Inyectar ambas dosis en el plazo recomendado podría ser menos eficaz para frenar la pandemia que ofrecer solo la primera al doble de gente en menos tiempo
Los retrasos en la producción, los desafíos logísticos e incluso las condiciones climáticas están ralentizando y obstaculizando las campañas de vacunación contra el coronavirus (COVID-19) en casi todos los lugares del mundo. La demanda supera la oferta y con creces.
Además, la conocida como variante británica, más transmisible que la original, está ganando terreno y rápidamente se convertirá en la cepa dominante en EE. UU., según el modelo de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del país. Eso provocará un aumento de casos, hospitalizaciones y muertes. "Ese huracán se acerca", aseguró el director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas (CIDRAP) de la Universidad de Minnesota (EE. UU.), Michael Osterholm, el 31 de enero durante su intervención en el programa semanal Meet the Press de la televisión estadounidense.
Un número creciente de expertos en salud pública cree que, para salvar vidas, el Gobierno federal de EE. UU. debería cambiar su estrategia de vacunación rápidamente.
De momento, el país está administrando dos tipos de vacunas, una de Pfizer y otra de Moderna, cada una de las cuales requiere dos dosis administradas en un periodo de entre tres o cuatro semanas. Pero los estudios sugieren que incluso la primera dosis ofrece una buena protección contra la enfermedad. (La tercera vacuna de una sola inyección de Johnson & Johnson recibió la autorización de la FDA el 27 de febrero, y las primeras dosis se administrarán esta semana). Algunos expertos creen que, en vez de mantener ese plan, las autoridades sanitarias deberían dar prioridad a la administración de una sola inyección a la mayor cantidad posible de personas de alto riesgo. La vacuna de refuerzo podría esperar hasta que pase el repentino repunte de casos y haya más dosis disponibles.
En un informe publicado el 23 de febrero, Osterholm y sus colegas calculan que priorizar temporalmente las primeras dosis para las personas mayores de 65 años podría salvar hasta 39.000 vidas. "Existe una pequeña ventana de oportunidad que se cerrará rápidamente para usar las vacunas de una manera más efectiva y potencialmente prevenir miles de casos graves, hospitalizaciones y muertes en las próximas semanas y meses", escriben los autores.
Reino Unido adoptó una estrategia parecida en diciembre, y Quebec anunció en enero que dejaría de reservar las inyecciones de refuerzo y trataría de vacunar a la mayor cantidad posible de personas, retrasando la segunda inyección hasta 90 días.
Pero muchos expertos en salud pública, incluidos los principales asesores de la administración del presidente, Joe Biden, argumentan que no hay suficientes datos para cambiar a la estrategia de dosis única. Les preocupa que el aplazamiento de la segunda dosis deje a las personas vulnerables a la infección y potencialmente dé lugar a nuevas variantes capaces de esquivar la respuesta inmunitaria. También hay que considerar la logística. Cambiar de estrategia en este punto complicaría la organización.
La epidemióloga de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (EE. UU.) y miembro de la Junta Asesora sobre la COVID-19 de Biden Céline Gounder afirma: "Realmente se rompería el sistema actual, que ya es muy frágil". También podría perjudicar a la ya delicada confianza de la sociedad en la vacuna.
En una rueda de prensa el 19 de febrero, el principal asesor médico del presidente Biden, Anthony Fauci, afirmó: "Dada la información que tenemos en este momento, seguiremos confiando en la eficacia documentada científicamente y la respuesta óptima después de una primera dosis seguida de otra de refuerzo". Por su parte, el alto consejero de la Casa Blanca sobre la respuesta a la COVID-19, Andy Slavitt, coincide: "La recomendación de la FDA es de administrar dos dosis, como siempre ha sido".
La gran pregunta sobre la protección
El debate gira en torno a cuánta protección ofrece realmente una dosis y cuánto dura.
En sus grandes ensayos clínicos, Moderna y Pfizer detectaron una buena eficacia incluso antes de la segunda inyección. La primera dosis de la vacuna de Pfizer proporcionó un 52 % de protección contra los casos sintomáticos, y la de Moderna logró una eficacia del 80 %. Pero esas cifras se refieren a los días inmediatamente posteriores a la vacunación, cuando el sistema inmunológico todavía estaba creando una respuesta. Cuando los investigadores analizaron la eficacia dos semanas después de la primera dosis, las cifras fueron mucho más altas. Un análisis sugiere que la vacuna de Pfizer alcanzó una eficacia de casi el 92 % antes de la segunda inyección. La primera dosis de la inyección de Moderna tuvo una eficacia del 92 % después de dos semanas.
Una nueva investigación sugiere que una única dosis también podría ofrecer cierta protección en un entorno del mundo real. En un nuevo estudio en la revista New England Journal of Medicine, los investigadores examinaron los registros médicos de casi 600.000 personas vacunadas en Israel y el mismo número de controles. La primera dosis de la vacuna de Pfizer tuvo una efectividad del 46 % contra la infección por SARS-CoV-2 entre los días 14 y 20. La inyección funcionó aún mejor para prevenir la hospitalización y la muerte: la protección fue del 74 % y 72 %, respectivamente.
Otro estudio realizado en Israel, que aún no se ha publicado ni se ha revisado por pares, analizó a más de 350.000 personas que recibieron una dosis de la vacuna de Pfizer. Compararon la cantidad de infecciones por SARS-CoV-2 en los primeros 12 días, antes de que el sistema inmunológico aprendiera a reconocer la proteína de espiga del virus, con la cantidad de infecciones entre los días 13 y 24. Descubrieron que la primera dosis provocaba una reducción del 51 % de las infecciones confirmadas por SARS-Cov-2, con o sin síntomas.
Los hallazgos de Reino Unido también parecen reforzar la idea de la estrategia de retrasar la segunda dosis. Un estudio en preprint incluyó aproximadamente a 19.000 trabajadores sanitarios en Inglaterra que recibieron la vacuna de Pfizer. Una sola dosis de la vacuna redujo el riesgo de infección en un 72 % después de tres semanas.
Pero Gounder señala que no está claro cuánto dura la protección. "Es un área sin datos".
Existe la preocupación de que la protección disminuya rápidamente sin la dosis de refuerzo, y los investigadores han encontrado algunas señales que respaldan esa teoría en Escocia. En un documento en preprint, el equipo informó que una dosis de la vacuna de Pfizer mostró un 85 % de protección contra la hospitalización aproximadamente un mes después de la inmunización. Pero luego esa protección empezó a disminuir, cayendo del 85 % en su punto máximo al 58 % tras seis semanas o más de la fecha de la primera inyección.
Aumento de las variantes
La caída en la protección no es el único motivo de preocupación. Algunos expertos temen que tener tantas personas parcialmente inmunizadas podría impulsar la aparición de nuevas variantes que evitan el sistema inmunológico. Las personas que reciben una dosis de la vacuna tienen niveles más bajos de anticuerpos, lo que podría dejarlas vulnerables a la infección. Si el virus se replica y muta en presencia de una respuesta inmunitaria parcial, las variantes mutantes podrían tener ventaja y capacidad de evadir el sistema inmunológico. Fauci planteó esta idea en una reciente rueda de prensa.
El ecologista de enfermedades del Centro de la Dinámica de Enfermedades Infecciosas de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE. UU.) Andrew Read lleva dos décadas estudiando la resistencia a las vacunas. Reconoce que la administración de dosis únicas podría dar lugar a nuevas variantes. Pero esta preocupación teórica es menos importante que proteger a la mayor cantidad posible de personas en este momento.
"La historia de la vacunación muestra que, incluso cuando surgen estas variantes, las vacunas nunca son inútiles", explica. Las dosis únicas pueden ser menos efectivas, pero no inútiles. Y si surgieran nuevas variantes, los fabricantes podrían adaptar las vacunas para abordar ese problema. Moderna afirma que ya está creando una nueva vacuna diseñada para atacar la variante registrada por primera vez en Sudáfrica, por ejemplo.
LaLa bióloga evolutiva de la Universidad de Chicago (EE. UU.) Sarah Cobey, no cree que los temores por las nuevas variantes deban detener la administración de tantas dosis como sea posible. Para la mayoría de la gente, la COVID-19 es una infección "repentina y corta", no duradera. Eso no deja mucho tiempo para la presión selectiva. La científica opina: "No creo que vayamos a ver la aparición repetida de nuevas variantes". Cuando estas surgen, las personas parcialmente inmunizadas son más susceptibles que las personas que han sido completamente vacunadas. Pero mientras la vacuna brinde cierta protección, la tasa de propagación y la prevalencia deberían disminuir.
De hecho, Cobey y sus colegas han redactado un documento técnico, que se publicará pronto, en el que argumentan que priorizar la administración de las primeras dosis podría frenar la aparición de las nuevas variantes. "Cuando hay poblaciones virales más grandes y mayores tasas de crecimiento de las poblaciones virales, se crea un cambio evolutivo más rápido. La mejor manera de reducir la propagación de las variantes y la evolución adaptativa del virus en general es rebajando su población al máximo posible", subraya el epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard (EE. UU.) y coautor del artículo Marc Lipsitch.
¿Qué camino tomar?
Aunque no todos los expertos están de acuerdo en que priorizar las primeras dosis es el mejor enfoque, podría haber un término medio. La creciente evidencia sugiere que las personas que ya han contraído el coronavirus tienen una sólida respuesta a la primera dosis y es posible que no necesiten una segunda inyección. La microbióloga de la Escuela de Medicina Icahn en el Hospital Monte Sinaí (EE. UU.) Viviana Simon confirma: "Creemos que los supervivientes de la COVID-19 solo necesitan una dosis única para lograr el mismo nivel de anticuerpos y la neutralización", afirma.
Limitar a una dosis a las personas que se han recuperado de la COVID-19 podría poner a disposición millones de dosis de la vacuna. Reducir las dosis también ayudaría a abordar el problema de la escasez. Un nuevo estudio sugiere que dos medias dosis de la vacuna de Moderna genera aproximadamente los mismos niveles de anticuerpos que la dosis completa.
En un mundo ideal, las vacunas serían abundantes y todos recibirían dos dosis completas a tiempo. Pero dada la situación actual, el camino parece claro. Read afirma: "Estamos tratando de sacar lo mejor de una mala situación. No hay suficientes vacunas para todos". Y, dado que no podemos lograr la perfección, concluye: "Tenemos que conseguir que la mayor cantidad posible de personas sean lo más inmunes posible lo más rápido posible".