Un restaurante de Singapur se convierte en el primero en incluir los 'nuggets' de pollo sintéticos de Just en su menú. Se trata del primer paso hacia una gran transformación en la forma de producir y consumir carne para reducir las emisiones de la industria y acabar con el sufrimiento animal
Se ha aprobado la venta para el consumo humano del primer producto cárnico cultivado en laboratorio o, mejor dicho, de la carne artificial o sintética. Con esta histórica aprobación, los reguladores de Singapur otorgaron a la start-up Just, con sede en San Francisco (EE. UU.), el derecho a vender al público su pollo artificial, en forma de nuggets.
Just había estado trabajando con los reguladores durante los últimos dos años hasta que el 26 de noviembre obtuvo la aprobación formal. El organismo regulador del país formó un grupo de siete expertos en la toxicología alimentaria, bioinformática, nutrición, epidemiología, política de salud pública, ciencia de los alimentos y tecnología alimenticia para analizar cada etapa del proceso de fabricación de Just y asegurarse de que el consumo de su pollo resulta seguro. el cofundador y CEO de Just, Josh Tetrick, afirma: "No solo miraron el producto final; controlaron todos los pasos que llevaron a ese producto. Nos impresionó lo atentos y rigurosos que habían sido".
Dentro de muy poco, un restaurante aún no identificado de Singapur será el primero en incluir el pollo artificial de Just en su menú. Pero, Tetrick resalta que planea expandir su producto: "Pasaremos de un restaurante a cinco y luego diez y, con el tiempo, al comercio minorista y después, saldremos fuera de Singapur".
Casi toda la carne cultivada o artificial se elabora de forma similar. Se toman células de un animal, a menudo mediante una biopsia o de una línea celular animal ya comprobada. Luego, estas células se alimentan con un caldo de nutrientes y se colocan en un biorreactor, donde se multiplican hasta que hay suficientes para elaborar albóndigas o salchichas.
En los últimos años ha nacido una gran cantidad de start-ups con distintas variaciones de este enfoque, pero, todas con la idea de que la carne cultivada atraerá a los flexitarianos: personas que quieren reducir la cantidad de carne que comen por razones éticas o ambientales, pero no renunciar a ella por completo.
Este creciente campo ha progresado mucho desde que, en 2013, un canal de televisión mostró la preparación de una hamburguesa artificial que costó 274.000 euros. El planteamiento consiste en que, si se hace bien, la producción de carne sintética emite muchos menos gases de efecto invernadero que la tradicional, y está libre de sufrimiento animal.
Pero, el coste sigue siendo un obstáculo: el alto precio de los factores de crecimiento necesarios para desarrollar las células significa que los precios de los productos cárnicos puramente artificiales todavía se miden en cientos de euros por cada kilo, algo demasiado caro para competir con la carne normal. Así que los primeros productos de pollo de Just serán unos "bocados" de pollo de células de pollo artificial mezcladas con proteína vegetal, aunque Tetrick no quiso especificar en qué proporción. "Los nuggets de pollo clásicos ya son una mezcla de carne, estos no serán diferentes", asegura. Los bocados se describirán como "pollo cultivado" en el menú del restaurante.
La decisión de Singapur podría impulsar la primera ola de aprobaciones regulatorias en todo el mundo. El director ejecutivo de la organización sin ánimo de lucro Good Food Institute, Bruce Friedrich, que se dedica a las alternativas a la carne, sostiene: "Tenemos expectativas y esperanzas de que Estados Unidos, China y la UE sigan el ejemplo de Singapur. Nada es más importante para el medio ambiente que un cambio lejos de la agricultura animal industrial".
Aunque Just ha sido la primera, muchas grandes empresas ya están trabajando con los reguladores para llevar sus propios productos al mercado. Pero, no es algo que deba hacerse con prisas. Friedrich opina: "Es fundamental que las empresas de carne cultivada sean cuidadosas y vayan más allá de las expectativas del consumidor para garantizar la comodidad con sus productos".
Memphis Meats, que entre sus muchos inversores cuenta con Bill Gates, Richard Branson y el fabricante de carne tradicional Tyson Foods, se ha asociado con varias otras empresas, incluidos Just y los productores de marisco cultivado BlueNalu y Finless Foods, para formar un grupo de presión que trabaja con los reguladores estadounidenses para conseguir la aprobación de sus productos.
El procedimiento de aprobación regulatoria se definió hace relativamente poco. En marzo de 2019, la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) anunció que regularía las primeras etapas del proceso de cultivo de carne, incluidos los bancos de células y el crecimiento celular. El Servicio de Inspección y Seguridad Alimentaria del Departamento de Agricultura de EE. UU. se hará cargo de la etapa de recolección de células e inspeccionará las instalaciones de producción y aprobará las etiquetas utilizadas en los productos de carne cultivada. En Europa, las empresas deben solicitar autorización y cumplir con la normativa de la Unión Europea sobre los nuevos alimentos. Se espera que el proceso tarde al menos 18 meses y, de momento, ninguna empresa de carne cultivada se ha presentado.
Tanto Singapur como Israel han dado la bienvenida de forma activa a las start-ups de carne vegetal y cultivada, destaca Freidrich. Otros gobiernos deberían seguir su ejemplo y empezar a tratar esto como iniciativas en energía renovable y salud global, sostiene. Y concluye: "Necesitamos un compromiso parecido al de la carrera espacial para producir carne a partir de plantas o cultivarla a base de células. Necesitamos un Proyecto Manhattan centrado en rehacer la carne".