Las réplicas de Fukushima sacuden la confianza política en las nucleares y dan impulso a las renovables.
Las malas noticias de la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi en Japón siguen reverberando en todo el mundo, oscureciendo el futuro de la energía nuclear e impulsando las fortunas de las fuentes de energía bajas en carbono. La decisión tomada por el primer ministro de Japón la semana pasada de abandonar sus planes para crear 14 nuevos reactores es sólo la última señal de una desaceleración nuclear mundial, y la tecnología se enfrenta a un examen renovado incluso en países con gobiernos pronucleares, incluidos los EE.UU., China y Francia.
"Debido tanto al tiempo necesario para integrar las lecciones aprendidas de Fukushima en nuevos diseños de reactores como a las vacilaciones probables del público y los responsables de la toma de decisiones, el despliegue de la energía nuclear se retrasará", señala Jan Horst Keppler, economista principal de la Agencia para la Energía Nuclear, un brazo con sede en París de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo.
Lo que no ha cambiado, señala Keppler, son los factores que estaban impulsando la construcción de nuevos reactores: la preocupación por la seguridad energética y el cambio climático. En el pasado, la tecnología nuclear ha sido percibida como la opción más barata. Sin embargo, al detener las nucleares, los gobiernos están buscando la forma de acelerar el desarrollo de energías renovables, y las últimas estimaciones de costes de la Agencia de Información de Energía de los EE.UU. proporcionará apoyo a esa posición.
El documento Anual Energy Outlook de la agencia, publicado este mes, calcula que la puesta en marcha de nuevos reactores en el año 2016 producirá energía a un coste de 114 dólares por megavatio-hora. Las centrales eléctricas de turbinas eólicas en tierra, geotérmicas y de biomasa mejoran ese precio, según cifras de la agencia (al igual que lo hacen las plantas eléctricas de gas que capturan y secuestran sus emisiones de carbono bajo tierra).
Mientras tanto, el potencial para que las tecnologías de energía renovable crezcan fue confirmado este mes por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU, que emitió un informe especial prediciendo que las fuentes renovables podrían satisfacer hasta un 80 por ciento de las necesidades energéticas globales para el año 2050.
El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, destacó también la semana pasada la posición comparativamente problemática de la energía nuclear y pidió un debate de alto nivel sobre los costes de dicho tipo de energía, los riesgos y beneficios. "Veinticinco años después de Chernobyl, y ahora que sufrimos las consecuencias de Fukushima, creo que es hora de echar una mirada a... el fortalecimiento de la seguridad nuclear", señaló a los reporteros en una conferencia de prensa en Ginebra el pasado miércoles. La discusión por los líderes mundiales está prevista para la reunión de la Asamblea General de septiembre en Nueva York.
Japón es el país que con más dureza está valorando las nucleares, a medida que Tokyo Electric Power—el operador de Fukushima Daiichi—continúa luchando contra niveles de radiación peligrosa en su intento por enfriar los reactores y las piscinas de combustible gastado en su planta afectada. La semana pasada se reveló que el combustible nuclear en un reactor se había derretido y hundido al fondo del reactor, y que Tokyo Electric Power había retenido lecturas de radiactividad en los primeros días de la crisis, no informando al gobierno ni al público, y poniendo en riesgo a los trabajadores de la planta.
El primer ministro de Japón, Naoto Kan, está tratando que la energía renovable y la eficiencia energética sustituyan parte de la energía nuclear. Sin embargo, a corto plazo, se enfrenta a una crisis de alimentación que se agravó la semana pasada cuando dos reactores de la planta nuclear costera Hamaoka, al suroeste de Tokio, fueron cerrados a petición de Kan hasta que se llevaran a cabo las actualizaciones de protección ante tsunamis.
Chubu Electric Power, la compañía que posee Hamaoka, podría tener dificultades para satisfacer los picos de demanda este verano sin los reactores, que generan más de 3.600 megavatios de energía. Tokyo Electric cuenta con 1.000 megavatios de Chubu para cumplir con su propio pico de verano, y aun con esa ayuda, se enfrenta por lo menos a una escasez de suministro de 5.000 megavatios este verano, según el Instituto de Economía Energética de Japón.
Alemania también se está moviendo para cerrar las centrales nucleares y hacer la transición a una mayor dependencia de la energía renovable. En 2010, la canciller Angela Merkel, pasó una legislación en el parlamento para extender la vida de operación de 17 plantas nucleares de Alemania—que por entonces estaban programadas para ser cerradas en 2022—un promedio de 12 años. Sin embargo Merkel rápidamente dio marcha atrás después de Fukushima, ordenando el cierre inmediato de las siete plantas más antiguas de Alemania. Su gobierno está trabajando para aprobar una legislación que cerraría esas plantas de forma permanente y reintegraría planes de eliminación para el resto. "Merkel quiere que este tema esté fuera del candelero político antes del receso de verano", afirma Andreas Kraemer, director del Instituto Ecológico, un think tank del medio ambiente con sede en Berlín y Washington.
El gobierno alemán ya ha identificado a las energías renovables como el futuro, estableciendo planes para impulsar la generación de energía renovable hasta el 50 por ciento del consumo eléctrico para el año 2030 (del 17 por ciento el año pasado) y un 80 por ciento para 2050. Sin embargo, aún no se sabe qué forma de energía renovable será la ganadora.
Según la legislación del verano pasado, se esperaba que un nuevo impuesto de energía nuclear subvencionara grandes explotaciones de energía eólica marina. No obstante, y debido a la inestable situación de las extensiones nucleares del pasado verano, la legislación de Merkel podría ahora pasar su apoyo a formas de energías renovables más distribuidas, afirma Kraemer. Esto incluye turbinas eólicas en tierra y la generación de energía a partir de biogás (metano producido a partir de estiércol, residuos de alimentos y biomasa).
La eliminación acelerada de las nucleares en Alemania también podría amenazar los planes en Europa del Este, al socavar el apoyo a las subvenciones. Como señala Kraemer, los contribuyentes alemanes aportan un tercio de los fondos de desarrollo europeo, y podrían negarse a contribuir a la construcción de nuevos reactores en sus fronteras.
El profundo debate nuclear sobre la energía nuclear en Francia, por su parte, podría tener implicaciones globales. Francia genera el 80 por ciento de su electricidad a partir de la energía nuclear, y sus empresas estatales son líderes mundiales: EDF, con sede en París, es el mayor operador de centrales nucleares en todo el mundo, mientras que Areva es el mayor proveedor de servicios y tecnología nucleares.
Sin embargo, incluso la lealtad de Francia a la energía nuclear parece estar flaqueando. A fines del mes pasado, la multinacional del petróleo y el gas Total, con sede en París, anunció que invertiría 1.380 millones de dólares en energía solar mediante la compra del 60 por ciento de la productora de paneles solares SunPower, con sede en EE.UU..
EDF afirma que sus planes para construir un reactor en Normandía están avanzando. No obstante, incluso EDF está controlando sus apuestas, señala Emmanuel Guérin, experto en clima y energía en Sciences Po, la universidad de élite en Francia para las ciencias políticas y la economía. Al tiempo que Total compraba SunPower el mes pasado, EDF aseguraba el resto de las acciones que no poseía en la filial EDF Renewable Energies. "Es claramente una indicación de que EDF no quiere quedarse fuera de las apuestas por las energías renovables", afirma Guérin.
Al mismo tiempo, el Partido Socialista de Francia, que con anterioridad era firmemente pronuclear, está debatiendo su posición. Varios candidatos competidores de Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales del próximo año han pedido que Francia comience a pasar de las nucleares a las energías renovables.
China y EE.UU. también están mostrando señales de tensión sobre el tema. El gobierno de China ha suspendido temporalmente la aprobación de nuevos reactores, y está hablando de modificar el equilibrio entre sus planes de energía nuclear y renovables. Los funcionarios chinos han señalado que podrían duplicar su objetivo para la energía solar desde cinco gigavatios a 10 gigavatios en 2015.
En los EE.UU., los planes de inversión nucleares vacilan de un lado a otro. El mes pasado, NRG Energy canceló su inversión de 481 millones de dólares en un proyecto de dos reactores en Texas, culpando a los posibles retrasos en las aprobaciones nucleares y a la competencia de los generadores de electricidad alimentada con gas natural barato. Este mes, una filial de Areva detuvo la construcción de una instalación en Newport News, Virginia, diseñada para forjar piezas de gran tamaño para reactores nucleares, mientras que los legisladores de Carolina del Norte rechazaron un proyecto de ley para agilizar la financiación de nuevos reactores. En una conferencia telefónica con analistas financieros a principios de este mes, el director ejecutivo de Duke Energy, una compañía que propone la construcción de nuevos reactores en el estado, culpó a la crisis nuclear en Japón de la derrota política.