Una empresa de biotecnología fundada por Craig Mello, codescubridor de la ribointerferencia, empieza los ensayos clínicos con su primer ARN interferente.
Se ha puesto en marcha un nuevo ensayo clínico con un tratamiento de silenciamiento génico para reducir la escarificación excesiva, lo que hace que el número de ensayos clínicos activos de silenciamiento génico conocido como ribointerferencia o interferencia por ARN (un proceso cuya eficacia aún no se ha demostrado) ascienda a 20.
RXi Pharmaceuticals, con sede en Massachusetts (EE.UU.) ha desarrollado una versión químicamente modificada de las pequeñas moléculas de ARN interferente que dirigen el proceso bioquímico de ribointerferencia.
La ribointerferencia se descubrió en 1998 y desde entonces ha explotado como herramienta de investigación para desactivar los genes que se desee en entornos de laboratorio. Poco después de su descubrimiento, las empresas de biotecnología y los laboratorios farmacéuticos empezaron a prestar atención a los ARN interferentes –pequeños trozos de ARN, el primo del ADN, capaces de prevenir la actividad del gen específico al que complementan- como posible herramienta terapéutica. Pero por ahora ninguno ha conseguido comercializar la tecnología con éxito. El sistema ofrece la posibilidad de reducir los efectos de casi cualquier gen dentro de una célula humana si los ARN interferentes logran entrar en ella.
“Como el ARN no suele pasar por la membrana de la célula, conseguir entrar en la misma es un reto importante”, afirma Phil Sharp, biólogo molecular en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE.UU.) y cofundador de una empresa de ribointerferencia llamada Alynylam (Sharp ya ha hablado del potencial terapéutico del ARN interferente con Technology Review, en inglés). Los investigadores también deben encontrar un equilibrio entre la potencia de la terapia en las células sobre las que se quiere actuar y los efectos secundarios sobre otras células, explica.
En el caso de los tratamientos para la piel, el reto de hacer llegar la terapia a su objetivo es menor, porque la zona a tratar es fácilmente accesible. RXi inyecta su terapia contra las cicatrices directamente bajo las capas externas de la piel, administrando una gran cantidad del tratamiento directamente en la zona, reduciendo por tanto el riesgo de efectos secundarios en otras partes del cuerpo.
A nivel molecular, la empresa modifica sus ARN interferentes para que sean absorbidos por la membrana de una célula. La compañía añade moléculas de colesterol al ARN, éstas son componentes habituales de las membranas celulares y así la molécula es absorbida más fácilmente. Una vez dentro de la membrana, el colesterol se separa de la molécula de ARN, que ya puede entrar en la célula. Además, los ARN interferentes de RXi son más cortos que los ARN interferentes convencionales y han sido modificados químicamente para resistir el desgaste enzimático dentro de las células.
El compuesto para el tratamiento de cicatrices se ha diseñado para reducir la expresión de una proteína llamada factor de crecimiento del tejido conjuntivo (CTGF, por sus siglas en inglés), que regula varios caminos biológicos involucrados en la curación de heridas y formación de cicatrices. La proteína estimula la producción de colágeno y otras moléculas de apoyo celular conocidas como proteínas matriz.
En algunas personas la CTGF sobreproduce estos componentes, lo que da lugar a cicatrices excesivas, en relieve o grandes cicatrices denominadas queloides. Geert Cauwenbergh, director general de RXi, afirma que el ARN interferente de la empresa reduce las cicatrices sin impedir que la CTGF lleve a cabo sus propiedades curativas. “El ARN interferente no silencia la CTGF al cien por cien, sigue teniendo efecto, pero no es excesivo”, afirma.
RXi ha demostrado que su compuesto es capaz de reducir la cantidad de CTGF en células humanas cultivadas. Cauwenbergh afirma que el compuesto tiene un efecto beneficioso sobre la cicatrización en ratas y que los resultados de un estudio en monos deberían estar disponibles en las próximas semanas. En teoría el tratamiento también podría beneficiar a cualquier paciente que quisiera evitar una cicatriz normal de gran tamaño, por ejemplo, de una operación, pero RXi aún no ha probado esta idea.
Pfizer ya ha mostrado interés por la CTGF y hace poco adquirió una empresa que desarrolla otra técnica de silenciamiento génico para reducir sus efectos. Sin embargo, no existen medicamentos probados que prevengan la formación de cicatrices y aunque quienes desarrollan cicatrices excesivas pueden eliminarlas quirúrgicamente, se arriesgan a que se forme una cicatriz aún mayor en su lugar. “La cantidad de personas que se sometan a cirugía plástica para cicatrices aumentará significativamente si este medicamento funciona”, afirma Cauwenbergh.