Las adolescentes se han convertido en conejillos de Indias de las herramientas de realidad aumentada de las redes sociales que distorsionan el aspecto físico. Lo que empezó como un juego podría crear una epidemia de trastornos mentales asociados a la dismorfia corporal que provocan, sobre todo en chicas jóvenes
Veronica empezó a usar filtros para editar sus selfies cuando tenía 14 años. Recuerda que todos sus compañeros del instituto estaban ilusionados con la tecnología cuando se lanzó, y se divertían jugando con ella. "Fue una especie de broma. La gente no intentaba verse guapa cuando usaba los filtros", recuerda.
Pero su hermana pequeña, Sophia, que en ese momento estaba en quinto, no está de acuerdo. La joven confiesa: "Definitivamente sí, mis amigos y yo lo intentábamos. ¿Chicas de 12 años con acceso a algo que hacía que no pareciera que tenían 12? Eso fue lo más genial de todo. Nos veíamos guapasísimas".
Cuando los filtros faciales de realidad aumentada (RA) aparecieron por primera vez en redes sociales, eran un truco. Permitían ponerse una especie de disfraz virtual: cambiarse la cara para parecer un animal, o tener bigote, por ejemplo.
Sin embargo, actualmente, cada vez más jóvenes, especialmente chicas adolescentes, utilizan filtros que "embellecen" su apariencia y prometen ofrecer el aspecto de una modelo perfeccionando, reduciendo, mejorando y recoloreando sus rostros y cuerpos. Veronica y Sophia son ávidas usuarias de Snapchat, Instagram y TikTok, donde estos filtros son populares entre millones de personas.
"Los filtros de belleza cambian ciertas cosas de nuestra apariencia y puede arreglar algunas partes".
Deslizando el dedo y haciendo clics, la variedad de filtros faciales les permite ajustar su propia imagen e incluso elegir entre diferentes identidades, con mucha facilidad y flexibilidad.
Veronica, que ahora tiene 19 años, busca hacia atrás para ver las fotos de antes en su iPhone. Se detiene en una y dice: "Espera. Oh, sí... definitivamente estaba intentando parecer más guapa". Me muestra una foto de una versión más arreglada de sí misma. Parece seductora. Sus ojos están muy abiertos, los labios ligeramente separados y su piel luce bronceada y maquillada. Y añade: "Esa soy yo con 14 años". Parece angustiada por la imagen. Aun así, admite que utiliza filtros casi todos los días.
"Uso los filtros faciales porque hay ciertas cosas que quiero se vean diferentes", explica. "Así que, si no llevo maquillaje o si creo que no estoy muy guapa, el filtro de belleza cambia ciertas cosas de mi apariencia y puede arreglar algunas partes".
Los filtros faciales que se han vuelto comunes en las redes sociales probablemente representan el uso más extendido de la realidad aumentada. Los investigadores aún no saben qué impacto puede tener el uso prolongado de la realidad aumentada, pero sí saben que existen riesgos reales, y con los filtros faciales, las que corren ese riesgo son las chicas jóvenes, quienes han acabado siendo sujetos de un experimento que mostrará cómo la tecnología cambia la manera en la que creamos nuestras identidades, nos representamos a nosotros mismos y nos relacionamos con los demás. Y todo eso está ocurriendo casi sin supervisión.
El auge de la cultura 'selfie'
Los filtros de belleza son básicamente herramientas automatizadas de edición de fotos que utilizan inteligencia artificial (IA) y visión artificial para detectar rasgos faciales y cambiarlos.
Utilizan visión artificial para interpretar las cosas que ve la cámara y las ajustan de acuerdo con las reglas establecidas por el creador de los filtros. Un ordenador detecta una cara y luego superpone una plantilla facial invisible que consta de docenas de puntos, creando una especie de malla topográfica. Después, un universo de gráficos fantásticos se puede adjuntar a la malla. El resultado puede ser cualquiera, desde cambiar el color de los ojos hasta colocar unos cuernos de diablo en la cabeza de una persona.
Los filtros de vídeo en tiempo real son un avance reciente, pero los filtros de belleza en general son una extensión del fenómeno de los selfies de hace unas décadas, que tiene sus raíces en la cultura japonesa "kawaii", obsesionada con la belleza (típicamente de chicas), y se desarrolló cuando los purikura (cabinas de fotos que permitían a los clientes decorar sus autorretratos) se convirtieron en elementos básicos de las salas japonesas de videojuegos a mediados de la década de 1990. En mayo de 1999, el fabricante japonés de productos electrónicos Kyocera lanzó el primer teléfono móvil con cámara frontal, y los selfies se volvieron muy populares.
El auge de MySpace y Facebook internacionalizó los selfies a principios de la década de 2000, y el lanzamiento de Snapchat en 2011 marcó el inicio de la iteración que vemos hoy en día. La app ofrecía mensajes rápidos a través de las imágenes y el selfie era un medio ideal para comunicar visualmente las reacciones, los sentimientos y los estados de ánimo. En 2013, el Diccionario de Oxford seleccionó "selfie" como la palabra del año, y en 2015 Snapchat había adquirido la empresa ucraniana Looksery y lanzó la función "Lenses", para el deleite de la pandilla de Veronica.
Los filtros ya son comunes en las redes sociales, aunque tienen diferentes formas. Instagram agrupa los filtros de belleza con sus otros filtros faciales de realidad aumentada, como los que añaden orejas y lengua de perro a la cara de una persona. Snapchat ofrece una galería de filtros que los usuarios pueden elegir a través de los efectos de belleza en su cámara de selfie. Por otro lado, el filtro de belleza de TikTok es parte de la función "Enhance" o (Embellecer), donde los usuarios pueden activar ese modo estándar en cualquier publicación.
Y son increíblemente populares. Solo Facebook e Instagram afirman que más de 600 millones de personas han utilizado al menos uno de los efectos de RA asociados con los productos de cada empresa. Un portavoz dijo que los filtros de belleza son una "categoría popular" de efectos, pero no quiso dar más detalles. Hoy en día, según Bloomberg, casi una quinta parte de los empleados de Facebook, alrededor de 10.000 personas, están trabajando en los productos de RA y RV (realidad virtual), y Mark Zuckerberg lo explicó recientemente a The Information: "Creo que para nosotros tiene sentido invertir bastante más para ayudar a dar forma a lo que considero que será la próxima gran plataforma informática, la combinación de la realidad virtual y aumentada".
Las chicas jóvenes han acabado siendo sujetos de un experimento que mostrará cómo la tecnología cambia la manera en la que creamos nuestras identidades, nos representamos a nosotros mismos y nos relacionamos con los demás.
Snapchat presume de sus propios asombrosos números. Su portavoz especificó que "200 millones de usuarios activos ven o juegan con Lenses todos los días para transformar su apariencia, aumentar el mundo que los rodea, jugar y aprender", y añadió que más del 90 % de los jóvenes en EE. UU., Francia y Reino Unido utilizan los productos de RA de la empresa.
Otra medida de la popularidad podría ser la cantidad de filtros que existen. La mayoría de los que ofrecen los productos de Facebook son creados por usuarios externos, y en el primer año de disponibilidad de sus herramientas, más de 400.000 creadores lanzaron más de 1,2 millones de efectos. Hasta septiembre de 2020, más de 150 cuentas de creadores habían superado mil millones de visitas.
Los filtros faciales de las redes sociales pueden parecer tecnológicamente poco impresionantes en comparación con otros usos de la RA, pero el director y fundador del Laboratorio de Interacción Humano-Virtual de la Universidad de Stanford (EE. UU.), Jeremy Bailenson, opina que los filtros de cachorros en tiempo real son en realidad una gran hazaña tecnológica.
"Es difícil hacer eso técnicamente", asegura. Pero gracias a las redes neuronales, la IA puede ayudar a conseguir el tipo de procesamiento de datos requerido para la alteración de un vídeo en tiempo real. Y la forma en la que ha prosperado en los últimos años sorprende incluso a los investigadores veteranos como él.
Una comunidad "hermosa"
Muchas personas disfrutan de los filtros y las lentes, como usuarios y como creadores. La maquilladora y fotógrafa Caroline Rocha afirma que los filtros, y en particular los de Instagram, le dieron un salvavidas en un momento crucial. En 2018, Rocha estaba pasando por un mal momento personal: alguien que ella quería mucho había muerto y luego ella sufrió un derrame cerebral que resultó en una parálisis temporal de su pierna y una parálisis permanente de su mano. La situación se volvió tan insoportable que hasta intentó suicidarse.
La fotógrafa recuerda: "Solo quería salir de mi realidad. Mi realidad era oscura. Fue muy duro. Pasaba mis días dentro de cuatro paredes". Los filtros le parecieron un gran descubrimiento. Le dieron "la oportunidad de viajar... experimentar, probar maquillaje, ponerme alguna joya", explica, y añade: "Me abrieron una gran ventana".
Había estudiado historia del arte en la escuela y los filtros de Instagram le parecían un mundo profundamente humano y artístico, lleno de posibilidades y conexiones. Se hizo amiga de algunos creadores de RA cuya estética le gustaba. A través de eso, se convirtió en "influencer de filtros", aunque admite que odia ese término: prueba diferentes filtros y los critica para cada vez un mayor número seguidores. Con el tiempo, empezó a crear filtros por sí misma.
Rocha conectó con varios creadores, como el artista y diseñador de RA Marc Wakefield, que se especializa en los efectos oscuros y fantásticos. (Uno de sus éxitos es "Hole in the Head", en el que un agujero transparente sustituye la cara del sujeto.) La comunidad era "muy cercana y útil", incluso "hermosa", afirma Rocha. Ella no tenía ninguna experiencia técnica cuando comenzó a crear efectos de RA y pasó horas estudiando tutoriales con la ayuda de otros.
Su primer filtro viral se llamaba "Alive": superpuso el pulso eléctrico del latido del corazón justo a través de la cara de su sujeto. Después de un momento, la línea se distorsiona en un corazón que rodea un ojo mientras los destellos de luz de colores iluminan la pantalla. Rocha confiesa que fue un homenaje a la propia historia de su enfermedad mental.
La experiencia de Rocha no es inusual: muchas personas disfrutan de la diversión de esta tecnología. Facebook describe los efectos de RA como una forma de "hacer que cualquier momento sea más divertido para compartir", mientras que Snapchat explica que el objetivo de Lens "es proporcionar efectos creativos lúdicos y divertidos que permitan a nuestra comunidad expresarse libremente".
Pero Rocha ha cambiado de opinión. Esa idea artística de los filtros ahora le parece idealista, sobre todo porque no refleja el uso de la mayoría de la gente. Los filtros artísticos o divertidos pueden ser populares, pero acaban siendo eclipsados por los filtros de belleza.
Tanto Facebook como Snapchat se mostraron reacios a proporcionar cualquier información sobre la diferencia entre los filtros que solo mejoran la apariencia y los más novedosos. Los creadores de Facebook clasifican sus propios filtros en 17 grupos ambiguos, cuyos nombres incluyen "Apariencia", "Selfie", "Estado" y "Estilos de cámara". "Apariencia" está entre las 10 categorías más populares, afirmó el portavoz de Facebook, pero no quiso dar más detalles.
Rocha ve a muchas mujeres en las redes sociales que usan filtros continuamente. Y afirma: "No quieren ser vistas sin estos filtros, porque en su cabeza piensan que son así. Para mí, todo eso se volvió un poco enfermizo".
De hecho, ella misma tuvo problemas con eso. Y confiesa: "Siempre he luchado contra este tipo de falsedad. Pero yo decía: 'Vale, tengo que cambiar mi imagen. Tengo que hacer que mi nariz sea más pequeña y los labios más grandes porque me veo fea'. Y luego me daba cuenta: 'A ver, no, yo no soy así. Quiero sentirme guapa sin cambiar estas cosas'".
Rocha cree que la cultura obsesionada con la belleza de los filtros de RA se ha vuelto cada vez más decepcionante. Y añade: "Ha cambiado porque, desde mi punto de vista... la nueva generación de creadores solo quiere el dinero y la fama. Hay un mal ambiente en la comunidad. Ahora todo se basa en la fama y en el número de seguidores, y creo que es triste, porque creamos arte y se trata de nuestras emociones... Es muy triste lo que está pasando actualmente".
"No creo que se trate solo de filtrar la imagen real, sino de filtrar toda la vida".
Veronica, la adolescente, afirma notar los mismos patrones: "Si alguien se retrata por completo a sí mismo en un filtro y solo publica fotos con filtros que cumplen con todos los estándares de belleza y gana seguidores y dinero con el estándar de belleza que tenemos en este momento, no sé si eso es algo genial o terrible".
La investigadora de la Universidad de Gales del Sur (Reino Unido) Claire Pescott estudia el comportamiento de los preadolescentes en las redes sociales. En los grupos focales, ha observado una diferencia de género cuando se trata de los filtros. Y detalla: "Todos los chicos dijeron: 'Son muy divertidos. Me gusta ponerme esas orejas graciosas, compartirlas con mis amigos y nos reímos'". Las chicas jóvenes, sin embargo, ven los filtros de RA principalmente como una herramienta de embellecimiento, y añade: "[Las chicas] decían cosas como, 'Me puse este filtro porque así tengo la piel perfecta. Me quita las cicatrices y las manchas'. Y solo tenían 10 y 11 años. No creo que se trate solo de filtrar la imagen real, sino de filtrar toda la vida".
Y este cambio apenas acaba de empezar. Los filtros de RA son parte de un conjunto de tecnologías automatizadas de belleza digital que están en rápido crecimiento. La app Facetune se ha descargado más de 60 millones de veces y su único objetivo es editar vídeos y fotos fácilmente. Los preajustes o Presets son un fenómeno reciente en el que los creadores, y los conocidos influencers en particular, producen y venden filtros personalizados en Adobe Lightroom. Incluso Zoom tiene la función de "retocar mi apariencia" que vuelve la piel más suave en las videollamadas. Muchos han anunciado esa opción de mejorar la apariencia de sus usuarios como una salvación de poco esfuerzo durante la pandemia.
Un sector que distorsiona la realidad
Durante nuestra conversación, le pedí a Veronica que definiera cómo sería una "cara de Instagram". Me respondió rápida y confiadamente: "Nariz pequeña, ojos grandes, piel clara, labios grandes".
Esta estética se basa en las categorías de los efectos de RA denominados "deformación" y "distorsión de la cara". A diferencia del retoque de Zoom que simplemente suaviza los tonos de la piel o satura el color de los ojos, los efectos de la distorsión permiten a los creadores cambiar fácilmente la forma y el tamaño de ciertos rasgos faciales, creando "labios más grandes", "cejas levantadas" o "mandíbula más estrecha", según Rocha.
Las adolescentes Sophia y Veronica admiten que prefieren los filtros de distorsión. Uno de los favoritos de Sophia hace que se parezca a la cantante e influencer Madison Beer. La joven cuenta: "Tiene estas pestañas enormes que hacen que mis ojos se vean bonitos. Mis labios triplican su tamaño y mi nariz se vuelve más pequeña". Pero Sophia es cautelosa: "Nadie es así salvo Madison Beer o alguien con una muy, muy buena operación de nariz".
Por otro lado, el filtro "ideal" de Veronica es uno de distorsión llamado Naomi Beauty en Snapchat, que la chica afirma que todas sus amigas usan. "Es uno de los mejores filtros por dos razones: aclara la piel y agranda los ojos", detalla. Hay miles de filtros de distorsión disponibles en las principales plataformas sociales, con nombres como La Belle, Natural Beauty y Boss Babe. Incluso el gracioso Big Mouth de Snapchat, uno de los filtros más populares de las redes sociales, está hecho con efectos de distorsión.
En octubre de 2019, Facebook prohibió los efectos de distorsión debido al "debate público sobre su posible impacto negativo". La conciencia sobre la dismorfia corporal estaba en aumento, y el filtro llamado FixMe, que permitía a los usuarios marcar su rostro como lo haría un cirujano plástico, había provocado una oleada de críticas por fomentar la cirugía plástica. Pero en agosto de 2020, esos efectos se volvieron a lanzar con una nueva política que prohíbe los filtros que promueven explícitamente la cirugía. No obstante, todavía se permiten los efectos que cambian el tamaño de los rasgos faciales. (Cuando se le preguntó sobre esa decisión, el portavoz me indicó que consultara el comunicado de prensa de Facebook de ese momento).
Cuando se volvieron a lanzar esos filtros, Rocha decidió pronunciarse y empezó a publicar críticas al provocador entorno de la vergüenza corporal. Se comprometió a dejar de usar efectos de distorsión a menos que sean claramente cómicos o dramáticos y no para embellecer, y resalta que no quería "sentirse responsable" de los efectos dañinos que algunos filtros generaban en las mujeres. Algunas, según Rocha, han pensado en hacerse cirugía plástica para parecerse a su imagen filtrada.
"Ojalá tuviera un filtro ahora mismo"
La especialista en educación clínica del Programa Emily (centro líder en trastornos alimentarios y de salud mental de EE. UU.) Krista Crotty, ha centrado gran parte de su trabajo durante los últimos cinco años en educar a sus pacientes sobre cómo usar las redes sociales de manera más saludable. Asegura que nota un aumento de ansiedad cuando los pacientes se presentan de manera diferente online y en persona. Y detalla: "La gente publica información sobre sí misma, ya sea el tamaño, la forma, el peso, lo que sea, que no se parece en nada a su apariencia real. Entre ese yo auténtico y el yo digital hay mucha ansiedad, porque no es lo que realmente son. No se parecen a las fotos filtradas".
"Hay algo de validación cuando se cumple con ese estándar, incluso si es solo para una imagen".
Para los jóvenes, que todavía están descubriendo quiénes son, navegar entre el yo digital y el yo auténtico podría ser especialmente complicado, y no se conocen las consecuencias a largo plazo. La investigadora de la Universidad de Gales del Sur Claire Pescott afirma: "La identidad online es casi como un artefacto. Es una especie de imagen proyectada de uno mismo".
Las observaciones de Pescott sobre los niños la han llevado a concluir que los filtros pueden tener un impacto positivo en ellos. "Pueden probar diferentes personajes. Tienen estas identidades 'del momento' que podrían cambiar y pueden evolucionar con diferentes grupos", explica.
Foto: Captura de pantalla de la galería de efectos de Instagram. Estos son algunos de los filtros principales de la categoría "selfies".
Pero duda que todos los jóvenes sean capaces de entender cómo los filtros afectan su percepción de sí mismos y le preocupa cómo las plataformas de redes sociales otorgan una validación inmediata y feedback en forma de me gusta y comentarios. Opina que las chicas jóvenes tienen una especial dificultad para diferenciar entre las fotos filtradas y las ordinarias.
La investigación de Pescott también reveló que, si bien a los niños de ahora se les suele enseñar sobre el comportamiento online, reciben "muy poca educación" sobre los filtros. Su aprendizaje sobre la seguridad "se relaciona más con los evidentes peligros físicos de las redes sociales, no con el lado emocional y más matizado de las redes sociales", destaca Pescott, el cual considera como "el más peligroso".
Bailenson espera que podamos aprender sobre algunas de estas incógnitas emocionales a partir de la investigación en curso sobre la realidad virtual. En los entornos virtuales, el comportamiento de las personas cambia con las características físicas de su avatar, un fenómeno llamado efecto Proteus. Bailenson descubrió, por ejemplo, que las personas que tenían avatares más altos solían comportarse con más confianza que las de avatares más bajos. Y afirma: "Sabemos que las representaciones visuales del yo, cuando se usan de una manera significativa durante las interacciones sociales, cambian nuestras actitudes y comportamientos".
Pero a veces esas acciones pueden representar ciertos estereotipos. Un conocido estudio de 1988 encontró que los atletas que llevaban uniformes negros eran más agresivos y violentos mientras practicaban deporte que los de uniformes blancos. Y esto mismo ocurre en el mundo digital: un estudio reciente mostró que los jugadores de videojuegos que usaban avatares del sexo opuesto en realidad se comportaban de una manera estereotipada en cuanto al género.
Bailenson cree que deberíamos esperar encontrar un comportamiento similar en las redes sociales cuando las personas adopten máscaras basadas en las versiones filtradas de sus propios rostros, en vez de personajes completamente diferentes. Y advierte: "El mundo del vídeo filtrado, en mi opinión, y es algo que aún no hemos comprobado, se comportará de una manera muy similar al mundo de los avatares filtrados".
Regular los 'selfies'
Teniendo en cuenta el poder y la omnipresencia de los filtros, hay muy poca investigación rigurosa sobre su impacto, e incluso menos protección en torno a su uso.
Le pregunté a Bailenson, padre de dos niñas, qué pensaba sobre el uso de los filtros de RA por parte de sus hijas. Me dijo: "Es realmente difícil porque va en contra de todo lo que nos enseñan básicamente sobre nosotros, que es 'Sé tú mismo'". También cree que el uso lúdico es diferente del constante en tiempo real y es importante comprender lo que estos distintos contextos significan para los niños.
"Aunque sabemos que no es real... todavía tenemos las ganas de tener ese aspecto".
Las pocas regulaciones y restricciones que existen sobre el uso de los filtros dependen del control de las propias empresas. Los filtros de Facebook, por ejemplo, tienen que pasar por un proceso de aprobación que, según su portavoz, utiliza "una combinación de trabajadores humanos y sistemas automatizados para revisar los efectos antes de remitirlos para su publicación". Se revisan para detectar ciertos problemas, como la incitación al odio o los desnudos, y los usuarios también pueden informar sobre los filtros, que luego se revisan manualmente.
La empresa asegura que consulta regularmente a grupos de expertos, como la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación (la organización sin ánimo de lucro de salud mental) y la Fundación JED.
En un comunicado de Instagram admite: "Sabemos que la gente puede sentir presión para verse de cierta manera en las redes sociales, y estamos tomando medidas para abordarlo en Instagram y Facebook. Sabemos que los efectos pueden influir, por lo que prohibimos los que claramente promueven los trastornos alimentarios o los que fomentan las operaciones de cirugía estética potencialmente peligrosas... Y estamos trabajando en más productos para ayudar a reducir la presión que las personas pueden sentir en nuestras plataformas, como la opción de esconder la cantidad de me gusta".
Facebook y Snapchat también etiquetan las fotos filtradas para mostrar que han sido modificadas, pero es fácil esquivar las etiquetas simplemente aplicando las ediciones fuera de las apps o descargando y volviendo a cargar una foto filtrada.
Las etiquetas pueden tener importancia, pero Pescott no cree que mejoren drásticamente esa poco saludable cultura de la belleza online. Opina: "No sé si eso haría una gran diferencia, porque creo que se trata del hecho de que lo estamos viendo, aunque sabemos que no es real. Todavía tenemos ganas de tener ese aspecto". En cambio, cree que las imágenes a las que están expuestos los niños deberían ser más diversas, más auténticas y menos filtradas.
También hay otra preocupación, especialmente porque la mayoría de los usuarios son muy jóvenes: la cantidad de datos biométricos que TikTok, Snapchat y Facebook han recopilado a través de estos filtros. Aunque tanto Facebook como Snapchat afirman que no utilizan la tecnología de los filtros para recoger los datos de identificación personal, si se revisan sus políticas de privacidad se ve que sí tienen derecho a almacenar los datos de las fotografías y los vídeos en las plataformas. La política de Snapchat especifica que las fotos y los chats se eliminan de sus servidores después de que el mensaje se abra o expire, pero las historias se almacenan durante más tiempo. Instagram almacena los datos de las fotos y los vídeos todo el tiempo que quiera o hasta que se elimine la cuenta; Instagram también recopila los datos sobre lo que ven los usuarios a través de su cámara.
Mientras tanto, estas empresas siguen centrándose en la RA. En un discurso dirigido a los inversores en febrero de 2021, el cofundador de Snapchat, Evan Spiegel, expresó: "Nuestra cámara ya es capaz de hacer cosas extraordinarias. Pero es la realidad aumentada la que está impulsando nuestro futuro". Y en 2021 la empresa ha "duplicado" la realidad aumentada, refiriéndose a esa tecnología como "un servicio".
Y aunque tanto Facebook como Snapchat aseguran que los sistemas de detección facial detrás de los filtros no se conectan con la identidad de los usuarios, vale la pena recordar la función de etiquetado inteligente de fotos de Facebook, que observa las fotos e intenta identificar a las personas que podrían estar en ellas. —Fue uno de los primeros usos comerciales a gran escala del reconocimiento facial. Y TikTok recientemente llegó a un acuerdo de 92 millones de dólares (77,29 millones de euros) en una demanda que alegaba que la empresa hacía un mal uso del reconocimiento facial para la segmentación de anuncios. El portavoz de Snapchat afirmó: "El producto Lens de Snap no recopila ninguna información identificable sobre un usuario y no podemos usarla para vincular o identificar a personas".
Y Facebook, en particular, ve el reconocimiento facial como parte de su estrategia de RA. En una publicación de blog de enero de 2021 titulada No mirar atrás, el director de Facebook Reality Labs, Andrew Bosworth, escribió: "Es pronto, pero tenemos la intención de dar a los creadores más cosas que hacer en RA y con mayores posibilidades". Se ha anunciado mucho el lanzamiento planeado de las gafas de RA por parte de la empresa y se ha mencionado ya el posible uso del reconocimiento facial como parte del producto.
A la luz de todo el esfuerzo que se necesita para navegar por este mundo complejo, Sophia y Veronica dicen que solo desearían estar mejor informadas sobre los filtros de belleza. Aparte de sus padres, nadie les ayudó a entenderlos. "No hay que tener un título universitario específico para darse cuenta de que algo podría no ser saludable para uno", concluye Veronica.