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Cambio Climático

Si Europa quiere predecir su futuro basado en renovables debe mirar a Alemania

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El país se acerca al 100% renovable, pero el bajo precio de los derechos de emisión de CO2 desincentivan el cierre de las plantas de carbón. Podrían eliminarse con una superred intraeuropea

  • por Richard Martin | traducido por Teresa Woods
  • 25 Mayo, 2016

Durante un breve período durante este mes, las fuentes de energías renovables proporcionaron cerca del 90% de la energía de la red eléctrica de Alemania. Pero eso no significa que la cuarta economía del mundo se encuentre cerca de lograr alimentarse totalmente de electricidad de carbono cero. De hecho, Alemania está dando una lección al resto del mundo sobre cuántas cosas pueden fallar cuando se intenta reducir las emisiones únicamente con la instalación de grandes capacidades de energía eólica y solar.

Tras años de reducciones, las emisiones de carbono de Alemania aumentaron ligeramente en 2015, en gran parte porque el país genera más electricidad de la que necesita. Esto sucede porque incluso cuando las renovables son capaces de suministrar casi toda la electricidad de la red, la variabilidad de esas fuentes obligan a Alemania a mantener sus plantas energéticas en operación. Y en Alemania, que está llevando a cabo el cierre gradual de sus plantas nucleares, esas otras plantas sobre todo queman carbón.

Ahora el Gobierno está a punto de reiniciar su estrategia energética, conocida como Energiewende (que se traduciría como el camino de la energía). Fue lanzada en 2010 con la esperanza de aumentar drásticamente la cantidad de electricidad procedente de energías renovables y rebajar sus emisiones de carbono hasta quedar un 40% por debajo de los niveles de 1990 para 2020. Lo que suceda a continuación resultará crítico no sólo para Alemania, sino también para otros países que intentan averiguar la mejor manera de incorporar más energías eólicas y solares a su red eléctrica. Especialmente en caso de querer hacerlo sin depender de la energía nuclear.

Foto: Alemania ha luchado por controlar su afluencia de capacidad eólica y solar. Crédito: Volker Hartmann (Getty Images).

Algunos aspectos de la Energiewende han tenido éxito: las fuentes renovables generaron casi un tercio de la electricidad consumida en Alemania en 2015. El país ahora representa el mayor mercado solar del mundo. Las emisiones de carbono de Alemania fueron más un 27% bajas en 2014 respecto a los niveles de 1990.

No obstante, una comisión de expertos comisionada por el Ministro de Economía y Energía ha dicho que probablemente no se logrará la reducción objetiva del 40% para 2020. Y la revolución energética ha generado otros problemas. Puesto que no resulta fácil reducir gradualmente la generación de las plantas energéticas de combustibles fósiles en respuesta al exceso de suministro en la red, en días soleados con viento a veces se genera tanta energía que el precio se vuelve negativo. Esto quiere decir que los operadores de grandes plantas, la mayoría alimentadas por la quema de carbón o gas natural, han de pagar a sus clientes por su consumo energético. Esa situación también se ha producido recientemente en Tejas y California (ambos en EEUU) cuando la generación de energía solar ha alcanzado su rendimiento máximo.

Con la esperanza de abordar estos problemas, se espera que el Parlamento de Alemania elimine el subsidio gubernamental para las energías renovables, conocido como tarifa de balance cero, que ha impulsado en gran medida el crecimiento de las industrias eólica y solar. En lugar de proporcionar subsidios para la electricidad generada por sistemas solares y eólicos, el Gobierno establecerá un sistema de subastas. Los productores energéticos pujarán por la construcción de proyectos de energías renovables hasta un límite de capacidad fijado por el Gobierno, y los precios resultantes pagados por la energía procedente de esas plantas serán fijados por el mercado en lugar del Gobierno.

El sistema de subastas está diseñado para reducir el ritmo de las incorporaciones de nuevas capacidad de energías renovables e impedir que Alemania genere un exceso de energía. Podría parecer que una manera fácil de resolver el problema del exceso de suministro consistiría en cerrar las plantas energéticas sobrantes, sobre todo las que queman carbón.

Pero no sólo se utilizan para cubrir periodos en los que no están disponibles las fuentes solares y eólicos, también resultan lucrativas y políticamente difíciles de cerrar. Puesto que la leyes alemanas dictan que las energías renovables disponibles en la red debe consumirse primero, la electricidad que exporta Alemania a sus vecinos europeos proviene sobre todo de plantas a carbón. El pasado otoño, el subsidiario alemán del gigante sueco de la energía Vattenfall puso en operación una planta de 1.600 megavatios a carbón que llevaba ocho años en construcción, desafiando la oposición de los políticos, las organizaciones medioambientales y los ciudadanos que quieren ver eliminadas las plantas a carbón.

Fijar un alto precio para las emisiones de carbono aceleraría el cierre de las plantas a carbón alemanas. Pero el Régimen del Comercio de los Derechos de Emisión de la Unión Europea, diseñado para establecer un mercado continental para las licencias de comercio de derechos de emisión, ha sido un fracaso. Los precios de las licencias son tan bajos que existen pocos incentivos para que los productores energéticos cierren las sucias plantas a carbón.

También resultaría útil una superred europea que permita que la energía renovable sea fácilmente transportada entre países. Esta red gigante reduciría la necesidad de que las fiables plantas de combustibles fósiles de operación continua complementen la electricidad intermitente de fuentes solares y eólicas. "Si quieres emplear una energía renovable y fluctuante, tienes que implementar mejoras en las redes de toda Europa", afirma el asesor político de Vattenfall, Daniel Genz. Los esfuerzos por construir esa red ya han arrancado, pero serán caros: costarán entre 100.000 y 400.000 millones de dólares (entre unos 89.000 y 358.000 millones de euros), según un informe de noviembre de 2015 de e-Highway2050, una organización fundada por la Unión Europea para planificar una red energética paneuropea.

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