Después de pasar 35 días sin nuevos contagios y haber levantado las medidas de confinamiento, la ciudad ha detectado seis positivos de coronavirus, que han sido rastreados hasta un mismo bloque de edificios. La situación señala lo fácil que sería una segunda ola de contagios si la desescalada no se hace correctamente
La noticia: los 11 millones de personas que viven en Wuhan (China) serán sometidos a los test de diagnóstico del coronavirus (COVID-19) después de que la ciudad, donde se originó la pandemia, haya descubierto nuevos contagios por primera vez desde que se levantó su confinamiento. Cada distrito de la ciudad ha recibido instrucciones de crear un plan para realizar las pruebas a cada uno de sus residentes en los próximos 10 días, según un documento de la Oficina contra el Virus de Wuhan publicado por los medios estatales chinos. Los grupos vulnerables y las áreas de alta densidad tendrán prioridad.
La lógica: el Gobierno local de Wuhan ha confirmado que descubrió seis nuevos casos transmitidos localmente durante el pasado fin de semana. Ese descubrimiento rompió la racha de 35 días consecutivos sin nuevos casos confirmados en la ciudad y en la provincia más amplia de Hubei (China) desde que se levantó su confinamiento el 8 de abril. Los seis casos se rastrearon hasta un mismo bloque de viviendas.
Qué aprendemos de todo esto: el gran y costoso intento de eliminar cualquier nuevo contagio destaca la preocupación del Gobierno de China por evitar el resurgimiento del virus. A medida que los países empiezan a suavizar sus medidas de confinamiento, deben lidiar con la amenaza muy real de una segunda ola de contagio por el coronavirus. Corea del Sur, ampliamente elogiada como uno de los países con mejor respuesta a la pandemia, también está experimentando una nueva oleada de contagios después de levantar su confinamiento y permitir que la gente fuera a los bares y locales nocturnos. Los expertos advierten que podría ser necesario mantener alguna forma de alejamiento social hasta que haya una vacuna. Sería prudente que los países que empiezan a relajar sus medidas de confinamiento lo lleven a cabo de forma lenta, cautelosa y de forma que permita a las personas mantenerse a distancia suficiente.