Un nuevo trabajo asegura que un grupo de neuronas concretas está directamente relacionado con el sentimiento de soledad y posterior repunte de la sociabilidad
Los humanos, al igual que todos los animales sociales, tienen la necesidad básica de interactuar con otras personas. Este arraigado instinto nos ayuda a sobrevivir; resulta mucho más fácil encontrar comida, cobijo y cubrir otras necesidades básicas en grupo que en solitario. Al verse privadas de contacto humano, la mayoría de las personas se sienten solas y emocionalmente disgustadas.
Unos neurocientíficos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EEUU) han identificado recientemente una región del cerebro que representa estos sentimientos de soledad. Este grupo de células, ubicado al fondo del cerebro en una zona llamada el núcleo dorsal del rafe, es necesario para generar el aumento de la sociabilidad que normalmente se produce tras un período de aislamiento social, según descubrieron los investigadores en un estudio con ratones.
"Por lo que nosotros sabemos, esta es la primera vez que alguien haya relacionado un estado de soledad con un sustrato celular. Ahora disponemos de un punto de partida para realmente empezar a estudiarlo", afirma la profesora adjunta de ciencias cerebrales y cognitivas, miembro del Instituto Picower para el Aprendizaje y la Memoria del MIT y una de los autores principales del trabajo, Kay Tye.
Foto: Unas neuronas del núcleo dorsal del rafe están relacionadas con la soledad. Crédito: Gillian Matthews.
La alumna de postdoctorado del Instituto Picower Gillian Matthews fue la primera en identificar las neuronas de la soledad mientras estudiaba un tema totalmente diferente. Como alumna de doctorado del Colegio Imperial de Londres (Inglaterra), investigaba cómo las drogas afectan al cerebro, especialmente a las neuronas dopaminérgicas. Originalmente se había propuesto estudiar cómo la drogadicción influye en el núcleo dorsal de rafe, una región cerebral que apenas ha sido estudiada.
Como parte del experimento, cada ratón fue aislado durante 24 horas. Matthews observó que en los ratones de control, que no habían recibido ninguna droga, las conexiones del núcleo dorsal de rafe se reforzaron tras el período de aislamiento.
Estudios posteriores, tanto desde el Colegio Imperial de Londres como desde el laboratorio de Tye en el MIT, revelaron que estas neuronas respondían al estado de aislamiento. Cuando los animales conviven, las neuronas del núcleo dorsal de rafe no son demasiado activas. Sin embargo, durante un período de aislamiento estas neuronas se vuelven especialmente receptivas al contacto social, y cuando los animales se vuelven a reunir con otros ratones, se dispara la actividad del núcleo dorsal de rafe. Al mismo tiempo, los ratones se vuelven mucho más sociables que los animales que no habían sido aislados.
Cuando los investigadores suprimieron las neuronas del núcleo dorsal de rafe con el uso de la optogenética, una técnica que permite controlar la actividad cerebral mediante la luz, encontraron que los ratones aislados no experimentaron el mismo repunte de sociabilidad al reencontrarse con otros ratones (ver El primer ensayo humano con optogenética podría devolver la vista a ciegos) .
"Eso sugería que estas neuronas son importantes para el repunte de sociabilidad provocado por el aislamiento", explica Tye. "Cuando la gente está aislada durante largos períodos y después se reúne con otras personas, se excita mucho, se produce un auge de sociabilidad. Creemos que esta característica adaptativa y conservada por la evolución es lo que estamos modelando en ratones, y que estas neuronas podrían jugar un papel en ese incremento de la motivación para socializarse".