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Tecnología y Sociedad

Seis pasos para planificar su vida en tiempos de pandemia e incertidumbre

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El coronavirus ha demostrado que el mundo que conocemos puede cambiar en cualquier momento. En lugar de dejar que la ansiedad le paralice, puede recuperar las riendas de su vida y prepararse para el futuro con prospectiva estratégica, una metodología para tomar decisiones en situaciones de gran volatilidad

  • por Kristel Van Der Elst | traducido por Ana Milutinovic
  • 30 Septiembre, 2020

La pandemia de coronavirus (COVID-19) ha causado un enorme impacto en todo el mundo, generando altos niveles de incertidumbre económica, política y social. Y para muchas personas, el virus no ha hecho más que agravar la creciente sensación de inseguridad que ya sentían a causa de la automatización, las tensiones geopolíticas y el aumento de la desigualdad.

Con tantos cambios repentinos impuestos por la COVID-19, planificar el futuro puede parecer imposible. Incluso las decisiones a corto plazo (¿Qué haré este fin de semana? ¿Debería enviar a mis hijos a la escuela?) requieren analizar un gran conjunto de datos y reflexiones. Puede parecer inútil o incluso absurdo intentar imaginar la vida dentro de unos meses o un par de años.

Cuando nos enfrentamos a un alto nivel de incertidumbre, solemos preocuparnos por todo lo que pueda suceder y, a menudo, lo hacemos de una manera desestructurada. Este tipo de preocupaciones puede provocar reacciones instintivas e impedir la toma de decisiones acertadas, lo que es especialmente problemático en medio de una crisis mundial cuando hay tanto en juego.

La prospectiva estratégica ofrece una alternativa a la preocupación improductiva. Se trata de una forma de pensar basada en futuros alternativos para guiarnos en nuestra toma de decisiones. Esta herramienta puede ayudarnos a anticipar mejor las posibles circunstancias y, lo más importante, a adaptarnos cuando esas circunstancias amenacen nuestra capacidad de conseguir nuestros objetivos.

La prospectiva estratégica puede ser una herramienta poderosa para comprender y evaluar nuestras opciones incluso cuando el futuro parece muy poco claro. Utilizo esta práctica todos los días en mi trabajo y creo que también podría ayudar a la gente a navegar en su vida personal y profesional durante la pandemia.

La buena noticia es que solemos practicar esta previsión sin siquiera darnos cuenta. Lo hacemos, por ejemplo, cada vez que salimos de casa y decidimos llevar un paraguas o no. Pero debemos realizar un esfuerzo más concreto por pensar en el futuro en los momentos de mayor incertidumbre o cuando nos sentimos especialmente nerviosos por lo que está por venir.

A continuación, explicamos cómo empezar a aplicar la prospectiva estratégica en nuestra propia vida:

1. Tener claros los objetivos. Definir una visión es el primer paso crucial y especialmente productivo para los que, de repente, vemos nuestro trabajo o misión amenazados. Se podría tratar de un futuro que nos gustaría tener, de un resultado deseado o simplemente de una idea de lo que nos hace falta para seguir sintiéndonos bien en un momento difícil.

Por ejemplo, ante la inestabilidad económica provocada por la COVID-19, nuestra visión de futuro puede ser la sostenibilidad económica, o incluso simplemente la supervivencia, durante los próximos meses y años. Esto podría traducirse en el objetivo de ganar suficientes ingresos para mantenernos a nosotros mismo y a nuestros seres queridos.

2. Pensar en lo que podría ocurrir en el futuro. Imaginar los posibles escenarios para explorar el mundo futuro en el que tendrán lugar nuestras decisiones. Los escenarios son los distintos futuros viables, estratégicamente relevantes y estructuralmente diferentes. Incluyen elementos del pasado que siguen adelante, como las tendencias existentes y los compromisos establecidos, junto con nuevos componentes, como los modelos de negocio, las tecnologías o los sistemas de valores que podrían surgir pronto.

Para continuar con nuestro ejemplo, podríamos crear diferentes escenarios para la eventual recuperación económica, teniendo en cuenta qué puestos de trabajo podrían desaparecer, cambiar o florecer, así como otros factores como si habría ayudas gubernamentales disponibles y en qué medida, en caso de necesitarlas.

3. Identificar las consecuencias. Al plantear los posibles escenarios, hay que responder a estas preguntas: ¿Qué amenazas podrían esperarnos en cada uno de ellos? ¿Qué desafíos u oportunidades surgirían? ¿Cuáles de nuestros puntos fuertes y débiles destacarían en estos escenarios? ¿Qué nuevas preguntas nos provocan? Hay que ser sistemático y responder a cada pregunta para cada escenario.

En nuestro ejemplo, las consecuencias pueden estar relacionadas con el valor de los activos y con las oportunidades económicas disponibles en diferentes escenarios.

4. Formular hipótesis explícitas y analizar su validez. Nuestras suposiciones de planificación suelen ser implícitas, lo que complica la tarea de examinarlas o cuestionarlas. Podemos volverlas explícitas escribiéndolas y luego clasificándolas en tres categorías: las que son creíbles y deben guiar la planificación; las que se tienen que investigar más a fondo; y las que es poco probable que se conviertan en realidad.

En nuestro ejemplo, contar con poder regresar a nuestra vida anterior a la COVID-19 podría ser una suposición peligrosa. Su trabajo puede cambiar o acabar destruido podrá, incluso cuando la COVID-19 esté bajo control. La automatización podría hacer que su trabajo se vuelva innecesario, o las alternativas digitales al producto o servicio que su empresa produce podrían convertirse en parte de la nueva normalidad.

5. Revisar las opciones, planes y decisiones. Empiece a diseñar su plan de acción. ¿Qué hará cuando llegue a un futuro alternativo? ¿Qué podría hacer ahora para volverse más resistente a los posibles desafíos? ¿Qué habilidades o capacidades puede empezar a desarrollar? ¿Qué pequeñas inversiones podría realizar hoy, para no tener que inventar nuevas soluciones en un mundo muy diferente al actual?

La prospectiva estratégica nos ayuda a mirar más allá de la situación actual para ver lo que podría ocurrir y descubrir cómo prepararnos para eso. Por ejemplo, podría considerar formarse para una habilidad que será valiosa en el futuro e, idealmente, elegir alguna que valdría en distintos escenarios en el futuro.

6. Controlar y adaptarse. Establecer un sistema para controlar las señales de alerta temprana que indiquen cuál de los posibles futuros es el que está realmente emergiendo. Esto permite adaptar el curso de la acción lo antes posible o buscar las mejores opciones.

Por ejemplo, el nivel de interés, la tasa de empleo en el sector, la calificación de la confianza de los consumidores y empresas, y la disponibilidad de tratamientos o vacunas contra la COVID-19 podrían ser posibles señales de alerta temprana de cuál de los posibles futuros es más probable que se desarrolle.

La mejor forma de lanzarse a dar estos pasos consiste en hacerlo bajo la mentalidad de la prospectiva estratégica:

Aceptar la incertidumbre como norma. La previsión tiene un valor, pero las personas prudentes y las organizaciones no apuestan todo a que las cosas salgan como se espera. En cambio, se preparan para una amplia gama de escenarios viables para evitar encontrarse en situaciones que no sabrían manejar, o en las que deben inventar algunas soluciones e implementarlas al mismo tiempo.

Ser humilde acerca de su capacidad para manejar el momento. Los pensamientos como "Ya nos encargaremos de eso cuando suceda" o "Esto es solo temporal y las cosas volverán a la normalidad pronto", son ejemplos comunes de meras ilusiones.

Abrir bien los ojos. La pandemia de coronavirus ha demostrado lo rápido que puede cambiar el mundo. Estas alteraciones masivas no son tan raras como nos gustaría pensar. Puede parecer que un cambio perturbador surge de repente y sin previo aviso, pero la amenaza probablemente existía todo el tiempo. Es posible que hayamos minimizado su potencial magnitud o reducido sus probabilidades. Mantener una mentalidad abierta sobre lo que podría suceder en el futuro nos ayudará a revisar nuestras propias suposiciones profundamente arraigadas.

Ser valiente. Debemos mantener sobre la mesa todos los escenarios viables relevantes, ya sean buenos o malos, aunque nos asusten. Con demasiada frecuencia, ignoramos los escenarios que consideramos de baja probabilidad, pero de alto impacto, especialmente si nos parece difícil prepararnos para abordarlos.

Estar atento a las oportunidades. En tiempos de gran incertidumbre y crisis, tendemos a jugar en modo defensivo y a centrarnos en lo que podría salir mal. Dedicar un poco de atención a las circunstancias positivas que podrían surgir de una crisis puede ayudarnos a identificar nuevas oportunidades.

Reconocer el impacto emocional. Imaginarse en distintos escenarios puede desafiar nuestras suposiciones y, en ocasiones, parecer como una amenaza para nuestros conocimientos y experiencia. Sin embargo, fortalecer la prospectiva estratégica desarrollará la capacidad de tomar decisiones a pesar de la incertidumbre y la incomodidad y, en última instancia, de adaptarse mejor al futuro.

Actuar. Relacionar las reflexiones sobre el futuro con una toma de decisiones real y con acciones. La prospectiva estratégica nos ayudará a tomar las decisiones con más conocimiento de causa y a reflexionar sobre el futuro de una manera orientada a la acción. Hay que estar preparado para realizar cambios en función de las lecciones aprendidas.

*Kristel Van der Elst es CEO de Global Foresight Group, directora general de Policy Horizons Canada, asesora especial del vicepresidente de la Comisión Europea, Maroš Šefčovič, y miembro del Centro de Prospectiva Estratégica de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de EE. UU. Es profesora invitada en el College of Europe y antigua jefa de prospectiva estratégica en el Foro Económico Mundial.

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