A favor: pueden contrarrestar a los charlatanes y magufos que inundan internet de desinformación. En contra: para volverse viral es fácil deslizarse por la pendiente de la falta de ética, creer que saben más que otros expertos y convertirse en marcas patrocinadas que desprestigien las evidencias reales
Cuando durante una rueda de prensa la semana pasada, el presidente de EE. UU., Donald Trump, sugirió que los médicos deberían estudiar la posibilidad de tratar a los pacientes de COVID-19 con una "inyección" de desinfectante, "o casi una limpieza", el gastroenterólogo del Hospital de la Universidad Thomas Jefferson (EE. UU.) Austin Chiang sabía que debía de reaccionar.
Con su bata de laboratorio y su uniforme médico, un estetoscopio colgado de su cuello y mirando directamente a la cámara, Chiang se sentó frente a un titular de noticias sobre los comentarios de Trump, lanzó un grito y escribió en la pantalla: "Prometo que no pretenderé saber cómo dirigir un país si usted no pretende saber cómo practicar la medicina". El vídeo, publicado poco después de los comentarios de Trump, ya acumula cerca de 12.000 de visualizaciones.
Chiang es miembro de una nueva generación de médicos y profesionales sanitarios que ha cosechado seguidores online en plataformas como TikTok, Instagram y Youtube. Sus credenciales médicas dan peso a sus posturas sobre el virus.
Mientras los médicos que hicieron famosos en televisión tuvieron que disculparse por haberle restado importancia al virus y por haber sugerido que perder algunas vidas era un precio aceptable para reabrir las escuelas, algunos de los nuevos médicos influencers se están posicionando de una manera diferente. En el mejor de los casos, esta ola de médicos mediáticos podría combatir la desinformación provocando que la medicina responsable parezca casi tan fascinante como las decenas de teorías de conspiración médica, afirmaciones exageradas y promesas de charlatanes que se viralizan por internet.
Para algunos, se trata de un vacío que había que llenar. La investigadora del Observatorio de Internet de Stanford (EE. UU.) especializada en desinformación médica Renee DiResta cree que los personajes que ofrecían información dudosa sobre remedios naturales fueron algunos de los "primeros usuarios" de las redes sociales. En el momento en el que las plataformas como Facebook y YouTube empezaron a tomar medidas enérgicas contra las falsas afirmaciones de salud, estos charlatanes ya estaban vendiendo "curas" en los grupos de Facebook de sanación natural, acumulando millones de visitas en YouTube y apareciendo en los resultados del buscador de Google.
"Venden sus 'curas' mediante las mismas técnicas que las marcas usan para vender zapatos. Pero con una capa adicional de misticismo a través de algunas estrategias que sugieren que tienen conocimientos exclusivos, como: '¡La cura que ELLOS no quieren que sepamos!'", explica DiResta.
Los profesionales médicos con su base científica están poniéndose al día en todo eso.
El 'agujero negro' de internet
El médico de cabecera de Nueva Jersey (EE. UU.) Mikhail Varshavski, que tiene más de cinco millones de suscriptores en YouTube, donde es conocido como "Doctor Mike", afirma: "Creo que la falta de médicos de calidad en redes sociales ha provocado el auge de influencers magufos que lanzan curas milagrosas y tés de desintoxicación y cosas de ese tipo". Y añade que las redes sociales médicas impulsadas por la personalidad "han sido una especie de agujero negro donde los médicos no aparecían porque no querían ser percibidos como poco profesionales, lo que ha impulsado el florecimiento de la desinformación".
Pero la fama online de médicos y enfermeras conlleva riesgos que solo resaltan la importancia de su trabajo. Y a medida que cada vez más profesionales médicos se conectan a internet para ayudar a guiar a la sociedad y combatir la desinformación, se crea un peligro adicional de que se conviertan en parte del problema que intentan combatir.
Si no tiene cuidado, lo mismo que ayuda a Austin Chiang a llegar a un público más joven en TikTok podría dañar la confianza que su audiencia tiene en los profesionales médicos. Para estar en TikTok hay que ser divertido sin avergonzarse ni parecer alejado de la cultura de esta aplicación. Y hay que mantener ese equilibrio sin deslizarse hacia un comportamiento poco ético. Ha habido, por ejemplo, profesionales médicos que han usado TikTok para burlarse de sus pacientes. E incluso aquellos con las mejores intenciones e información correcta pueden encontrarse con problemas cuando utilizan un nuevo medio.
Chiang se pregunta: "¿Cómo podemos ofrecer información sin socavar la confianza del público en nosotros? Hay muchas personas nuevas en la plataforma y que dirán cosas sin pensar".
Buenas intenciones, malos resultados
Un ejemplo sería el del médico que dirige una clínica familiar privada en Michigan (EE. UU.) Jeffrey VanWingen. Quería ayudar a la gente cuando antes del trabajo, grabó un vídeo en su cocina con su uniforme que creía que el mundo necesitaba ver: "PSA: Consejos para comprar alimentos en tiempos de COVID-19". Era 24 de marzo, el gobernador de su estado iba a emitir órdenes de confinamiento al día siguiente. VanWingen no era epidemiólogo ni experto en seguridad alimentaria, pero sí conocía las técnicas de esterilización que, creía, podrían modificarse para ayudar a las personas a evitar que el coronavirus entre en sus hogares junto con sus alimentos.
Aunque sabía que el riesgo de que alguien se contagiara al tocar alimentos probablemente era muy bajo (el riesgo principal de las compras de alimentos en estos días proviene de las otras personas de la tienda), pensó: "Muy bajo no es insignificante. No es nada. Y creo que mi objetivo era ayudar a las personas a mantener los mínimos riesgos de contagio por COVID-19".
Su vídeo de 13 minutos mostró los procedimientos para desinfectar diferentes tipos de alimentos, mientras su voz tranquila guiaba a los espectadores a tirar los alimentos en contenedores "limpios", desinfectar los envases y lavar los productos. El vídeo se compartió mucho en las redes sociales y se difundía entre amigos en cadenas de correo electrónico, mientras la gente buscaba con pánico algo que pudiera hacer para tener un poco de control sobre la propagación de este virus aterrador. El vídeo, el primero en su canal de YouTube que había creado un mes antes, ya tiene casi 26 millones de visualizaciones y la cifra sigue aumentando. Pero, en algunos puntos, el vídeo también resulta engañoso.
Al principio, VanWingen sugiere lavar los productos con agua y jabón; pero es mejor enjuagar las frutas y verduras en agua fría porque los residuos de jabón pueden causar problemas digestivos. Y su sugerencia de dejar los alimentos fuera o en el garaje durante unos días antes de llevarlos a casa necesitaba una aclaración de que no sería tan seguro para los productos perecederos.
Aunque VanWingen presionó a YouTube para que le permitiera editar el vídeo y eliminar la parte con consejos potencialmente dañinos, no podía hacer mucho más que eliminar el vídeo. Decidió no hacerlo y, en lugar de eso, añadió actualizaciones en la descripción del vídeo que mostraban enlaces a información nueva y más exacta. Y afirma que sigue defendiendo la mayoría de los consejos del vídeo.
El médico reconoce: "Me preocupa muchísimo que se asocie al Dr. VanWingen con la desinformación". Opina que, comparado con otros, su error fue inocente y es poco probable que tenga consecuencias nefastas. Y añade: "He visto a médicos que promueven, por ejemplo, la hidroxicloroquina e incluso el miedo", en referencia al tratamiento no comprobado y, según la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), potencialmente peligroso contra la COVID-19 promovido por el presidente Trump. "Eso no es algo que yo haría", apostilla
"He visto a médicos que promueven, por ejemplo, la hidroxicloroquina e incluso el miedo".
Pero las personas capaces de conseguir muchas visualizaciones para un mensaje médico en redes sociales no son necesariamente las mejor cualificadas para elaborarlo. Otros epidemiólogos han cuestionado la experiencia y análisis del epidemiólogo que ahora tiene numerosos seguidores en Twitter gracias a sus evocadores tuits sobre COVID-19, Eric Feigl-Ding.
Varshavski, es decir el Doctor Mike, se convirtió en el experto médico de YouTube después de que un artículo de Buzzfeed de 2015 sobre su cuenta de Instagram lo denominara el "doctor atractivo". Y aunque a menudo enfatiza a su audiencia que una "opinión experta", incluida la suya, es "la forma más baja de evidencia", es más probable que sus espectadores confíen en lo que dice él en sus vídeos en lugar de buscar y leer un ensayo controlado aleatorizado sobre el mismo tema. Eso no es necesariamente algo malo, si la información es válida y se presenta claramente. Él describió su papel durante la pandemia como de portavoz y plataforma para los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC, por sus siglas en inglés), la Organización Mundial de la Salud y los principales expertos en el campo.
Pero es fácil perder ese equilibrio. "Si alguien es médico y es popular y la gente busca sus consejos, cruzará la línea si cree que su opinión experta supera los consejos de los CDC y la OMS sin ningún tipo de investigación que lo justifique", afirma.
Ese es el mayor desafío: las personas recurren a internet para buscar información durante una crisis de salud, ya sea personal o global. Pero la mejor información y la más exacta no siempre está empaquetada y optimizada de una forma atractiva para un público curioso que busca salir de su incertidumbre. Por cada vídeo de los CDC sobre los últimos estudios acerca del coronavirus, hay alguien que asegura ser la única persona dispuesta a decirnos lo que "los médicos no quieren que sepamos". Eso se combina con un presidente que amplifica ideas potencialmente peligrosas para que se conviertan en grandes noticias.
Médicos que se convierten en marcas
También hay otro desafío para los médicos influencers: la marca y el dinero. Al hacerse influyentes, los famosos como el Doctor Mike pueden lograr que la información exacta sea interesante, pero también deben encontrar una manera de hacerlo sin caer en arenas movedizas de la ética.
Las personas se vuelven famosas en internet al convertirse en marcas humanas. Ante lo que Chiang advierte: "Convertirnos en marcas también puede conducir a las personas en una dirección diferente. Hay quien ya nos está comparando con las grandes farmacéuticas. Lo último que quieren ver es que vendemos un producto o una idea".
Como muchos creadores de contenido, Varshavski acepta patrocinadores para sus cuentas de Instagram y YouTube, pero explica que suele asegurarse de que esos patrocinios no se vean como promociones médicas. Chiang, quien también trabaja como director de redes sociales de su hospital, tiene que analizar cuidadosamente en qué desafíos de TikTok puede participar y las canciones que usa para evitar asociar su imagen y la de su profesión con algo ofensivo o de mal gusto. Chiang es informativo en TikTok, pero consigue participar de manera efectiva en la forma en la que las personas ya utilizan esta aplicación. Y eso no siempre es algo que los médicos sean capaces de hacer o estén interesados en intentar aprender.
"En el pasado, los estudios de medicina nunca han enseñado nada sobre cómo comunicarse con nuestras comunidades y nuestros pacientes", afirma Chiang.
La fama online supone destreza y cuidado a un nivel que la mayoría de las personas subestima. Y existen algunos riesgos bastante importantes, especialmente para los médicos y otros profesionales de campos que son objeto de desinformación. Chiang señala que algunas empresas simplemente roban el contenido de los profesionales médicos en las redes sociales y los usan para vender sus productos. Luchar contra la desinformación médica online puede enfadar a los que creen en ella, y eso podría poner en peligro la seguridad personal de los médicos que intentan llevarlo a cabo.
Pero Chiang y Varshavski creen que esos riesgos compensan, especialmente si el hecho de tener más médicos online ayuda a las personas a encontrar mejor información sobre su salud.
Como son médicos que aparecen en internet y también tratan a pacientes reales, pueden ver de primera mano cómo la desinformación afecta a sus pacientes. Hace poco, durante un fin de semana, Varshavski trató a cinco pacientes de COVID-19 con síntomas leves, y cada uno le pidió hidroxicloroquina, un posible tratamiento arriesgado que puede causar graves problemas cardíacos en algunos pacientes. Varios le admitieron a Varshavski que habían oído sobre ese tratamiento en la televisión.