Un nuevo dispositivo de microfluidos proporciona resultados en 15 minutos.
En un parque de oficinas de Woburn, Massachusetts, un voluntario ofrece su dedo para un pequeño pinchazo. Un flebotomista recoge la pequeña gota de sangre con un cuadrado de plástico especialmente fabricado para la ocasión, y después coloca el plástico en un cartucho de microfluidos del tamaño de una tarjeta de crédito que después inserta en un lector especial. Quince minutos después, el dispositivo ofrece los niveles de antígeno prostático específico (PSA) del voluntario, una proteína utilizada para vigilar el posible regreso del cáncer de próstata después de su tratamiento.
Estos resultados tan rápidos son posibles gracias a una novedosa tecnología de microfluidos desarrollada por la startup Claros Diagnostics, que espera hacer que los análisis de PSA sean tan rápidos que puedan hacerse en la consulta del doctor. Si el dispositivo es aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU., se convertiría en uno de los primeros ejemplos de test de diagnóstico basado en microfluidos que tanto tiempo llevan esperándose, y que podrían ser realizados en el hospital o en la consulta del doctor. Aunque los microfluidos—que permiten la manipulación de fluidos en un chip a escalas microscópicas—llevan utilizándose desde hace una década, su complejidad y alto precio ha hecho que en gran medida se vean limitados a las aplicaciones de investigación.
La tecnología de Claros, que consiste en un pequeño dispositivo recolector de sangre, un cartucho desechable y un lector del tamaño de una tostadora, podría, en teoría, al menos adaptarse para que detecte cualquier tipo de proteínas distintas. No obstante la compañía ha elegido centrarse inicialmente en el PSA, que se analiza de forma rutinaria. Con los tests actuales, las muestras de sangre normalmente se envían a un laboratorio centralizado para el análisis del PSA. Los resultados se devuelven en un día o dos. El test de Claros, que actualmente se halla en fase de pruebas clínicas, permitirían que las lecturas de PSA se determinasen durante la visita del paciente.
“Poseer un test de PSA que sea preciso ciertamente nos sería de ayuda a la mayoría de los urólogos—las dos palabras claves son simpleza y economía,” afirma Jerome Richie, director de urología en el hospital Brigham and Women de Boston. Sin embargo afirma que este tipo de tests deberían ser capaces de analizar con precisión los niveles bajos de PSA que están presentes después de una cirugía de próstata.
Lo principal del dispositivo de Claros es su capacidad para llevar a cabo el test sobre una pequeña gota de sangre. La superficie del cartucho está cubierta con canales estrechos, que sirven tanto como de almacenaje para los componentes químicos necesarios para la evaluación como de diminutos tubos de prueba para llevar a cabo la reacción. Cada reactivo está alineado de forma secuencial en un largo canal y separado por pequeñas burbujas de aire. Una vez que el cartucho se inserta en el lector, un efecto de vacío empuja a la sangre a través de un canal y aplica la secuencia de reactivos apropiada. Este método evita las bombas utilizadas para transportar los componentes químicos de otros chips de microfluidos, permitiendo un diseño simple y robusto sin partes en movimiento. El lector en sí mismo es simple, y utiliza un LED y un fotodiodo para detectar la acumulación de plata—el resultado de la reacción—en el cartucho. Cuanta más plata, menos luz penetra a través del chip y mayor es el nivel de PSA.
Los científicos de Claros han desarrollado unas tecnologías propias de moldeo por inyección que permiten fabricar los cartuchos de plástico duro muy rápidamente, en alrededor de 15 segundos, y por alrededor de 10 centavos cada uno. “El moldeo por inyección se usa para crear multitud de productos de consumo, como bolígrafos, pero no podemos manufacturarlos a resolución de micrones,” afirma Samuel Sia, uno de los cofundadores de Claros así como bioingeniero en la Universidad de Columbia. “Sólo cuestan unos centavos, y podemos fabricar cientos de miles al año—no mucha gente puede hacer algo así.”
En la actualidad Claros está llevando a cabo pruebas clínicas para comparar su dispositivo a los métodos de pruebas de PSA estándar y así conseguir la aprobación legal. De conseguirla, podría hacer que la visita a la oficina del doctor de un paciente de cáncer de próstata fuera mucho más productiva. Según Stephen Zappala, urólogo en la Clínica Lahey en Andover, Massachusetts, que trabaja con Claros en las pruebas clínicas, “la tecnología de Claros incrementará de forma dramática la eficiencia de la práctica de los urólogos y aliviará la ansiedad del paciente asociada con la espera de los resultados del laboratorio.”
Vincent Linder, cofundador y director tecnológico, afirma que Claros espera los resultados de las pruebas durante los próximos meses. La compañía espera lanzar el dispositivo en Europa más tarde este año, y en los Estados Unidos en 2011. Una tecnología similar podría usarse para crear paneles de análisis para la salud de la mujer o la salud cardiaca, aunque Linder rehusó discutir planes específicos. Tampoco quiero dar un precio estimado del sistema.
Además del dispositivo de análisis de PSA, que se comercializará en los EE.UU. y en Europa, Sia está desarrollando una segunda versión del sistema para analizar enfermedades infecciosas en países pobres. Aunque usa la misma tecnología principal, esta versión posee un lector operado por baterías de un tamaño aproximado a un iPhone, y está diseñado para detectar VIH, sífilis y hepatitis. El dispositivo actualmente se está probando en centros de cuidados de salud en Ruanda encargados de tratar a mujeres embarazadas. “Si detectas estas enfermedades en las madres, puedes prevenir la transmisión al recién nacido, incrementando así el impacto clínico,” afirma Sia. Después de una serie de pruebas de campo exitosas, en la actualidad Sia está intentando que el dispositivo pase el proceso regulador en África.