La pandemia fue una prueba de estrés para muchos tipos de servicios remotos y ha transformado nuestra forma de vivir, trabajar y socializar. ¿Qué cambios se mantendrán?
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¿Qué? La pandemia de coronavirus ha transformado nuestra forma de vivir, trabajar y socializar. ¿Cuáles de esos cambios se mantendrán?
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¿Por qué? La COVID-19 ha provocado un experimento global sobre la vida virtual que seguirá dando forma a nuestra sociedad en los próximos años.
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¿Quién? Babyl Rwanda, Daktari Africa, Microsoft, Nerdy, Teladoc, Zoom y Zuoyebang.
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¿Cuándo? Ya.
La pandemia de la COVID-19 encogió nuestro mundo, reduciéndolo a nada más que las paredes de nuestros hogares. Pero, mientras estuvimos confinados, el mundo siguió girando: teníamos reuniones, citas, celebrábamos las fiestas y quedábamos con amigos para tomar algo. ¿La única diferencia? Lo hacíamos todo detrás de una pantalla.
Resulta casi inimaginable hacer una lista de 10 tecnologías que cambiarán el mundo en 2021 sin reflexionar sobre cuánto de nuestras vidas se ha trasladado al entorno online. La pandemia fue un curso intensivo sobre cuántas cosas podemos hacer en remoto cuando es necesario. También reveló qué aspectos de la vida sufren más cuando solo los experimentamos de manera virtual.
Aunque se produjeron cambios en todas partes, hubo dos servicios cuyo impacto en el bienestar general y la calidad de vida de las personas fue especialmente importante: la atención médica y la educación. De repente, herramientas online como Zoom se convirtieron en un salvavidas crucial para muchos. Pero el cambio más significativo no tuvo que ver con la tecnología en sí (las teleconferencias y la telemedicina estaban disponibles desde hacía ya mucho tiempo) sino con nuestro comportamiento.
¿Qué funcionó y qué no? ¿Qué ha venido para quedarse y qué no? ¿Y qué hemos aprendido que podría ayudarnos a prepararnos mejor para el futuro? Analizamos los desarrollos en Asia y África que podrían ser un ejemplo para el resto del mundo.
Educación 'online'
La pandemia, cuyo apogeo tuvo lugar el pasado abril, obligó a cerrar las escuelas en más de 170 países, lo que afectó a casi 1.600 millones de niños. Mientras la educación tradicional se volvía virtual en la mayor parte del mundo, Asia fue testigo de una tendencia paralela: un aumento en la demanda de servicios como los que ofrece la empresa de clases particulares online con sede en Hong Kong (China) Snapask.
Snapask tiene más de 3,5 millones de usuarios en nueve países asiáticos, el doble que antes de la pandemia. "Lo que tardó cinco años en acumularse, lo logramos en uno gracias a la COVID-19", afirma el fundador de Snapask, Timothy Yu, que creó la empresa en 2015.
Otras empresas de tecnología educativa de la región han registrado un crecimiento parecido. La app de aprendizaje Byju's, la segunda start-up más valiosa de la India, vio cómo sus cifras de usuarios se dispararon en un tercio, a casi 70 millones, cuando ofreció su app de forma gratuita tras el cierre de escuelas en todo el país en marzo del año pasado. Cuando la principal plataforma de aprendizaje online de China, Yuanfudao, hizo lo mismo a principios de 2020, su sistema colapsó por tanta carga: más de cinco millones de personas se inscribieron.
Las clases particulares siempre han sido muy populares en China y otros países asiáticos como Corea del Sur y Singapur, donde ocho de cada 10 estudiantes de primaria reciben apoyo extraescolar. La pandemia ha elevado el perfil de los servicios de tutoría online, que rápidamente se han convertido en una parte importante de los días de muchos alumnos junto a sus clases programadas.
Muchas escuelas simplemente no estaban preparadas para la transición hacia la enseñanza virtual, especialmente en las primeras etapas de la pandemia. Los tutores online ayudaron a llenar los vacíos del colegio y pudieron centrarse más en las necesidades individuales de los alumnos.
Yu construyó su empresa en torno a la idea de la "ayuda a demanda": los estudiantes pueden tomar una foto de una pregunta de sus deberes con la que tienen dificultades, subirla a través del popular servicio de mensajería WhatsApp en cualquier momento del día y recibir ayuda de uno de los 350.000 tutores de Snapask en 30 segundos.
Estos servicios suelen seducir más a los padres que la escolarización virtual, asegura la profesora de la Universidad del Este de China de Shanghái (China) Wei Zhang, que estudia el campo de la tutoría privada. Zhang pasó el año pasado investigando cómo la pandemia afectaba a padres, alumnos y empresas de clases particulares online en China, Japón y Dinamarca.
Una queja común que escuchó sobre la educación virtual fue que los padres "tenían que ayudar a sus hijos a registrarse en las aulas, solucionar problemas técnicos, responder a los profesores y supervisar los deberes". Los servicios de clases particulares online eran mucho más sencillos.
Muchas plataformas de tutoría, incluidas Snapask y Byju, también tienen amplias bibliotecas de vídeos llenos de animaciones coloridas, efectos especiales y sonidos. "Para los niños, esto hace que las lecciones parezcan más divertidas e interactivas", explica Zhang.
No obstante, la desigualdad es una gran barrera para ampliar tanto la educación virtual como las tutorías online. Solo el 56 % de las personas en Indonesia, por ejemplo, tiene acceso a internet, según las estadísticas de 2019. E incluso en los países más ricos como Corea del Sur, donde el 99,5 % de la población tiene acceso a internet, el Gobierno tuvo que intervenir y prestar ordenadores a los alumnos de bajos ingresos.
Al mismo tiempo, la tutoría online conecta a los alumnos en regiones menos desarrolladas con mejores profesores de áreas urbanas. Esa es probablemente la razón por la que algunos alumnos de las ciudades más pequeñas de China han mantenido esas clases incluso cuando las escuelas volvieron a la normalidad, señala Zhang. También ahorra a los padres la molestia de llevar a sus hijos a tutores privados.
Aunque las clases particulares no son tan populares en todas partes como en Asia, el impulso inducido por la COVID-19 es un recordatorio oportuno para todos: los alumnos aprenden mejor cuando la enseñanza se adapta a sus necesidades y cuando asumen un papel activo en el aprendizaje.
Otra importante lección es que se debe animar a los profesores a pensar de manera diferente y enseñar de formas nuevas, opina el profesor invitado de la Universidad de Plymouth (Reino Unido) Steve Wheeler, quien investiga la enseñanza y el aprendizaje a distancia. Si los sistemas escolares pueden adoptar lo que funcionó bien para la enseñanza online (usar nuevos medios y ajustar el contenido en consecuencia) "hay un rayo de luz en la nube oscura", sostiene.
La telemedicina
Una década antes del inicio de la pandemia, el entonces estudiante de medicina en la capital de Kampala (Uganda) Davis Musinguzi tuvo su gran idea: un sistema que permitiera a las personas enviar mensajes de texto a un número gratuito para que un médico les devolviera la llamada para una consulta. A muchos les pareció algo atrevido. Pero Musinguzi estaba convencido de que funcionaría.
Cofundó Medical Concierge Group en 2012, aunque ahora admite que fue "demasiado pronto" ya que menos de la mitad de la población de Uganda tenía teléfonos móviles en aquel entonces.
A lo largo de los años, ese esfuerzo se expandió para incorporar mensajes de vídeo y WhatsApp, y una flota de personal de atención médica que se movía en moto y que visitaba los hogares de los pacientes para realizar análisis de sangre y entregar medicamentos. El grupo también se extendió a Kenia y Nigeria.
Cuando empezó la pandemia en 2020, el número de usuarios se multiplicó por diez entre marzo y noviembre. "La COVID-19 lo cambió todo", admite Musinguzi.
A nivel mundial se identificó un crecimiento similar en el uso de telesalud. El emprendedor afirma: "No conozco ninguna empresa de telemedicina en el mundo que no haya visto un aumento en la demanda y también un cambio en la mentalidad del consumidor hacia la telemedicina", resalta.
No es de extrañar que la atención médica remota esté viviendo su gran momento. Las consultas telefónicas y por vídeo ya estaban en aumento. Los cambios a menudo ocurren lentamente en la asistencia médica, pero la COVID-19 incrementó esa tendencia y "la hizo más pronunciada", afirma el fundador del Centro para la Innovación Global en Salud Electrónica de la Universidad de Toronto (Canadá), Alex Jadad.
La pandemia llevó a los hospitales de todo el mundo a un punto crítico y los pacientes se mantuvieron alejados, ya sea por miedo o porque tenían que hacerlo. Muchos recurrieron a la telemedicina. En EE. UU., por ejemplo, la proporción de usuarios se disparó del 11 % en 2019 al 46 % un año después, detalla McKinsey.
Uganda y otros países en desarrollo pueden dar ejemplo sobre la atención médica a distancia, que ha evolucionado por necesidad en una región donde los médicos a menudo escasean. Musinguzi detalla: "En África, hay alrededor del 10 % de la población mundial y el 25 % de la carga de enfermedad mundial. Pero solo tenemos alrededor del 3 % de los médicos del mundo. Así que creo que la telemedicina encaja perfectamente con esa situación".
Al igual que la educación online, la atención médica remota a menudo requiere internet de alta velocidad, que no siempre está disponible en el mundo en desarrollo. Pero la penetración de la telefonía móvil ya ahora el 80 % en Ruanda, Kenia, Nigeria y algunas otras partes de África.
El cofundador de Tattvan, Ayush Mishra, dirige clínicas electrónicas en 18 ciudades de la India. Tattvan, que en sánscrito significa "proteger los cinco sentidos", opera un modelo inusual de telesalud. Ofrece franquicias de clínicas electrónicas: instalaciones de una o dos salas en aldeas, equipadas con ordenadores y una pantalla grande. Los pacientes pueden acudir para una consulta con el médico local o hablar con un especialista más lejano si es necesario.
En respuesta a la COVID-19, Tattvan también lanzó un servicio de operador de telefonía móvil en octubre: los paramédicos que llevan mochilas cargadas con equipos se trasladan en moto para visitar a los pacientes en aldeas remotas.
Mishra cree que este modelo de telemedicina, a caballo entre las instalaciones sanitarias tradicionales y un servicio médico en una app, será el que finalmente prevalezca. "La confianza es el factor más importante" cuando se trata de la telemedicina, sostiene, y añade: "Un médico local sentado allí es como un sello de confianza".
Aunque las teleconsultas han aumentado, Mishra espera que este repunte sea temporal. Cuando se vuelva a activar todo, anticipa una disminución gradual de la demanda.
Y la telemedicina no es suficiente en todos los casos. La profesora de Interacción humano-ordenador de University College London (Reino Unido) Ann Blandford señala: "Creo que hemos aprendido mucho sobre dónde las teleconsultas pueden funcionar y de forma más eficiente, pero también dónde no iban bien".
Otros expertos están más entusiasmados. Musinguzi señala: "Lo que hemos visto es que el 70 % de las visitas ambulatorias rutinarias se pueden gestionar a través de la telemedicina y los servicios de entrega de laboratorio y farmacia en la "última milla" (o último kilómetro)".
¿A dónde vamos?
No hay duda de que la pandemia ha hecho que muchas personas se sientan más cómodas usando tanto la telemedicina como la educación online. Y eso probablemente no desaparecerá. La pandemia va a acabar, pero nuestros hábitos y preferencias han evolucionado desde que comenzó.
Aunque los servicios remotos no funcionan para cada revisión médica o cada clase, pueden facilitar más y mejor la vida de las personas. La pandemia fue una prueba de estrés para estos servicios, que demostraron ser capaces de brindar gran parte de lo que necesitábamos, cuando y donde lo necesitábamos. A medida que salimos de nuestros hogares, más partes de la vida de las que podríamos esperar se seguirán viviendo online.
Musinguzi concluye: "Lo que ha hecho la COVID-19 es decirle a la gente que ya puede confiar en que los servicios nos encontrarán en nuestra casa, ya sea para compras o atención médica. Creo que eso es algo que se quedará con nosotros después de la COVID-19: vamos a centrarnos en nuestras vidas dentro de nuestros hogares".