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Tecnología y Sociedad

Las tecnologías que ayudan a la arqueología 2.0 a reescribir la historia

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Innovaciones como el LIDAR y la secuenciación de ADN están revelando datos del pasado inaccesibles a las técnicas de investigación tradicionales. Ahora sabemos que muchas ciudades fueron construidas por esclavos negros y es posible visitar sus orígenes mediante recreaciones virtuales

  • por Annalee Newitz | traducido por Ana Milutinovic
  • 18 Mayo, 2021

Los obreros que trabajaban en la zona del Bajo Manhattan de Nueva York (EE. UU.) en 1991 estaban preparando el terreno para un nuevo edificio federal cuando desenterraron cientos de ataúdes. Cuanto más excavaban, más encontraban, y finalmente descubrieron casi 500 esqueletos, muchos enterrados junto a artículos personales como botones, conchas y joyas. Las investigaciones posteriores revelaron que los restos tenían entre 200 y 300 años, y todos eran africanos y afroamericanos.

Este descubrimiento coincidió con un punto de inflexión en la historia científica. Los avances en el análisis químico y genético permitieron a los investigadores averiguar dónde habían nacido muchas de estas personas, qué tipo de desafíos físicos habían sufrido e incluso qué ruta habían tomado desde África para llegar a América del Norte. El sitio, conocido como el Cementerio Africano o African Burial Ground, se convirtió en uno de los descubrimientos arqueológicos más conocidos del país y actualmente es un monumento nacional.

El antropólogo del College of William & Mary Joseph Jones, quien participó en la investigación de los restos, me contó que la ciencia avanzaba incluso más mientras su equipo todavía excavaba. Al inicio de su excavación, analizaron los restos de los esqueletos con las mismas técnicas que los arqueólogos habían usado durante casi un siglo, midiendo el tamaño de los huesos y observando los daños que habían sufrido para deducir los detalles de la vida de esas personas. Sin embargo, hoy en día el equipo usa las técnicas modernas con las que las generaciones previas de investigadores solo podían soñar: láseres para cortar trozos muy pequeños de esmalte dental para analizar los isótopos atrapados en su interior y secuenciaciones del ADN antiguo para relacionar a las personas que murieron hace siglos con sus descendientes. 

El Cementerio Africano también fue encontrado en una época de descubrimientos culturales. Los historiadores investigaban el papel que tenían las personas esclavizadas en la construcción de las ciudades del norte, mientras que los investigadores negros como Henry Louis Gates Jr. y escritoras como Toni Morrison destacaban el papel de los afroamericanos en la historia de Estados Unidos.

Usando tecnologías de detección remota como LIDAR, los investigadores pueden descubrir la red completa de una ciudad, lo que nos da una mejor idea de cómo era pasear por los barrios y mirar las tiendas.

El análisis científico del sitio añadió interesantes datos a estos movimientos sociales y cambió la forma en la que muchos estadounidenses veían la fundación de su nación. Reveló que las personas esclavizadas de África habían construido muchas de las ciudades en las que los estadounidenses viven todavía en la actualidad, en el norte y en el sur. Y mostró cómo pasamos de ser una especie nómada que viajaba en pequeños grupos a compartir hábitats densamente poblados con millones de personas.

El proyecto African Burial Ground fue uno de los primeros en utilizar un nuevo conjunto de herramientas de "bioarqueología" que iban mucho más allá de los tradicionales picos y cepillos. Pero esta fue simplemente la primera etapa de una revolución arqueológica mucho más amplia que reunió a científicos y humanistas para generar datos sobre nuestros antepasados. Hoy en día, los investigadores complementan la bioarqueología con fotografías en 3D, LIDAR, imágenes de satélite y mucho más. 

Este tipo de exploración de alta tecnología, a veces llamada "arqueología de datos", se adapta bien al estudio de la historia urbana. Usando tecnologías de detección remota como LIDAR, los investigadores pueden descubrir la red completa de una ciudad, lo que nos da una mejor idea de cómo habría sido pasear por los barrios y mirar las tiendas. Este tipo de datos permite recreaciones digitales precisas, lo que significa que los historiadores pueden convertir un sitio remoto e inaccesible en algo que cualquiera podría visitar online

Estos datos también democratizan la historia: los investigadores ya pueden examinar cientos, si no miles, de restos y procesar grandes conjuntos de datos para comprender las experiencias de la gente común, no solo de los pocos afortunados que poseían las tierras, estampaban sus nombres en monumentos u ocupaban algún cargo público.

Lo que dicen los dientes

La arqueología de datos resulta especialmente buena para los historiadores que estudian las ciudades porque los lugares urbanos a menudo contienen historias de inmigrantes que de otra manera serían difíciles de rastrear. El bioarqueólogo Michael Blakey, que ha dirigido el proyecto African Burial Ground desde principios de la década de 1990, reconoció que su equipo nunca habría sabido de dónde venían las personas en el cementerio si no hubieran podido realizar varios tipos de análisis químicos en el esmalte de sus dientes.

Como este esmalte se acumula en las capas a medida que las personas maduran, los químicos pueden estudiar una sección transversal del diente y descubrir a qué sustancias estuvieron expuestas las personas cuando eran niños. Es un poco como analizar los anillos de los árboles, donde cada capa de esmalte representa un período de la vida de una persona.

punto de información genética

Inmediatamente, encontraron una marcada línea divisoria entre las personas nacidas en África y las nacidas en las Américas: el plomo. Aunque las civilizaciones africanas trabajaban con una variedad de metales, el plomo fue utilizado casi exclusivamente por los europeos, para cosas como pipas y platos de peltre. Cualquiera que tenga plomo en el esmalte de los dientes de la infancia nació casi con certeza en esa zona

Con el desarrollo de la ciencia, el grupo de Blakey también utilizó una técnica llamada análisis de isótopos de estroncio para descubrir más sobre el origen de los restos. Cuando las personas comen y beben en un área específica durante mucho tiempo, sus dientes absorben una pequeña cantidad de estroncio, un elemento que se filtra del suelo rocoso a los alimentos y al agua potable. El estroncio de las masas terrestres más antiguas tiene una firma química ligeramente diferente que el estroncio de las más nuevas, por lo que observar los isótopos en el esmalte de los dientes de las personas permite determinar aproximadamente dónde vivieron durante toda su vida.

Las herramientas 2.0 del oficio

  • Georradar: utiliza ondas de radio de alta frecuencia que atraviesan la superficie de la Tierra, chocan con los objetos y estructuras que hay debajo y rebotan en un receptor sobre el suelo que registra estos patrones. Ya común en geología, los arqueólogos han ampliado su uso en los últimos años.

  • Secuencia del ADN: ha revolucionado la arqueología al permitir un análisis detallado de los restos capaz de revelar la historia familiar y los patrones de migración de una persona. Algo parecido a las pruebas genómicas que se hacen en casa, pero para los huesos.

  • Fotogrametría: implica capturar la información en 3D sobre una ubicación u objeto con una variedad de técnicas, que incluyen radar y sónar. También puede contar con LIDAR, el sistema láser que mide los reflejos para calcular la distancia, y se usa para la dirección láser y en algunos coches autónomos, por ejemplo.

  • Análisis de isótopos: se utiliza en arqueología para rastrear la historia de un elemento. Al buscar firmas químicas en los objetos y el material orgánico, como los huesos en el Cementerio Africano, esta técnica puede determinar su edad y procedencia.

Blakey afirma que el hecho de estudiar esto permitió a su equipo descubrir que algunas de las personas enterradas en la actual Nueva York pasaron su infancia en África, pero luego vivieron durante algún tiempo de su adolescencia en el Caribe, donde a menudo se enviaba a los hombres esclavizados por "temporadas" o, como lo describe Blakey, para "machacarlos". La diáspora se reveló en un solo diente.

Desde entonces, los arqueólogos han utilizado esta técnica para explorar cómo se han desarrollado las ciudades en todo el mundo. Como resultado, ya sabemos que la antigua Roma estaba llena de inmigrantes de toda Europa y África del Norte. En las Américas, los arqueólogos han descubierto cómo algunas ciudades indígenas como Cahokia en el sur de actual Illinois (EE. UU.) fueron colonizadas por personas nacidas en otros lugares. Incluso una ciudad de 9.000 años como Çatalhöyük en el centro de Turquía estaba poblada por gente que venía de lejos.

A partir de esta investigación, sabemos que los inmigrantes han estado construyendo y viviendo en las ciudades desde que estas existen. Algunos, como las personas esclavizadas en Nueva York, vinieron en contra de su voluntad. Otros vinieron por su cuenta en busca de trabajo o una vida mejor, de la misma manera que lo hacen hoy en día los inmigrantes cargados de esperanzas.

Reducir daños

Mientras los datos bioarqueológicos pueden revelar mucho sobre quién vivía en una ciudad, los datos de los sensores sofisticados pueden decir exactamente dónde vivían y qué tipo de trabajo realizaban. Ahí es donde entra en juego el georradar o el GPR. Una de las grandes tragedias en muchos sitios enterrados es que la excavación a menudo destruye las capas entre la superficie y los objetos más profundos, aunque esas capas también pueden ser valiosas. Al igual que el radar tradicional, el GPR emite ondas de radio y mide cómo rebotan para localizar objetos y para evitar una destrucción no deseada.

En Pompeya (Italia), por ejemplo, los investigadores han utilizado recientemente este tipo de radar para identificar áreas de exploración en una parte de la ciudad que ha permanecido enterrada bajo las cenizas durante 2.000 años. Solo dos tercios de Pompeya se han excavado en los últimos tres siglos y, durante la mayor parte de ese tiempo, el trabajo se hizo con picos. Pero los investigadores se están acercando al último tercio de la ciudad con tantas herramientas de alta tecnología como pueden.

A principios de 2021, su cuidado valió la pena: los investigadores descubrieron un bar excelentemente conservado donde los trabajadores habrían disfrutado de una comida rápida y un poco de vino. Aún más sorprendente fue el descubrimiento de un carro ceremonial raro e intacto que se habría utilizado en desfiles y que ayudó a modelar cómo pudo haber sido el tráfico en las calles romanas.

El georradar también puede revelar varios niveles de historia. Un reciente estudio de una casa palaciega en Pompeya, por ejemplo, mostró que había sido construida sobre los cimientos de un edificio mucho más antiguo. Esto sugiere que esa zona era un enclave para ricos incluso antes de que los romanos ocuparan la ciudad a partir del año 89 a. C.

Una mirada bajo tierra reveló que los trabajadores reconstruyeron la casa, ampliando considerablemente sus jardines después de un gran terremoto en el año 62. Según la arqueóloga de la Universidad de Cornell (EE. UU.) Caitlín Barrett y sus colegas, sus hallazgos "prometen reescribir la historia de uno de los barrios más antiguos y políticamente prominentes de Pompeya". 

Desafortunadamente, no toda la arqueología se puede realizar con la teledetección. Debido a que la mayoría de las ciudades están construidas en capas, con las estructuras más antiguas enterradas gradualmente debajo de las nuevas, las excavadoras deben destruir las capas superiores para llegar más atrás en el tiempo. Es por eso que la fotogrametría, la práctica de capturar información 3D con sónar, LIDAR y cámaras digitales, es el máximo estándar en casi todos los grandes sitios de excavación. 

Con estos métodos, los investigadores pueden detectar los detalles de una estructura hasta el milímetro y usar software para recrearlos. Esto es especialmente importante en los sitios como Çatalhöyük, donde los investigadores deben excavar a través de una capa superior de la ciudad para llegar a las estructuras más antiguas que se encuentran debajo. Al escanear primero esas capas superiores, pueden volver a visitar virtualmente cualquier estructura que haya tenido que ser destruida.

Visitas virtuales

Los datos de la fotogrametría también representan la columna vertebral del galardonado proyecto Virtual Angkor, que recrea la ciudad que durante 500 años fue la capital del Imperio Khmer del sudeste asiático hasta que fue saqueada en 1431. Virtual Angkor es una colaboración entre SensiLab de la Universidad de Monash, la Universidad de Flinders (ambas en Australia) y la Universidad de Texas en Austin (EE. UU.), y utiliza escaneos 3D de áreas alrededor del templo budista de Angkor Wat para crear visualizaciones impresionantes (algunas en movimiento, otras fijas) de lo que la gente común habría visto cuando visitaba la ciudad alrededor del año 1300. 

Virtual Angkor también fue posible gracias a otro gran avance en la recopilación de datos arqueológicos. Durante cientos de años, el diseño de Angkor permaneció oculto bajo la jungla. Eso cambió a principios de la década de 2010 cuando el arqueólogo de la Escuela Francesa del Lejano Oriente Damian Evans y su equipo utilizaron un LIDAR colocado en un helicóptero para trazar mapas alrededor de los recintos del templo. Lo que encontraron cambió la comprensión mundial de esta ciudad tropical. 

Cuando miramos los relucientes rascacielos y la enorme expansión de las megaciudades de hoy en día, es fácil olvidar los viejos huesos que se encuentran debajo.

El LIDAR funciona haciendo rebotar los rayos láser en la superficie del suelo y de vuelta a un receptor; el tiempo de esos reflejos indica lo lejos que viajó la luz antes de chocar con algo. Era la herramienta perfecta para revelar los caminos, los cimientos de las casas y las piscinas que antes llenaban el paisaje. Con los mapas LIDAR, los arqueólogos pudieron por fin verificar que Angkor había sido el hogar de casi un millón de personas en su apogeo, una afirmación que había sido muy discutida.

Virtual Angkor usó estos mapas para crear una cuadrícula detallada del centro de la ciudad, completándola con imágenes de los barrios modestos donde habrían vivido los trabajadores manuales e inmigrantes. Como estas personas vivían en casas de madera que se habían descompuesto hace mucho tiempo, resultaba difícil para las generaciones pasadas de arqueólogos saber dónde vivía la gente en las áreas que rodeaban el palacio de piedra de Angkor o incluso si vivían ahí. Pero gracias a los estudios con LIDAR, los arqueólogos ya pueden ver muchas hectáreas de cimientos alineados a lo largo de las carreteras. 

La fotogrametría puede informarnos sobre el arte y la arquitectura del Imperio Khmer, pero el LIDAR nos habla de la vida de las personas que construyeron esta legendaria metrópolis. Al utilizar las tecnologías avanzadas para desarrollar nuevos tipos de conjuntos de datos, los arqueólogos del Cementerio Africano también descubrieron la vida de los constructores de la ciudad. Y el análisis de isótopos que reveló el pasado olvidado de Nueva York también nos ha mostrado a los inmigrantes que habían construido las antiguas ciudades romanas. 

Cuando miramos los relucientes rascacielos y la enorme expansión de las megaciudades de hoy en día, es fácil olvidar los viejos huesos que se encuentran por debajo. Pero con el mayor avance de la ciencia, más nos acercamos a apreciar quién construyó nuestro mundo y cómo fueron realmente sus vidas.

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