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Localizaciones más precisas

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Pequeños transmisores terrestres que imitan a los satélites GPS ayudan a los aparatos receptores a determinar su ubicación con una alta precisión.

  • por Tom Simonite | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 01 Agosto, 2011

La tecnología GPS que permite a los teléfonos móviles y otros aparatos señalar su emplazamiento con un margen de error de pocos metros ha supuesto la aparición de nuevos servicios, que van desde redes sociales que tienen en cuenta la ubicación de los usuarios hasta coches con piloto automático. Según la empresa australiana Locata, una nueva tecnología de localización con una precisión de pocos centímetros refinará esos servicios y desatará una oleada de nuevas ideas. La tecnología de la empresa funciona junto con el GPS para proporcionar posicionamientos muy precisos o cubrir la falta de señal en los lugares donde la señal de GPS se bloquea.

El sistema de Locata implica instalar una red de “Locatalites”, aparatos del tamaño de un libro, en varias posiciones conocidas de una zona. Estos aparatos funcionan como versiones de tierra de los satélites GPS y envían señales que sirven a los usuarios para determinar su posición. Los Locatalites transmiten señales usando la misma frecuencia que el Wi-Fi y cada uno puede cubrir varios kilómetros. “Introducimos una constelación local que funciona igual que la que está en el espacio”, afirma Nunzio Gambale, uno de los dos cofundadores de Locata. “Pero es mucho más económico y más preciso”, añade.

Esta tecnología ya se usa para seguir munición en el campo de tiro que tiene el ejército del aire de Estados Unidos (EE.UU.) en White Sands, Nuevo México, donde un sistema modernizado pronto cubrirá una zona de 6.474 kilómetros cuadrados. La mina de oro Boddington, en Australia Occidental, usa la tecnología de Locata para colocar el equipo de excavación y perforación con muchísima precisión. Es una alternativa muy conveniente a la supervisión manual del interior de una mina a cielo abierto pero muy profunda, cuyas altas paredes bloquean las señales de GPS. El mismo efecto que suele debilitar o bloquear las señales de GPS en los entornos urbanos. La tecnología de Locata también es atractiva para cualquier ciudad que quiera ofrecer su propia “red de localización” para arreglar este efecto, según asegura Gambale.

El mes que viene, Locata pondrá a disposición del público información que permitirá a otras empresas fabricar Locatalites y receptores, una jugada que tiene la intención de que la tecnología se añada a aparatos que ya usan señales GPS. “Es como los primeros tiempos del GPS”, sostiene Gambale. “La auténtica explosión tendrá lugar cuando haya receptores del tamaño de un chip que te quepan en el bolsillo”.

Al final, esto podría conducir a teléfonos inteligentes que saben su localización con una precisión sorprendente, permitiendo que aplicaciones como la realidad aumentada sean mucho más potentes. Antes de eso, sin embargo, los más beneficiados probablemente sean los almacenes, obras y fábricas. Hacer un seguimiento de bienes y máquinas con gran precisión puede permitir un mayor uso de la robótica y la automatización, asegura Gambale.

La tecnología de Locata existe gracias a una alternativa más barata al reloj atómico que hay dentro de cada satélite GPS. ESte reloj sirve para marcar la hora de la señal que manda a la tierra. Un receptor usa esa hora para calcular su distancia de un satélite, basándose en el tiempo que tarda la señal en hacer el trayecto. Repitiendo este truco con varios satélites, encuentra la ubicación de un aparato mediante la triangulación.

Locata imita los satélites con chips temporizadores mucho menos precisos que un reloj atómico. Pero funciona porque sólo tienen que estar sincronizados entre ellos y no con un estándar externo, tal y como explica Gambale. Los Locatalites consiguen sincronizarse escuchando las señales de los demás. Cada Locatalite ajusta el tiempo de su señal saliente basándose en el tiempo de las señales que recibe de otros Locatalites, creando un bucle de retroalimentación que asegura que todas las señales estén sincronizadas. “Todos los relojes varían juntos”, afirma Gambale, y todas las señales están sincronizadas con un margen de dos nanosegundos.

“Sincronizar este tipo de aparatos conlleva un trabajo de investigación muy importante” sostiene Per Enge, profesor y director del laboratorio de investigación en GPS de la Universidad de Stanford (EE.UU.). Su grupo está trabajando con unos aparatos parecidos denominados pseudolites que la Administración Federal de Aviación colocará por todo el país para mejorar la fiabilidad del GPS y proteger las señales de atascos o interferencias naturales. El objetivo es conseguir que la aviación civil pueda apoyarse más en el GPS y pueda usar pilotos automáticos más sofisticados que ayudan a reducir el consumo de combustible.

Enge dice que es probable que estos pseudolites dependan de señales horarias enviadas por Internet, usando un nuevo protocolo que permite mucha precisión. Algunos pueden engancharse a las señales horarias emitidas por los satélites de comunicación de Iridium, que orbitan a menor altura que los satélites GPS y por lo tanto devuelven señales más fuertes a la Tierra.

A Enge el planteamiento de Locata de usar la retroalimentación entre sus propios apartaos le parece “válido”, aunque es probable que aquellos que se hallen en los bordes de un área se descoordinen si no se pueden correlacionar con la misma cantidad de iguales que aquellos que están cerca del centro de la red.

Gambale espera que la tecnología de Locata también ayude a la aviación, para lo cual ya ha llevado a cabo vuelos de prueba en Australia. Sin embargo, la aviación civil adopta nuevas tecnologías con mucha prudencia debido a la necesidad de seguridad absoluta. “Locata ganará dinero de la construcción y la agricultura”, predice Enge.

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