La técnica requiere más agua y reservas de basalto poroso para lograr que el gas se petrifique bajo tierra
Foto: En esta instalación del sudoeste de Islandia, los investigadores bombean dióxido de carbono en el suelo para su almacenamiento permanente.
Capturar dióxido de carbono y almacenarlo bajo tierra podría servir para enfrentarnos al cambio climático, pero hay expertos que temen que el gas se escape y vuelva a la atmósfera.
Una investigación publicada en la revista Science da a conocer una forma más segura de almacenarlo, en forma de piedra. Los investigadores han demostrado que cuando el CO2 se bombea junto con agua en determinados tipos de formaciones subterráneas, reacciona con la roca creando minerales capaces de contener el dióxido de carbono durante cientos de miles de años.
El último informe sobre el clima de la Organización de las Naciones Unidas destaca la importancia de la tecnología de captura y almacenaje de carbono (CAC) para abordar el cambio climático y sugiere que el coste de limitar el calentamiento a sólo dos grados Celsius será mucho mayor si no se usa la CAC (ver "La captura de carbono puede reducir a la mitad el precio de frenar el cambio climático"). Pero el informe también señala que las preocupaciones que existen por la posibilidad de que se produzcan escapes podrían frenar o detener incluso el uso de la tecnología a gran escala.
En este nuevo trabajo, investigadores del University College de Londres (Reino Unido) y de la Universidad de Islandia añadieron dióxido de carbono a un flujo de agua que se bombeaba bajo tierra en una gran central geotérmica islandesa como parte de las operaciones normales de la planta. El dióxido de carbono se disuelve rápidamente en el agua, y en ese estado ya no tiene tendencia a subir a la superficie. Una vez bajo tierra, el agua cargada de dióxido de carbono reacciona con el basalto, una piedra volcánica. Los investigadores demostraron que, en un año, el 80% del dióxido había reaccionado con magnesio, calcio y hierro para formar minerales carbonatos, como la caliza.
Ya ha habido investigadores que han propuesto almacenar dióxido de carbono haciéndolo reaccionar con basalto y con otras clases de rocas. Lo sorprendente de este nuevo estudio es la rapidez con la que han tenido lugar las reacciones, explica el profesor de la Universidad de Islandia Sigurdur Gislason. Los investigadores afirman que el 80% del CO2 inyectado formó carbonatos en apenas un año.
Uno de los retos que presenta el nuevo método es que para aplicarlo hacen falta grandes cantidades de agua, de 10 a 20 veces más que la masa de dióxido de carbono a almacenar, según el profesor de geoquímica acuática del University College de Londres, Eric Oelkers. Los investigadores calculan que, por lo menos a corto plazo, esto supone que el método será el doble de caro que los métodos convencionales para almacenar CO2.
El profesor de ciencias medioambientales de la Universidad de Stanford (EEUU) Mark Zoback afirma que además pueden existir otros desafíos. Aunque el basalto es una piedra bastante común, sobre todo en el suelo oceánico, puede resultar difícil encontrar basalto lo suficientemente poroso como para acomodar estos grandes volúmenes de agua y gas. Para usar el método a gran escala, "probablemente habría que trasportar el CO2 por gasoductos de miles de kilómetros".
Pero Zoback, cuyas investigaciones indican que los terremotos podrían hacer que el CO2 almacenado se escapara a la atmósfera, afirma "las ventajas de almacenar dióxido de carbono en estado mineral son evidentes. Sería fantástico si este método se pudiese escalar" (ver "Los terremotos podrían producir escapes de CO2 almacenado").