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Un bombero lucha contra el incendio Creek en la localidad de Shaver Lake. Crédito: AP Photo/Noah Berger

Tecnología y Sociedad

Los incendios de California: cambio climático y un siglo de mala gestión

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Cinco de sus 10 mayores incendios de la era moderna han ocurrido a la vez. La histórica práctica del estado de apagar cualquier fuego lo antes posible ha generado enormes montones de material combustible alimentados por veranos cada vez más secos y patrones de lluvia cada vez más extremos

  • por James Temple | traducido por Ana Milutinovic
  • 24 Septiembre, 2020

Cinco de los 10 incendios más grandes de California (EE. UU.) en la historia moderna están ardiendo a la vez. Los incendios forestales de 2020 ya han destruido 4.200 edificios, han obligado a cientos de miles de personas a huir de sus hogares y han quemado más de 1,3 millones de hectáreas en todo el estado.

Se trata de una superficie más grande que la de los parques nacionales de Yellowstone y Yosemite (EE. UU.) juntos, y casi la mitad del área de Massachusetts (EE. UU.). Los últimos fuegos han ocurrido tras una serie de temporadas de incendios especialmente mortales y devastadoras en California, y los científicos creen que el cambio climático provocará otros aún peores.

Para cualquiera que viva en la zona, o para cualquier observador, la situación es desesperante y parece completamente insostenible. Entonces, ¿cuál es la solución?

Hay una lista abrumadora de tareas pendientes. Pero una de las conclusiones más claras, como  los expertos llevan años explicando, es que California debe empezar a trabajar con los incendios en lugar de limitarse a combatirlos. Eso significa revertir un siglo de políticas de extinción y centrarse mucho más en las quemas controladas y deliberadas para limpiar la vegetación que se acumula y se convierte en enormes montones de combustible.

Arcadia, CA incendios forestales

Foto: Fuegos controlados para proteger los hogares durante el incendio Bobcat en Arcadia. Créditos: David McNew / Getty

Tales prácticas "no previenen los incendios forestales, pero fragmentan el paisaje, de modo que cuando ocurren, son mucho menos severos, bastante más pequeños y son mucho más fáciles de controlar si pasan alrededor de las comunidades", explica la profesora asistente de la Universidad de California (UC) en Merced (EE. UU.) Crystal Kolden, especialista en la gestión de incendios y terreno.

Esperando una chispa

El Gran Incendio de 1910 quemó 1,2 millones de hectáreas en Idaho (EE. UU.) y otras áreas circundantes, acabó con la vida de casi 90 personas, destruyó varias ciudades y marcó el inicio de una era de tolerancia cero para los incendios en EE. UU. Los graves fuegos que vinieron después impulsaron al Servicio Forestal de EE. UU. a implementar oficialmente la "política de las 10 am" en 1935, con el objetivo de que cualquier incendio estuviera controlado a esa hora la mañana tras su detección.

Varias décadas de medidas rápidas para controlar los fuegos que destruyen los árboles pequeños y la maleza de forma natural han tenido unas consecuencias desastrosas no deseadas. Este enfoque significa que cuando ocurren los incendios, suele haber mucho más material combustible que hace de escalera, permitiendo que las llamas suban a las copas y derriben árboles maduros que de otro modo resistirían.

El cambio climático, que agrava estos peligros, parece que finalmente ha inclinado la balanza de una situación cada vez más insostenible, opina el experto que también trabaja en la UC Merced Anthony LeRoy Westerling. En California, es casi no hay dudas de que intensificó la prolongada sequía ocurrida a principios de esta década, que acabó con unos 150 millones de árboles en la cordillera de Sierra Nevada (EE. UU.).

Además, las temperaturas están subiendo y los patrones de lluvia son cada vez más extremos. Los inviernos inusualmente húmedos aceleran el crecimiento de árboles y otras plantas, seguidos de veranos secos y calurosos que extraen la humedad de ellos.

Esto crea un polvorín cuando llegan las ráfagas de viento en el otoño: una gran acumulación de combustible seco esperando una chispa, ya sea de un cortacésped, un cable eléctrico caído o un rayo.

Un siglo de trabajo atrasado

El problema actual reside en la enorme cantidad de trabajo necesario para limpiar todo esto.

Hasta ocho millones de hectáreas de terreno californiano necesitan "tratamiento de reducción de combustible para minimizar el riesgo de incendios forestales", según evaluaciones anteriores del Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California y otras agencias estatales. Se trata de casi dos tercios de las 13,35 millones de hectáreas de bosques y árboles del estado, y seis veces la zona que quemada en lo que va de año.

Este "tratamiento" puede incluir quemas controladas en condiciones establecidas; idealmente, espaciadas geográficamente y en diferentes períodos del año para evitar demasiado humo en las localidades. También podría suponer el uso de sierras y máquinas para cortar y limpiar los bosques. Otra opción son los "incendios forestales controlados", bajo supervisión para permitir la quema si no supone un peligro directamente a las personas o para las propiedades.

Sin embargo, más de un siglo de trabajo diferido ha dificultado llegar a los lugares que necesitan esa reducción. También resulta arriesgado realizar quemas controladas o permitir los incendios naturales, ya que hay mucho combustible acumulado en muchos lugares, explica Westerling.

Foto: Amy Scott captura el panorama mientras el humo de los incendios forestales que arden en el oeste arroja a San Francisco (EE. UU.) en un brillo anaranjado oscuro a principios de este mes. Créditos: Philip Pacheco / Getty Images

Un informe de 2018 de la agencia independiente de supervisión estatal Little Hoover Commission, recomendó limpiar 4.450 millones de metros cuadrados al año, por lo que los trabajos tardarían dos décadas en completarse y requerirían mucho personal y recursos. Las quemas controladas de bosques y parques pueden costar más 170 euros por cada 4.000 metros cuadrados, mientras que el raleo forestal puede rondar lo s900 euros, en función del terreno. Por lo tanto, los costes totales podrían oscilar entre cientos de millones de euros y más de 1.000 millones de euros al año.

No obstante, esa cantidad solo es una pequeña parte de los costes ocasionados por los incendios forestales descontrolados. Para tomar solo un ejemplo, los devastadores incendios de Wine Country en octubre de 2017 costaron casi 8.000 millones de euros en daños en solo un mes. Y sin raleo ni quemas controladas, los incendios forestales solo van a empeorar.

Si el objetivo es quemar el exceso de combustible, ¿por qué no dejar que los incendios forestales ardan? El problema es que los incendios descontrolados en los bosques cubiertos de maleza no consiguen los mismos resultados que las quemas controladas. Estos fuertes incendios pueden arrasar enormes extensiones de bosques en lugar de simplemente limpiar la maleza y dejar los grandes árboles intactos, explica el profesor de ciencia del fuego en UC Berkeley (EE. UU.) Scott Stephens. En vez de restaurar la salud de los bosques, los grandes incendios descontrolados a menudo los transforman en tierras arbustivas, donde la vegetación crece pronto y los incendios graves pueden regresar rápidamente.

Más problemas

La quema controlada tiene otros obstáculos, como las preocupaciones de la gente sobre el humo, la seguridad y la fauna; los largos procesos de revisión ambiental; y los conflictos de intereses del sector forestal. La industria maderera posee el 14 % de las tierras forestales de California y gana dinero con los árboles maduros, no con la leña.

Para aumentar las quemas controladas será necesario llevar a cabo amplias reformas regulatorias para agilizar el proceso de las aprobaciones. También es probable que se requiera la creación o el nombramiento de una agencia estatal dedicada exclusivamente al tratamiento de material combustible, resalta el investigador sénior del Instituto Woods de Stanford para el Medio Ambiente y miembro de la Comisión de Incendios de California, Michael Wara.

En este momento, las iniciativas de quema y raleo forestal son gestionadas por el Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California, que, según él, siempre priorizará el trabajo que la sociedad y los políticos valoran: contener la muerte y la destrucción de los incendios activos. El investigador añade: "La temporada de incendios siempre llega y ellos siempre son los responsables. Creo que necesitamos una nueva agencia cuya única misión sea reducir el riesgo de incendios".

El próximo fuego

Kolden destaca que California también deberá prepararse para los incendios que sucederán de forma inevitable, independientemente de lo que haga el estado. Y afirma: "Debemos buscar los lugares en mayor riesgo no solo de incendios, sino también de los fuegos desastrosos que arrasan a comunidades enteras, y realizar el trabajo de mitigación que salvará vidas y reducirá la destrucción de propiedades".

Entre otras cosas, eso requerirá la adopción de normas de construcción más estrictas para los materiales utilizados para las estructuras; poda de árboles; ampliar el espacio alrededor de las construcciones; y remodelación de viviendas y edificios existentes con características resistentes al fuego. Las comunidades también necesitarán mejores sistemas de detección y notificación de incendios, varias rutas diferentes de evacuación y prácticas de respuesta a emergencias más efectivas.

Y los líderes de California deben decidir si algunas comunidades deben poder ser reconstruidas después de algunos incendios especialmente devastadores, como el Camp Fire que prácticamente arrasó con la ciudad de Paradise (EE. UU.).

A largo plazo, por supuesto, debemos frenar el cambio climático. Eso no disminuirá el nivel actual de riesgo, pero al menos podría ayudar a que la situación no empeore tanto.

La cantidad de días con condiciones extremas de riesgo de incendio en California podría aumentar en más del 50 % hacia finales de este siglo, en un escenario en el que las emisiones globales alcanzan su punto máximo alrededor de 2050 y disminuyen a partir de entonces, según un estudio reciente. En el peor de los casos, ese número podría casi duplicarse en algunas regiones, superando los 15 días cada otoño.

Foto: El incendio del SCU Lightning Complex quemó la casa de Diego Saez-Gil en las montañas de Santa Cruz (EE. UU.) el mes pasado. Créditos: Diego Saez-Gil

A pesar de lo devastadores que se han vuelto los incendios, el avance del cambio climático no ha hecho más que empezar, advierte  el director ejecutivo de la start-up Pachama, Diego Saez-Gil, que utiliza la inteligencia artificial y datos satelitales para ayudar a restaurar y proteger los bosques.

El responsable detalla: "Espero que los cielos anaranjados de San Francisco, y los incendios, las inundaciones y los huracanes, solo sean una llamada de atención. En vez de negarlo o desatenderlo, o de cualquier otra actitud que tuviéramos en el pasado, es hora de que nos unamos y empecemos a trabajar en esto de forma muy seria".

Saez-Gil acaba de sufrir esos peligros de primera mano. Cinco días después de que las tormentas eléctricas prendieran fuego a California, las llamas alcanzaron su casa en las montañas de Santa Cruz (EE. UU.) y la redujeron a cenizas.

Tecnología y Sociedad

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