Constante Futuro
"Una buena manera de medir el éxito de una vida es cómo impactamos en la de otros"
El ingeniero chileno Eduardo della Maggiora inició en 2017 un viaje de emprendimiento guiado por un propósito: generar un impacto positivo. El resultado es la 'insurtech' Betterfly, que motiva a los usuarios a mejorar su bienestar corporal, mental y financiero, a la vez que benefician a los más desfavorecidos. En el pódcast 'Constante Futuro', comparte la trayectoria de este proyecto con foco social que ha alcanzado el estatus de unicornio
Contenido elaborado con el apoyo de MAPFRE
Bill Drayton, ganador del prestigioso Premio Príncipe de Asturias a la Cooperación en 2011, definió en la década de 1970 al emprendedor social como aquel que busca contribuir con su proyecto innovador al bien común. Una meta que cada vez gana más fuerza en el ámbito corporativo, donde los llamados criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza corporativa, por sus siglas en inglés) cada vez preocupan más tanto a consumidores como a empresarios. Más de 5.600 compañías de 83 países cuentan ya con certificación B—900 de ellas en América Latina—, que reconoce a aquellas empresas orientadas a generar un impacto positivo en las personas y el planeta.
Betterfly es un ejemplo de start-up que ha tocado el cielo del emprendimiento con una apuesta tecnológica al servicio de un propósito social. El innovador concepto de esta insurtech corporativa parte de transformar los hábitos saludables de los empleados en un beneficio económico tangible, tanto para sí mismos (la cobertura de su seguro de vida aumenta a medida que se adoptan un estilo de vida más sano) como para comunidades desfavorecidas, ya que las acciones de los equipos se traducen en donaciones sociales.
Lanzada en 2018 por el chileno Eduardo della Maggiora junto a su hermano Cristóbal, Betterfly alcanzó el estatus de unicornio en 2022 tras reunir 125 millones de dólares (124 millones de euros) en una ronda de financiación serie C. Se ha convertido así en la tercera start-up chilena en conseguir este hito, y el primer unicornio social (reconocido como una B Corp) de toda Latinoamérica. El crecimiento de la empresa ha sido meteórico: cuenta con más de 600 trabajadores y se ha expandido a otros mercados latinoamericanos e incluso al español tras la adquisición de la start-up Flexoh. En el tercer episodio de Constante Futuro, realizado por MIT Technology Review en español en colaboración con MAPFRE, detalla su carrera emprendedora.
La siguiente entrevista ha sido editada por su longitud y para su claridad.
Antes incluso de comenzar a competir en Ironman, una competición de triatlón considerada una de las más difíciles del mundo, ya diste algunos giros sorprendentes a tu carrera. Trabajabas en el banco JP Morgan en Nueva York y en 2014 decidiste dejarlo todo para pasar unos meses como profesor en Tanzania. ¿Qué motivó esa decisión y de qué forma esa experiencia en el país africano marcó tu objetivo posterior de emprender con impacto?
Esa decisión nació de varios motivos, pero el más relevante tiene que ver con la fragilidad de la vida: mi madre fue diagnosticada con una leucemia cuando yo estaba viviendo en Nueva York, en un trabajo soñado. Ese evento familiar personal me hizo replantearme el significado de la vida. Me pregunté: “¿Si mañana me atropellara un taxi, cómo mediría mi vida?” ¿Por el éxito profesional, por la plata que tengo el banco? Y llegué a la conclusión de que una buena manera de medir el éxito sería ver cómo había usado los regalos que el universo me había dado para generar un impacto en la vida de otros. Eso me hizo renunciar a lo que estaba haciendo y enfocar mi tiempo y energía a generar ese impacto; el plan inicial era hacerlo durante seis meses... ¡Pero ya son varios años en esa travesía!
Foto: Parte del equipo de la 'insurtech' chilena Betterfly, que ya suma cientos de empleados en varios países. Créditos: Betterfly.
En 2018 cofundaste con tu hermano Cristóbal Burn to Give, una app gamificada que permitía a los usuarios hacer ejercicio y mejorar su bienestar a la vez que apoyaban causas solidarias gracias al patrocinio de compañías. ¿Cómo recibieron inversores, usuarios y empresas esa propuesta y qué resultados conseguisteis?
Fue bastante disruptivo. No solo el modelo de negocio era único, sino también la manera en que construimos la empresa. Betterfly nació de ese viaje a África de seis meses, en el que pasaron dos cosas: me enfrenté a la realidad de la desnutrición infantil y retomé mi pasión por el deporte, a través de un vídeo del Ironman de Hawái. Cuando volví a Chile, me entrené en triatlón. Empecé a bajar kilos de peso, y pensé: “¿Y si estos kilos que pierdo los pudiese convertir en kilos de comida para los niños con los que trabajé en África?”.
Pensando en cómo usar la tecnología para motivar a las personas a ayudar a otras ayudándose a sí mismas, diseñamos una plataforma que reciclara calorías, pero que, además, ayudara a cada uno a vivir su mejor vida a través del deporte, lo que a su vez se transformaría en una mejor vida para otro. Los inversores vieron que estábamos construyendo algo anclado en un propósito social, que entonces estaba mucho menos visibilizado, y eso nos dio una ventaja.
"Diseñamos una plataforma para ayudar a cada uno a vivir su mejor vida, lo que a su vez se transformaría en una mejor vida para otro"
Poco a poco, Burn to Give evolucionó a Betterfly: incorporasteis servicios de telemedicina y un seguro de vida. ¿Por qué decidisteis dar el paso al mundo asegurador?
Partimos con los pilares de prevención física y propósito social. La parte de protección financiera surgió por mi pasado personal: perdí a mi padre cuando tenía 15 años, y me ocurrió lo que les ocurre a millones de familias. Uno de cada 13 niños pierde al padre o a la madre, y al sustento de la casa, antes de cumplir los 16 años, y de esas familias el 90% no tiene un seguro de vida. Eso significa que millones de familias entran en una situación económica muy complicada, lo que se llama la brecha de protección.
Cuando estuve en JP Morgan me di cuenta de que el seguro de vida está bastante enfocado en la muerte, nunca lo vamos a usar —lo van a usar nuestros hijos— pero en realidad tiene que ver con la vida: si uno camina más, medita más, tiene hábitos más saludables, escucha más música... No solo tiene una vida más feliz, sino también más longeva. Así, pensamos en incorporar este tercer pilar de la protección financiera, y ofrecer el primer seguro de vida que las personas puedan construir con sus manos y sus pies en vez de sus billeteras.
Esto es muy interesante, pero me lleva a preguntarme sobre el tratamiento de los datos personales. ¿Cómo protegéis la privacidad de vuestros usuarios?
Es algo muy importante, y por eso decidimos desde muy temprano usar los datos desde una conciencia social. Por eso tenemos un modelo de negocio basado en la suscripción, en el que usamos los datos para ayudar a cada persona a personalizar su viaje de bienestar. Cobramos una cuota mensual por colaborador al mes, independientemente de su edad, de si fuman, de si hacen ejercicio... Y con esa información ayudamos al usuario a mejorar su experiencia: si les interesa empezar a meditar, les sugerimos cursos gratuitos; si les gusta correr y quieren preparar su primera maratón, les damos recursos para ello. Y con las compañías compartimos datos—agregados y anonimizados—de su equipo para que puedan tomar decisiones respecto a su bienestar.
Foto: Betterfly alcanzó el estatus de unicornio este año, tras lograr una financiación de más de 202,5 millones de dólares estadounidenses. Créditos: Betterfly.
Tras competir en el Ironman de Hawái, escribiste ese mismo año, en 2017, que "por muy loco que suene, estar convencido de que cuanto más cueste, más te duela y más luches para terminar, más gratificante va a ser cruzar la meta". ¿Qué similitudes encuentras entre competición y el recorrido emprendedor de Betterfly?
Los deportes de resistencia son, al final, deportes que premian la resiliencia, la persistencia y la pasión. El esfuerzo y el camino para llegar a la meta es mucho más importante que la meta en sí. En una competición Ironman no hay ninguna persona que cruce esa meta que no se haya tenido que esforzar y que no haya tenido que sacrificar muchas cosas para terminar esa carrera. El emprendimiento es un poco igual: el esfuerzo perfecto, el estar realmente dedicado y con toda la cabeza y la energía en un objetivo, es lo que al final del día logra resultados.
Ese esfuerzo, esa persistencia, es clave para poder emprender y trabajar en una compañía con este nivel de crecimiento, porque habrá que sacrificar muchas cosas. La cara bonita del emprendimiento son las rondas de capital, pero la otra parte es caerse muchas veces y volver a levantarse, y la única manera de hacerlo es tener una gran pasión y propósito por lo que se está haciendo. Son dos deportes de distinta naturaleza, pero que requieren la pasión y la perseverancia por metas de largo plazo.
"Poner toda la energía en un objetivo es lo que al final del día logra resultados"
¿Qué baches has encontrado en la carrera del emprendimiento y en qué cosas te hubiera gustado entrenar más?
¡Son tantas! Todos los días son de aprendizaje. Uno siempre quiere más tiempo para pensar las cosas, pero el emprendimiento consiste en tomar decisiones. Más que cambiar cosas, hubiera tomado decisiones antes y decidido mucho más rápido sobre varios temas. El principal aprendizaje ha sido ese, ejecución versus estrategia, y que muchas veces es más importante dar ese primer paso que tener una estrategia totalmente definida y pensada.
¿Cómo valoras tú la evolución del ecosistema innovador en Chile en particular y en América Latina en general?
Los últimos dos años han hecho que el acceso a capital de la región haya crecido exponencialmente. Antes del COVID, Brasil y México eran, por su tamaño, los únicos países con mercados de venture capital más avanzados. Pero la pandemia democratizó el acceso a capital, e inversionistas de Europa y EE. UU. se dieron cuenta de que también podían invertir en emprendedores de Chile, Perú, Colombia... Para Latinoamérica, los últimos dos años han sido de crecimiento exponencial en emprendimiento y financiación. Y esto es solo la punta del iceberg.
"La financiación ha crecido exponencialmente en Latinoamérica estos últimos dos años, y es solo la punta del iceberg"
Ocho de cada diez fondos de capital riesgo ya tienen en cuenta los criterios ESG a la hora de invertir, según un estudio de Endeavor en América Latina. ¿Consideras que tanto desde el ámbito emprendedor como inversor habrá una apuesta cada vez mayor por la sostenibilidad, en especial la social?
Al 100%. Cuando estemos en el 2030, el 90% o más de las compañías deberán tener estos criterios. El concepto de que las compañías se crean solo para generar utilidad es una premisa falsa; lo que las empresas tienen que hacer es construir un mejor mundo y una mejor sociedad. Por supuesto, también generar una rentabilidad social, pero se trata del orden de los factores: aquellas compañías que pongan el propósito social en el centro desde el cual construyan su empresa, van a ser aquellas que triunfarán en el futuro. El propósito social es otra cosa que el COVID ha acelerado, un silver lining [luz de esperanza], que vamos a ver con mayor y mayor fuerza en los años que vienen.