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Rebecca Stumpf

Biotecnología

"Es cuestión de tiempo que suframos otra pandemia"

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La epidemióloga Erin J. Staples, especializada en identificar nuevos virus y bacterias que atacan a los humanos, está convencida de que hay muchas enfermedades por ahí que todavía no hemos descubierto y cree que hubiera sido difícil contener el coronavirus aunque lo hubiéramos detectado antes

  • por Mallory Pickett | traducido por Ana Milutinovic
  • 28 Octubre, 2020

En 2009, dos agricultores fueron ingresados en el hospital Heartland en Missouri (EE. UU.) con pocos días de diferencia. Ambos tenían fiebre, náuseas, diarrea y su recuento de glóbulos blancos había descendido rápidamente. Los médicos enviaron sus muestras de sangre a los Centros para el Control de Enfermedades de EE. UU. (CDC, por sus siglas en inglés) y descubrieron que ambos agricultores habían contraído un virus desconocido hasta el momento, transmitido por la picadura de garrapata. Los CDC bautizaron al virus como Heartland. Cinco años después, un técnico de laboratorio que analizaba las muestras para un supuesto caso de Heartland identificó otro virus nuevo, al que llamó Bourbon.

Antes de Heartland y Bourbon, solo se habían detectado 14 nuevos patógenos transmitidos por garrapatas desde 1900. Así que estos nuevos hallazgos apoyan las sospechas de que los patógenos zoonóticos (virus o bacterias que pasan de animales a humanos, como se cree que fue el caso del SARS-CoV-2) son más comunes de lo que pensamos.  

¿Pueden los investigadores que detectan un nuevo virus hacer algo para evitar que se descontrole? Hemos hablado con la epidemióloga de los CDC Erin J. Staples, que dirigió la respuesta a Heartland y creó un registro de seguimiento que ha documentado 50 infecciones hasta ahora. 

¿Con qué frecuencia los médicos o científicos encuentran virus nuevos en humanos?

Yo diría [en cuanto las enfermedades transmitidas por garrapatas] que la mayoría de los científicos e investigadores no descubren un nuevo virus en toda su carrera. Por eso me considero afortunada de haber trabajado con algunos relativamente nuevos.

¿Los nuevos virus suelen descubrirse accidentalmente o aparecen porque alguien los busca? 

Probablemente sea un poco más de lo primero que de lo segundo. Estábamos buscando Heartland y encontramos a Bourbon. Pero hay otros programas implementado para intentar desarrollar algún tipo de proyecto de vigilancia. Analizar una enfermedad febril aguda, es decir, a alguien que desarrolló fiebre de repente; realizar las pruebas de detección de patógenos conocidos; y luego, cuando no hay más posibilidades, se pasa a diferentes técnicas como la secuenciación de próxima generación.

Han pasado unos 10 años desde que se descubrió el virus Heartland. ¿Cree que realmente es un virus nuevo o que existía desde siempre y simplemente los médicos no lo habían detectado? 

Los virólogos estudiaron la secuencia genómica del virus. Los cambios en las secuencias pueden ofrecer la información sobre la evolución del virus y cuánto tiempo pudo haber estado presente. Así que saben definitivamente que el virus ha existido en EE. UU. durante décadas, si no más.

Además, hemos identificado retrospectivamente algunos casos que habían ocurrido antes de los dos primeros que se detectaron. Creemos que el virus lleva un tiempo causando una cantidad de enfermedad de bajo nivel. 

¿Cree que hay otros virus nuevos que infectan a personas sin ser detectados?

Sí, y el virus Bourbon es un buen ejemplo de ello. Por eso creo que hay bacterias o virus no detectados similares a los que conocemos, que son lo suficientemente únicos como para mostrar diferencias. 

Entre los pacientes con encefalitis [inflamación cerebral] de causa desconocida, solo un 20 % o 30 % consigue un diagnóstico. Es ese 70 % de casos desconocidos lo que todavía nos desafía. ¿Podrían deberse todos a virus o bacterias? Probablemente. Hemos logrado un gran progreso en la detección de lo que causa que las personas se sientan mal en cuanto a bacterias, parásitos y virus. Pero es evidente que todavía queda mucho por descubrir: enfermedades nuevas, emergentes y antiguas que llevan tiempo por ahí pero que no hemos identificado todavía.

No hay planes para una vacuna contra el virus Heartland ni para ningún antivírico específico. Entonces, ¿por qué es útil saber que existe?

A menudo nos preguntan eso. Y tiene razón, ahora mismo no tenemos un antiviral eficaz. 

Para los médicos, es importante porque cuando tenemos a una persona enferma, debemos averiguar qué le pasa. Por ejemplo, como el virus Heartland se parece a la ehrlichiosis [o erliquiosis, una infección bacteriana transmitida por garrapatas], las personas suelen tomar antibióticos. A algunas personas, los antibióticos les pueden causar algunos efectos secundarios. También pueden provocar que el paciente desarrolle resistencia. Reducir el uso de medicamentos que no funcionan puede ser muy útil.

En otras situaciones, ayuda a la familia. Lamentablemente, hubo un caso muy grave de virus Heartland en el que el paciente no mejoraba. Explicar a la familia que el diagnóstico en realidad había sido causado por un virus que no había forma de tratar, y que no había nada más que los médicos pudieran hacer, permitió a la familia tomar la difícil decisión de dejar ir a su ser querido.

¿Cómo empezó a identificar más casos del virus Heartland para el registro?

Evidentemente, teníamos la necesidad de identificar y diagnosticar casos de nuevas enfermedades humanas. Hemos desarrollado muchos protocolos para poder hacer test a las personas mientras trabajábamos en el desarrollo de una prueba de diagnóstico. 

Tuvimos que decir a los pacientes: "Es posible que tenga esta enfermedad nueva, para la que están desarrollando una prueba de diagnóstico. Le vamos a someter a ese test". Y, en general, todo el mundo estaba dispuesto a darnos una muestra de sangre para analizarla y averiguar lo que tienen. 

Los nuevos casos que hemos identificado de esta forma nos permitieron mejorar nuestras pruebas de diagnóstico y tener muestras para usar como controles positivos, algo que resulta muy importante.

Todo eso ocurrió durante varios años. Al mismo tiempo, nuestros entomólogos y ecólogos también trabajaban para comprender un poco mejor y determinar exactamente cómo se infectaba la gente. Si queremos informar sobre un nuevo virus, tenemos que descubrir y explicarles qué hacer para no contraerlo.

Hasta la fecha, hay al menos 50 personas identificadas en Estados Unidos, y probablemente ese número aumentará. Tenemos los datos en nuestra página web. También contamos con un mapa que indica dónde hemos identificado a las personas que se sabíamos que estaban infectadas. Cada vez que hay un nuevo estado en el que se cree que hay una persona infectada, lo destacamos en nuestro mapa para asegurarnos de que la gente sepa dónde está presente esta enfermedad. Recientemente, Iowa (EE. UU.) tuvo su primer caso.

¿Los virus Heartland o Bourbon tienen el potencial de degenerar en una pandemia? 

Según lo que sabemos ahora, creemos que tienen un alcance geográfico limitado. Algunas de las enfermedades transmitidas por garrapatas sí que tienen un potencial de brote a gran escala. Esa es una de las razones por las que las buscamos: para saber dónde están y asegurarnos de no ver nada nuevo o diferente, e intentar que todos puedan estar conscientes de ello y mantener su buena salud tomando medidas de prevención, incluido el uso del repelente de insectos al estar al aire libre.

¿Cree que la pandemia actual de coronavirus (COVID-19) se pudo haber prevenido si se hubiera detectado antes?

Cuando intentamos detectar un nuevo virus y entenderlo, tratar de contenerlo cuando es tan contagioso y transmisible, creo que hubiera sido difícil. 

¿Cree que veremos otra pandemia en nuestras vidas? ¿Qué puede hacer la comunidad científica para evitar que eso suceda?

Pienso que será cuestión de tiempo que suframos otra pandemia. Ojalá esté en la misma escala de tiempo que la gripe de 1918. Así que es posible que no lo veamos durante nuestras vidas.

Pero las cosas que hacemos como seres humanos (la facilidad de viajar por el mundo, que no existía en la última pandemia, por ejemplo), definitivamente pueden ayudar a propagar la enfermedad. De nuevo, hay muchos virus y bacterias por descubrir. La forma en la que circulan, cómo nos afectan y cómo se transmiten influirá en si veremos o no la enfermedad en humanos y a qué nivel.

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