seguro médico a través del trabajo).
"Una emergencia nacional"
Los expertos en salud pública destacan que no existe una táctica infalible para animar a las personas a vacunarse. El Gobierno podría crear una serie de días libres pagados para que los trabajadores de diferentes sectores reciban las vacunas, pero aún tendríamos que combinarlos con otras estrategias de salud pública, como ir de puerta en puerta, indica Feldman.
Las ideas erróneas sobre la COVID-19 también se deberían abordar: los trabajadores más jóvenes pueden creer que no son susceptibles a los efectos graves de la enfermedad, señala Feldman, especialmente si ya han trabajado presencialmente con precauciones mínimas durante la pandemia y no han enfermado. Puede ser especialmente difícil cambiar de opinión después de escuchar a compañeros, medios de comunicación o comentaristas minimizando el riesgo.
Feldman añade: "Deberíamos tratar la vacunación de las personas como una emergencia nacional, y no como una decisión individual. Tendríamos que probar muchas cosas diferentes al mismo tiempo y ver qué funciona".
"Cuando la gente recibe la información que necesita, basada en la ciencia, las otras zanahorias se parecen más a la guinda del pastel", Rhea Boyd, fundadora de 'The Conversation'.
La pediatra del Área de la Bahía de San Francisco (EE. UU.) Rhea Boyd cree que las personas necesitan más información para que los incentivos puedan persuadirlos. Boyd fundó The Conversation, donde los trabajadores sanitarios negros y latinos ofrecen a sus comunidades información creíble sobre las vacunas contra la COVID-19.
"Un incentivo importante es el interés personal. Cuando la gente tiene la información que necesita, basada en la ciencia, las otras 'zanahorias' se parecen más a la guinda sobre el pastel", escribió Boyd en un correo electrónico.
¿Cómo es eso? La experta señala: "Solo sabremos qué es suficiente cuando todos estén vacunados".
Mientras tanto, el nivel de protección en el trabajo de los empleados de primera línea sigue dependiendo de las cambiantes recomendaciones de salud pública, de las normas de sus propias empresas y de los caprichos de los clientes que pueden optar por cumplir o no con las medidas de seguridad.
Y, aunque las autoridades de salud pública han llevado las clínicas de vacunación a los parques públicos y a las iglesias en un intento de cambiar las opiniones de los ciudadanos, los trabajadores están atentos a lo que dicen y hacen sus jefes.
Ajunwa concluye: "Los trabajadores de todos los sectores reciben indicaciones de sus empresas sobre lo que deberían hacer. Creo que esto resalta la gran influencia que los empresarios tienen sobre la vida de los empleados en Estados Unidos".