El reciente informe sobre antimonopolio tecnológico de EE. UU. no solo está lleno de errores sino que plantea el asunto como un tema de competencia en lugar de abordar los verdaderos problemas de las principales plataformas, como la desinformación, la privacidad y los ataques a la democracia
El tan esperado informe sobre el antimonopolio tecnológico que el Congreso de Estados Unidos publicó el 6 de octubre resulta sorprendentemente débil para emprender acciones contra las empresas más innovadoras y competitivas del país.
Las principales recomendaciones del informe ayudarían muy poco a resolver los problemas sociales reales que provoca la tecnología, como la desinformación y la interferencia electoral, porque estos problemas no están relacionados con el sistema de competencia. Y al limitar su enfoque al sector de la tecnología, el Subcomité Antimonopolio de la Cámara de EE. UU. perdió una maravillosa oportunidad de analizar algunas partes de la economía (hospitales, proveedores de seguros, productores de alimentos) en las que la consolidación y la competencia sí que representan preocupaciones reales.
En el informe de 451 páginas (pdf), que tardó más de un año en prepararse, los legisladores intentaron responder a una pregunta aparentemente sencilla: ¿Google, Amazon, Facebook y Apple (también conocidas como GAFA o Big Tech) participan en prácticas anticompetitivas que las agencias gubernamentales no pueden castigar con las leyes actuales? Y si es así, ¿qué cambios debería introducir el Congreso de EE. UU.?
Aunque el informe describe algunos casos reales de comportamiento desleal por parte de estas plataformas, muchos de los "problemas" que identifica son meras quejas que ya han sido superadas. Pero la propia naturaleza de la competencia consiste perjudicar a los competidores para beneficiar a los consumidores (mediante la reducción de precios, por ejemplo).
Lo más importante es que el informe no contradice los siguientes hechos clave sobre la industria tecnológica de EE. UU.: los precios caen, la productividad crece, los nuevos competidores florecen, el empleo supera a otros sectores y a la mayoría de los estadounidenses realmente les gustan estas empresas.
Resulta decepcionante que el tan aclamado documento esté plagado de errores fácticos. Por ejemplo, afirma que "dentro de una década, el 30 % de la producción económica bruta mundial podría recaer [en Amazon, Apple, Facebook y Google] y solo en un puñado de otras" empresas. Pero la fuente de esa estadística, un estudio de McKinsey, en realidad asegura que hasta 2025 (no 2030), los ingresos de todo el comercio digital (no solo de los Cuatro Grandes y algunos otros) podrían alcanzar el 30 % del total de los ingresos mundiales.
Para poner en perspectiva lo engañosa que resulta la afirmación del informe, cabe recordar que la renta anual combinada del año pasado de Amazon, Apple, Facebook y Google solo representó alrededor de medio punto porcentual sobre toda la producción económica mundial. Un error tan flagrante solo es concebible en un trabajo que empezó asumiendo sus conclusiones ("Las Big Tech se están apoderando del mundo") y trabajó hacia atrás a partir de ellas. Hay docenas de otros ejemplos como este.
Lo bueno
Veamos lo bueno del informe. El documento exige un aumento en los presupuestos de la Comisión Federal de Comercio de EE. UU. (FTC, por sus siglas en inglés) y de la sección antimonopolio del Departamento de Justicia de EE. UU., algo pendiente desde hace mucho tiempo. La suma de sus presupuestos, en términos reales, han caído un 18 % (pdf) desde 2010. Si los reguladores no tienen los recursos para hacer cumplir las leyes, no es de extrañar que algunos legisladores comiencen a pedir cambios de esas leyes.
El informe también recomienda que la FTC recopile más datos e informes sobre el estado de la competitividad en varios sectores. Y cree que la FTC debería realizar revisiones para analizar si sus decisiones pasadas de aprobar o bloquear fusiones fueron correctas (ver "¿En que pensábamos al dejar que Facebook comprara WhatsApp?"). Este tipo de estudios también llevan retraso desde hace mucho tiempo y mejorarían el trabajo de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley.
La FTC está actualmente involucrada en una revisión especial de cada adquisición durante la última década por parte de las cinco grandes empresas tecnológicas (GAFA y Microsoft). Ese proceso debería extenderse a otros sectores y repetirse periódicamente.
Por último, las propuestas del informe sobre cómo aumentar la portabilidad de los datos podrían funcionar muy bien para sus formas más simples (como el gráfico social del usuario), que son más fáciles de estandarizar. Si los consumidores pudieran llevarse fácilmente sus datos con ellos, sería más fácil que se pasaran a nuevas plataformas, lo que daría a las start-ups más incentivos para ingresar en el mercado.
Lo malo
Lamentablemente, las principales recomendaciones del informe crearían mucho más daño que bien. La propuesta más emblemática es la de obligar a las plataformas dominantes a separar sus líneas de negocio. El presidente del mencionado Subcomité y congresista demócrata de Rhode Island (EE. UU.), David Cicilline, ha denominado a esta idea como un "Glass-Steagall para internet", en referencia a la ley estadounidense de 1933 (derogada en 1999) que dividía la banca comercial de la de inversión.
En efecto, esta propuesta dividiría a las empresas de tecnología al separar la plataforma subyacente de los productos y servicios que se venden en ella. Google ya no podría tener Android ni ofrecer apps como Gmail, Maps y Chrome. Amazon ya no podría poseer Amazon Marketplace ni vender sus productos de marca propia. Apple ya no tendría iOS y no podría ofrecer productos como Safari, Siri o Find My iPhone. Facebook ya no poseería plataformas de redes sociales ni usaría datos personales para dirigir los anuncios a los usuarios. El resultado sería que estas medidas destruirían los ecosistemas cuidadosamente construidos de las empresas tecnológicas y harían inviables sus actuales modelos comerciales.
Por supuesto, si se adopta, habrá muchos casos extremos. ¿La función linterna de iPhone forma parte del sistema operativo o se parece más a una app? En la actualidad, la linterna parece más una función estándar de cualquier teléfono. Pero no hace mucho tiempo, los usuarios tenían que descargar aplicaciones de terceros para conseguirla.
Como muestra la investigación de los expertos Wen Wen y Feng Zhu, cuando el propietario de un sistema operativo como Apple entra a una vertical de producto (como las aplicaciones de linterna), los desarrolladores externos redirigen sus esfuerzos a otros tipos de aplicaciones más difíciles de replicar. Entonces, ¿añadir la función de linterna al sistema operativo es realmente un comportamiento anticompetitivo desde una plataforma dominante, o es una innovación a favor del consumidor la que conduce a una mejor asignación del tiempo de los desarrolladores?
El consumidor
Para justificar sus propuestas, el informe habría necesitado encontrar una prueba irrefutable (o dos). Pero no fue así. En general, las principales empresas de tecnología producen enormes beneficios para los consumidores.
En general, las principales empresas de tecnología producen enormes beneficios para los consumidores.
Los precios de los anuncios digitales han caído más del 40 % durante la última década, y esos ahorros fluyen hacia los consumidores en forma de productos y servicios más baratos. Los precios de los libros han bajado más de 40 % desde la OPI de Amazon en 1997. Y la App Store de Apple tiene exactamente el mismo recorte (30 %) que otras plataformas, incluidas PlayStation, Xbox y Nintendo. De hecho, si se tienen en cuenta las apps gratuitas, las tasas efectivas de comisión en la App Store oscilan entre el 4 % y el 7 % .
Los autores del informe maquillan las estadísticas para hacer que las empresas de tecnología parezcan monopolios aunque no lo sean según las medidas convencionales (definidas como tener una participación de mercado superior a dos tercios, según el Departamento de Justicia de EE. UU.). Todas son empresas muy grandes, pero los datos ampliamente aceptados muestran que no cumplen con esa regla. Amazon tiene el 38 % del mercado de comercio electrónico. Menos de la mitad de los nuevos teléfonos inteligentes vendidos en EE. UU. son iPhones. En el mercado de la publicidad digital, Google tiene una participación del 29 %, Facebook el 23 % y Amazon el 10 %.
Es más, los propios consumidores aseguran que se benefician enormemente de los productos y servicios que les ofrecen estas empresas. La investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ha demostrado que, de media, los consumidores deberían recibir 15.000 euros al año para renunciar a los motores de búsqueda, otros 7.165 euros anuales para renunciar al correo electrónico y 3.106 euros al año para renunciar a los mapas digitales. Pero, por ahora, el precio para acceder a estos servicios es prácticamente cero.
La competitividad
Uno de los temas principales del informe es que estas plataformas se han vuelto tan poderosas que ninguna nueva empresa se atreve a desafiarlas (y ningún inversor de riesgo se atreve a financiar a los posibles competidores). Varios ejemplos recientes contradicen ese punto de vista.
Shopify, que solo se menciona de pasada, es una empresa de comercio electrónico valorada en 110.700 millones de euros que impulsa a más de un millón de negocios online. La empresa se fundó en 2006 y sus acciones han aumentado aproximadamente un 1.000 % en los últimos tres años. Su más reciente informe de beneficios (pdf) mostró que el total valor bruto de mercancía en la plataforma se duplica con creces de un año a otro. (En cambio, el de Amazon crece aproximadamente 20 % cada año).
Para mostrar el dominio de Facebook en el mercado de las redes sociales, el informe incluye un gráfico desactualizado (en la página 93) que compara los usuarios activos mensuales a nivel mundial en las principales plataformas. El gráfico menciona a TikTok con alrededor de 300 millones de usuarios activos mensuales. Pero TikTok es un competidor de Facebook mucho más imponente de lo que los autores del informe parecen estar dispuestos a admitir. Recientemente ha comunicado que, en julio, tenía casi 700 millones de usuarios activos mensuales en todo el mundo. El mismo día que se hizo público el informe, el banco de inversión Piper Sandler publicó un estudio que mostraba que TikTok había superado a Instagram como la segunda app favorita de redes sociales de los adolescentes estadounidenses (detrás de Snapchat).
Zoom es otro competidor que se pasa por alto en el informe. La empresa que se basa en suscripciones se enfrentó a una dura batalla contra las empresas tradicionales como Google que ofrecen videoconferencias de forma gratuita (o las combinan con otro software de productividad). El informe señala que, en respuesta a Zoom, Google intentó impulsar su propio producto de videoconferencia, Meet, introduciendo un nuevo widget de Meet dentro de Gmail y agregando un recordatorio para que los usuarios de Google Calendar "añaden videoconferencias de Google Meet" a sus citas.
¿Cómo han afectado estos movimientos a Zoom? La empresa aumentó su número de participantes en reuniones diarias de 10 millones en diciembre de 2019 a 300 millones en abril de 2020, y sus acciones ya son siete veces más altas que el año pasado (alcanzando una valoración de mercado de casi 120.000 millones de euros).
No se trata de solo valores atípicos. Como señaló el inversor de capital riesgo de Andreessen Horowitz Scott Kupor, ha habido un auge de start-ups en los últimos 15 años en EE. UU. Según los datos (pdf) de PitchBook, el número total anual de acuerdos de capital riesgo aumentó de 3.390 a 12.211 entre 2006 y 2019. El valor de las transacciones subió de 25.035 millones de euros a 115.638 millones de euros. El número de acuerdos en la etapa más temprana de inversión (rondas de financiación ángel y semilla) se ha incrementado en aproximadamente un factor de 10 durante el mismo período de tiempo, alcanzando los 5.107 acuerdos con un valor total de 8.515 millones de euros en 2019).
¿Y ahora qué?
Por supuesto, todos los datos presentados aquí no descartan futuros casos antimonopolio contra las empresas tecnológicas. El Departamento de Justicia de EE. UU. y algunos fiscales generales estatales planean presentar una demanda antimonopolio contra Google en las próximas semanas. Es probable que la FTC anteponga una denuncia contra Facebook antes de final de año.
Si esos casos llegan a los tribunales, un modelo económico más sofisticado basado en datos no públicos podría mostrar que los precios habrían caído aún más rápido o que el bum de start-ups habría sido aún mayor, si los gigantes tecnológicos en cuestión no hubieran sido tan dominantes. Pero tal resultado solo confirmaría que, incluso si estas empresas realmente perjudican la competencia, no se necesitan cambios importantes en las actuales leyes antimonopolio para hacerlas responsables.
Sin duda, la escala y el alcance de las plataformas tecnológicas ha creado nuevos problemas que nuestra sociedad debe abordar, incluidos los temas relacionados con la privacidad, la desinformación, la radicalización, los productos falsificados, la pornografía infantil, el declive de las noticias locales y la interferencia extranjera en las elecciones. Pero, en vez de desperdiciar los recursos de los contribuyentes en una cruzada equivocada para dividir las empresas más innovadoras, el Congreso de EE. UU. debería considerar la aprobación de medidas como las siguientes:
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Legislación federal de privacidad integral para abordar las lagunas en el enfoque sectorial actual (y evitaría las deficiencias del Reglamento General de Protección de Datos de la UE)
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Leyes de transparencia pública como la Honest Ads Act que ayudan a prevenir la interferencia extranjera en futuras elecciones y para que los anuncios políticos digitales sean más transparentes
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Reforma del proceso de disputas por propiedad intelectual para reducir la prevalencia de productos falsificados online y evitar que los gigantes tecnológicos copien productos innovadores
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Subsidios directos para el suministro de noticias locales, financiados mediante impuestos de base amplia
Lamentablemente, cambiar las leyes antimonopolio como recomienda el Comité Judicial de la Cámara de Representantes de EE. UU. no solucionaría ninguno de los problemas sociales causados por las Big Tech. Cada problema necesita una solución regulatoria específica, no el enfoque que se limite a "dividirlos".