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En el mundo domina la 'parcialidad' de red

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En gran parte del planeta, el concepto de "neutralidad de red" genera menos debate público dado que la red no es asequible para empezar

  • por David Talbot | traducido por Lía Moya
  • 22 Enero, 2014

Foto: Las oficinas de Bharti Airtel, la operadora móvil líder de India, en Nueva Delhi.

La neutralidad de red, la idea de que todo el tráfico de internet se debe tener en igualdad de condiciones, sufrió un revés la semana pasada cuando un tribunal federal estadounidense derogó el último esfuerzo regulador de la Comisión Federal de las Comunicaciones de Estados Unidos (ver "Se aplasta la neutralidad de red: nuevas tarifas, control del tráfico y nuevos modelos de negocio").

A los defensores de la neutralidad les preocupa que unas pocas empresas grandes acaben controlando, o como poco mediando, la experiencia de internet para gran parte de la población gracias a los acuerdos especiales a los que lleguen con los proveedores de internet para conseguir una trasferencia de datos subvencionada o priorizada.

Pero, en las economías emergentes del mundo, las cosas ya funcionan así, básicamente, debido al número creciente de acuerdos que van firmando Google y Facebook con las operadoras móviles, desde Filipinas hasta Kenia.

En esencia, estos acuerdos dan acceso gratuito a las versiones sólo de texto de cosas como los avisos de actualizaciones de noticias de Facebook, Gmail o la primera página de resultados de búsqueda, en planes como Facebook Zero o Google Free Zone. Sólo cuando los usuarios pinchan en los enlaces de un correo electrónico o de los avisos, van más allá de la primera página de resultados de búsqueda, o visitan sitios web por otros caminos, se les cobra por el uso de los datos.

Para quienes ni siquiera tienen internet, la idea de la neutralidad de red no está entre sus primeras preocupaciones. La principal preocupación es conseguir conectarse de forma barata, y las empresas estadounidenses están consiguiendo que eso suceda. El acceso a internet es caro en los países en desarrollo, con precios exorbitantes para la mayoría de la gente.

En Kenia, las principales webs visitadas son Google, Facebook, YouTube (que es propiedad de Google) y la versión keniata de Google. Este patrón de uso de la web es bastante habitual en decenas de países en desarrollo. Y los servicios gratuitos como Facebook Zero y Google Free Zone no cuentan con muchos críticos entre los usuarios, explica Erik Hersman, fundador of iHub, una incubadora de start-up tecnológicas en Nairobi. Cuando se le pregunta si la gente considera que sea problemático, responde: "En absoluto".

"En Estados Unidos entrar en Google y Facebook prácticamente es gratis, dado que hay wifi en casi todas partes o es barato en relación con los ingresos. Pero ese no es el caso aquí", sostiene. "Se tiene una relación distinta con internet cuando sólo lo tienes en tu teléfono y no tienes una conexión tradicional en casa o en el trabajo".

Pero si existe un servicio gratuito y dominante de chat, correo electrónico, búsqueda o red social, es muy difícil que surja cualquier tipo de competencia. La profesora visitante de la facultad de derecho de la Universidad de Harvard (EEUU) y codirectora del Centro Berkman de Harvard para Internet y Sociedad, Susan Crawford, dice que es "muy preocupante" que Google y Facebook sean quienes se conviertan en el portal para acceder al contenido web para muchos recién llegados.

"Para la gente más pobre, el acceso a internet equivaldrá a Facebook. Eso no es internet, eso es ser carne de cañón para el negocio de vender anuncios de una persona", afirma. "Es enquistar y amplificar las desigualdades ya existentes y contribuir a la pobreza de la imaginación, una limitación crucial de la vida humana".

El año pasado Google llegó a un acuerdo con la principal red móvil India, Airtel, para ofrecer Free Zone, en este caso concediendo a la gente hasta un gigabit mensual de acceso gratuito a Gmail, Google+ y la búsqueda de Google. Algunos críticos han dicho que se trata de un trato injusto que perjudica a la competencia.

Un portavoz de Facebook, Derick Mains, afirma en un correo electrónico que la empresa no paga por los datos consumidos por Facebook Zero, lo que implica que los operadores cubren el coste con la esperanza de que la gente use más datos contratando una tarifa. Google no ha respondido a una solicitud de entrevista para este artículo.

Dentro de Estados Unidos se ha expresado preocupación por que la falta de regulación de la neutralidad de red pudiera dejar a los pequeños actores incapaces de competir. Por ejemplo, el inversor de capital riesgo Fred Wilson ha defendido que será difícil para las start-up conseguir la financiación suficiente para desafiar a servicios dominantes como YouTube si los grandes competidores ya están pagando por velocidades premium en línea.

Cómo se desarrollen los hechos en el mundo emergente podría tener un impacto mayor sobre el futuro de internet. Se prevé que la cantidad de smartphones en todo el mundo se duplique desde los 1.500 millones del año pasado a los 3.000 millones en 2017. La mayoría de esos 1.500 millones de teléfonos nuevos -y el acceso a internet-, se adquirirán en países en desarrollo.

Además, Google y Facebook están haciendo algo más que limitarse a proporcionar distintas formas de acceso gratuito a los datos. Esas dos empresas y otras como Microsoft se dedican cada vez más a intentar expandir las infraestructuras y las tecnologías relacionadas con la eficiencia de datos que, inevitablemente, se implantarán en formas que les beneficien.

Y como la mayoría de los smartphones que den acceso a internet a sus usuarios serán teléfonos Android de gama baja, Google y Facebook también están peleándose por desarrollar aplicaciones dominantes para ellos.

Hay proveedores de internet en los países en vías de desarrollo que hablan de intentar cobrar a las empresas como Google por manejar su tráfico, pero es poco probable que suceda. Reconocen que las versiones gratuitas de sitios populares como Google y Facebook llevan a la gente consumir más datos, lo que produce ingresos.

Tom Simonite ha contribuido a la redacción de este artículo.

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