Tras el escándalo de los bebés chinos editados con CRISPR, el nuevo debate sobre la modificación del ADN se centra en la genética dirigida, una tecnología que podría erradicar a los mosquitos que transmiten la malaria pero cuyo impacto en la naturaleza todavía no se conoce
En medio de la polémica por el experimento que supuestamente ha traído al mundo a dos bebés chinos con genomas editados para resistir al VIH (ver Todo lo que se sabe sobre los bebés chinos editados con CRISPR), la controversia relacionada con todo lo que tenga que ver con edición y manipulación genética parece no tener fin.
Se sabe desde hace tiempo que el multimillonario Bill Gates está decidido a erradicar la malaria. Y como arma para lograrlo, ha depositado sus apuestas en los genes dirigidos, una tecnología que podría eliminar a todos los mosquitos responsables de propagar esta enfermedad (ver El día que el hombre aprendió a extinguir especies para resolver sus problemas). Para Gates, este método es un "gran avance", pero su opinión choca con la de grupos medioambientales que afirman que la genética dirigida es demasiado peligrosa para usarla (ver Un científico se alza contra el secretismo y los riesgos de los genes dirigidos). Así que ambos bandos están en pleno enfrentamiento.
Mientras que el padre de CRISPR, Feng Zhang, acaba de emitir un comunicado para pedir una moratoria sobre el uso de esa tecnología en humanos a raíz del escándalo de los bebés chinos, la Cumbre sobre Biodiversidad de la ONU celebrada este mes abrió el debate en torno a la idea de establecer una prohibición global para realizar pruebas de campo con genes dirigidos. A modo de presión, antes del evento, algunos científicos financiados por la Fundación Bill y Melinda Gates y otros difundieron una carta en la que afirmaban su preocupación por esta posible prohibición.
En la cita, celebrada en Egipto, se discutió sobre un borrador de la resolución de los diplomáticos para actualizar el Convenio de la ONU sobre la Diversidad Biológica. Si esta resolución finalmente se aprueba, los gobiernos deberían "abstenerse" de cualquier liberación de organismos que contengan la modificación genética dirigida, incluso aunque sea en experimentos piloto.
La propuesta de esta moratoria global para aplicar genes dirigidos ha sido impulsada por los mismos grupos que también se oponen a la soja y al maíz modificados genéticamente (ver Las plantas editadas genéticamente intentan esquivar el estigma de los transgénicos). En su opinión, los genes dirigidos son comparables con la bomba atómica.
Como respuesta, la Fundación Gates ha financiado una contracampaña. Ha contratado a agencias de relaciones públicas para anticiparse a la posible moratoria y difundir la carta de los investigadores, muchos de los cuales están directamente financiados por su fundación.
"Para decirlo sin rodeos: se trata de un juego de presión por parte de ambos bandos", sostiene el asesor técnico de la ONU Todd Kuiken, quien analiza la política de la genética dirigida en la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EE.UU.). (Kuiken afirma que le pidieron que firmara la carta de Gates, pero se negó porque es asesor técnico de la ONU).
Nueva tecnología
La genética dirigida consiste en modificar el ADN de un mosquito para que, cuando se reproduzca, propague un cambio genético específico que limita la supervivencia de su progenie.
Este año, un equipo del Imperial College de Londres (Reino Unido) demostró que podía eliminar a toda una población de mosquitos en un laboratorio. Si esta modificación genética se liberara en la naturaleza, es muy posible que fuera capaz de erradicar a los mosquitos portadores de la malaria, lo que detendría la transmisión de la enfermedad.
Este grupo de investigación, bautizado como Objetivo Malaria, recibió más de 65 millones de euros de la Fundación Gates y ya está elaborando planes para implementar la genética dirigida en África tropical (ver Los mosquitos condenados a morir para erradicar la malaria ya están aquí).
Para el biólogo teórico director de Objetivo Malaria, Austin Burt, que además fue uno de los firmantes de la carta, el término "abstenerse" que emplea la ONU equivale a plantear una moratoria para el uso de la tecnología. El investigador advierte a los diplomáticos que no deberían "crear barreras arbitrarias, alta incertidumbre y demoras con fechas abiertas" que impidan el avance de la ciencia.
Preocupaciones del duelo
Aunque la tecnología de los genes dirigidos resulta muy prometedora, grupos ambientales como Amigos de la Tierra y ETC Group alertan de riesgos bajo la idea de que, una vez en la naturaleza, la tecnología podría descontrolarse o incluso llegar a alterar la cadena alimentaria.
Casi sin querer, Gates ha planteado otro posible riesgo al exagerar los plazos en los que la tecnología podría estar lista. Durante una conferencia de Forbes celebrada en 2016, el multimillonario dijo: "Yo la implementaría dentro de dos años. Respeto a las personas que piensan que es aterrador. Pero yo no lo veo así".
Aunque más tarde el magnate se desdijo y afirmó que los genes dirigidos tardarían "varios años" en llegar, lo cierto es que la tecnología todavía está en un estado altamente experimental. Los científicos no están seguros de cómo funcionaría en la naturaleza y ni siquiera tienen listos a los insectos listos necesarios para las pruebas de campo.
Burt explica: "[Gates] quiere que vayamos tan rápido como podamos", pero admite que el lanzamiento no es inminente. El experto añade: "Creemos que estamos a cinco o seis años de tener un informe publicable para un organismo regulador. Si la gente piensa que vamos a llegar eso en dos años, podría ser alarmante. Cuando vean que no estamos tan cerca, podrían relajarse".
Principio de precaución
Kuiken ve poco probable que la ONU respalde una prohibición, porque para eso haría falta un consenso y él cree que varios países con fuertes industrias tecnológicas se mostrarán en contra de una medida similar. Pero la ONU, famosa por su enfoque basado en la "precaución" sobre todo lo relacionado con nuevas tecnologías, ya ha aprobado algunas restricciones a las tecnologías que afectan al planeta en su conjunto, incluidas ciertas semillas biotecnológicas y las técnicas de geoingeniería.
El codirector ejecutivo del Grupo ETC, Jim Thomas, cree que la genética dirigida "seguramente generará una gran pelea". De hecho, el mismo ha hecho circular una carta separada en la que pide una "moratoria global" para las pruebas con genes dirigidos. Entre los firmantes figuran Slow Food Deutschland, la compañía de jabón Dr. Bronner's, Amigos de la Tierra y el Club Sierra. Thomas sostiene que la tecnología podría "pisotear" los derechos de los indígenas por "la construcción genética que se mueve más allá de las barreras políticas". El responsable también ha buscado el apoyo de los defensores de los alimentos orgánicos.
La capacidad de los genes dirigidos para propagarse por sí solos en la naturaleza es lo que representa tanto la promesa de la tecnología como su mayor riesgo. De hecho, los científicos que trabajan en la tecnología toman precauciones muy serias para evitar que sus mosquitos modificados genéticamente escapen de sus laboratorios.
Burt destaca que, por ahora, lo más importante es saber si la tecnología funciona. "El reto actual es el de si no funciona, si se desploma cuando lo liberamos, o si se desarrolla una resistencia muy rápidamente", explica.
Eso significa que tanto los opositores como los partidarios de los genes dirigidos estarían sobreestimando los plazos de cuándo podría estar lista. Kuiken concluye: "Los estados miembros creen que lo que hay en los laboratorios está listo para ser liberado, y ese no es el caso. "Nada de lo que he visto sugiere que [los mosquitos] estén listos para salir mañana. Si todos supieran que todavía estamos lejos, podríamos tomar mejores decisiones".