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Tecnología y Sociedad

La represión china no ha matado a Bitcoin, lo ha hecho más fuerte

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La critpomoneda es el nuevo gran desafío a los controles del país, como en su día lo fue internet. Los intentos fallidos del Gobierno chino para limitar su poder no hacen más que lanzar un mensaje al mundo: Bitcoin es algo muy grande y está por encima de cualquier país, por poderoso que sea

  • por Emily Parker | traducido por Teresa Woods
  • 19 Diciembre, 2017

Solo era cuestión de tiempo que el CEO de la casa de cambio de Bitcoin más antigua de China, Bobby Lee, se encontrara en el punto de mira de los reguladores de su país. Su servicio, BTCC, estaba en una zona gris de la ley china, no tenía licencia pero tampoco era explícitamente ilegal. Bitcoin es una criptomoneda digital descentralizada que puede enviarse electrónicamente por todo el mundo y su creciente popularidad ponía nerviosas a las autoridades chinas. En 2016, la mayoría de los intercambios de Bitcoin del mundo se realizaron en yuanes chinos.

En enero de 2017, BTCC fue investigado por el Banco Central de China. En septiembre, China anunció que prohibiría las ofertas iniciales de monedas (ICO, por sus siglas en inglés), un método popular de recaudar fondos para las start-ups que usan monedas digitales o tokens. Incluso entonces, Lee creía que los servicios como el suyo estaban a salvo. Pero ese mismo mes, los reguladores chinos dejaron claro que BTCC y otras bolsas de moneda virtual domésticas debían cerrar, un intento de dificultar que el público general ingrese al mercado y compre bitcoins.

Lee no entró en estado de shock ni sintió pánico, simplemente estaba consternado. "Ah, al final se acabó la fiesta. La fiesta tiene que terminar en algún momento", pensó.

Bitcoin, creada por un misterioso personaje llamado Satoshi Nakamoto (ver Un australiano afirma ser Satoshi Nakamoto, el misterioso creador de Bitcoin), llegó al mundo coincidiendo con la crisis financiera de 2008. El hecho de que no estuviera respaldada por ninguna autoridad central atraía a aquellos que desconfiaban de los gobiernos y los grandes bancos. Desde entonces, el aumento de la criptomoneda, especialmente entre los especuladores que han contribuido a que el valor de la moneda haya pasado desde los 850 euros hasta los más de 8.500 euros, se ha convertido en un desafío para los gobiernos. ¿Deberían permitir este nuevo tipo de dinero, a pesar de que ofrece la capacidad de enviar fondos de forma relativamente anónima, una característica que resulta atractiva para los blanqueadores de dinero y otros delincuentes? ¿Deberían intentar suprimirlo con la esperanza de mantener un control total sobre la política monetaria? ¿O deberían acogerlo de buen grado, como lo ha hecho el Gobierno japonés, al incluso aprobar una ley que reconoce a Bitcoin como un método de pago legal?

Las transacciones con Bitcoin se registran en una cadena de bloques, un libro mayor público a prueba de censura que continuamente se actualiza mediante una red de ordenadores repartidos por todo el mundo. La naturaleza descentralizada del dinero virtual debería hacer que resulte imposible que un país lo paralice. Pero la mano dura de China está desafiando esa creencia. La noticia del cierre de BTCC hizo que el precio de un bitcoin se desplomara brevemente. China, después de todo, es conocida por intentar controlar cosas aparentemente incontrolables. Pekín (China) ha sido sorprendentemente eficaz a la hora de cercar internet con un ejército de censores y un Gran Cortafuegos que bloquea páginas como Facebook y Twitter, y sin embargo, sus comunidades y comercio en línea florecen. El país está desarrollando su propia moneda fiduciaria digital, un aparente intento de hacer que las transacciones financieras sean más baratas y rastreables, así como para combatir la falsificación (ver La primera criptomoneda que convivirá con el dinero tradicional podría ser china).

Nada de esto parece bueno para Bitcoin. Sin embargo, semanas después de las nuevas regulaciones, casi todas las personas de la comunidad china de criptomonedas con las que hablé estaban de muy buen humor. Son optimistas respecto al futuro de Bitcoin y otras monedas virtuales en China, cuya represión no ha sido tan abrumadora como podría haber parecido.

Límites de velocidad

El mundo de las criptomonedas en China se asemeja a un Silicon Valley (EE. UU.) oriental. Las personas van informales, trabajan en espacios compartidos y garabatean sobre pizarras blancas. Son globales, dispuestos a volar a Nueva York  (EE. UU.) o Tokio (Japón) para buscar una oportunidad comercial. El inversor en cadenas de bloque Gao Dongliang cuenta: "Me recuerda a la comunidad de internet en 1995. Todos se conocen". Para el experto, al igual que los primeros devotos de internet, las personas de la comunidad de cadenas de bloques de China comparten la fe en una tecnología capaz de cambiar el mundo (ver La fe en Bitcoin y su capacidad de obrar 'milagros' para toda la sociedad).

Un miembro de esta comunidad es el CEO de una start-up de cadenas de bloques con sede en Shanghái (China) Andui Lu Bin. El enérgico Lu, que obtuvo un doctorado de la Universidad Estatal de Luisiana (EE. UU.), dice que ayudó a acuñar el término yitaifang, el nombre chino de Ethereum, una cadena de bloques para otra moneda virtual inspirada en Bitcoin creada para transacciones financieras más complicadas (ver Ethereum, el hermano pequeño de Bitcoin que nació para superar sus capacidades).

A finales de agosto, Lu lanzó una ICO para recaudar fondos para Bihu.com, una plataforma informativa que emplea cadena de bloques. En las ICO, las start-ups emiten un token virtual nuevo para el público, a veces con la premisa de que el token será necesario para el uso del producto de la start-up. La alta demanda de ese producto debería, en teoría, hacer que estos tokens virtuales aumenten su valor. Bihu.com pretendía ser como Twitter o Reddit, excepto que los usuarios podían recompensar el buen contenido con "keys" (llaves), el token propio de la plataforma.

A Lu le entusiasmó la ICO de Bihu. Dice que recaudó más de 20 millones de dólares (unos 17 millones de euros) en cuestión de horas. Creía que de ninguna manera el capital riesgo habría podido ofrecer ese tipo de resultado. Después, al mes siguiente, se anunció la prohibición de las ICO de China y tuvo que devolver todo ese dinero.

Lu se lo tomó con calma. Reconoció que había "frustración dentro del equipo" y un "desperdicio de energía" generalizado. Sin embargo, sentía que la prohibición de las ICO protegía al inversor medio contra el fraude.

En China, si algo no está explícitamente prohibido, entonces adelante a toda máquina.

De hecho, todos los miembros de la comunidad de la criptomoneda de China con los que hablé apoyaban, o al menos simpatizaban con, la prohibición de las ICO. Repetidamente escuché que el 90% de las ICO chinas eran estafas. El modelo completo, en el que se compran tokens para usar en una plataforma que aún no existe, podría no existir nunca o acabar en fracaso total, puede ser un imán para los estafadores.

Las ICO fraudulentas no solo se dan en China, por supuesto. En 2017, la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) procesó dos ICO supuestamente respaldadas por inversiones en diamantes y bienes inmuebles. Ninguna de las dos tenía "ninguna operación real" subyacente, alegó el Gobierno. En China, el problema del fraude parece haberse amplificado por la participación de inversores relativamente nuevos e inexpertos.

El fundador de una criptomoneda alternativa llamada NEO, Da Hongfei, afirma que la prohibición de las ICO era necesaria en China. NEO hizo su primera ICO en 2014 y desde entonces se ha convertido en una de las principales criptomonedas del mundo en cuanto a valor de mercado, que actualmente supera los 2.100 millones de euros. La compañía dice que ofreció reembolsar a los inversores después de la prohibición de las ICO, pero prefirieron conservar sus tokens NEO.

Para ilustrar por qué apoya la prohibición, describe un viaje reciente que hizo a Alemania. Le llamó la atención la experiencia de conducir por sus carreteras sin límite de velocidad. Cree que Alemania puede tener sistemas así porque "tiene carreteras de buena calidad, una prueba muy estricta de carné de conducir... todo el mundo obedece las normas de tráfico, y tienen automóviles de muy buena calidad". Y añade: "Si en China, o incluso en Estados Unidos, no hubiera límite de velocidad sería un desastre".

Pero China no solo impuso un límite de velocidad a la moneda virtual, cerró toda la carretera. Quizás los funcionarios chinos solo estén prohibiendo las ICO hasta que descubran cómo regularlas. Lu, el empresario que tuvo que devolver más de 18 millones de euros a sus inversores, espera que este sea el caso. Dice que las ICO presentan un nuevo modelo de negocio en el que los usuarios son partes interesadas en la empresa, lo que les da un incentivo para invitar a sus amigos a unirse a la plataforma. Cree que los intercambios de monedas virtuales volverán a abrirse, pero que serán administrados por el Gobierno. Y augura que China se fijará en otros ejemplos de regulación del mundo exterior, especialmente Estados Unidos. La SEC recientemente señaló que adoptará una postura más agresiva respecto a las ICO, tal vez al exigir que las empresas se registren en la Comisión y divulguen informaciones exhaustivas a los inversores.

Por ahora, Lu continuará trabajando en Bihu.com desde Shanghái, recaudando capital mediante inversiones privadas. El responsable afirma: "Somos creyentes. Y creemos que el mercado chino finalmente se abrirá". En su opinión, si la criptomoneda realmente van a triunfar, "China no querrá perder ese tren".

La amenaza minera

Antes de que Bitcoin se hicieran tan popular en el país, las autoridades chinas ya tenían sus dudas. En mayo de 2013, el circuito cerrado de televisión estatal incluso emitió un breve documental sobre el tema. Ese mismo mes, Zennon Kapron señaló en su libro de 2014, Chomping at the Bitcoin: The Past, Present and Future of Bitcoin in China, que se descargaron más carteras de Bitcoin (el software que almacena y administra las claves criptográficas privadas de las personas) en China que en todo el resto del mundo.

Es fácil entender por qué a muchos chinos les atrae Bitcoin. En el entorno financiero fuertemente regulado de China, especular con la moneda era una de las pocas opciones de inversión al por menor, observa Kapron. En 2013, la bolsa de valores de Shanghái llevaba años de rendimiento deficiente. Los precios inmobiliarios eran demasiado altos para muchas personas, pero sí podían comprar una fracción de un bitcoin por tan solo un euro. A mediados de 2013, los intercambios chinos movían más de 30 millones de euros en bitcoins cada día.

Pero este fervor especulativo amenazaba con salirse de madre. A Pekín también le preocupaba la salida de yuanes del país. China limita el flujo de yuanes a una cantidad equivalente a unos 42.000 euros por persona y año. Si bien no está claro que un gran número de personas estuviera usando Bitcoin para evadir los controles de capital chinos, el potencial estaba allí. La gente podía comprar bitcoins en yuanes, venderlos en un mercado estadounidense y luego retirar la suma en dólares. A fines de 2013, las autoridades chinas devolvieron el golpe y prohibieron a las empresas de servicios financieros negociar con los intercambios de Bitcoin. La gente ya no podía retirar el yuan de sus cuentas bancarias para comprar bitcoins directamente en las bolsas chinas.

No pasó mucho tiempo antes de que los chinos descubrieran cómo sortear este obstáculo. En lugar de pagar los intercambios directamente desde sus cuentas bancarias, utilizaban efectivo para comprar cupones que luego podrían ser intercambiados. O también podían enviar dinero a la cuenta bancaria personal de alguien que trabajaba en un intercambio.

Las últimas restricciones son más severas, con el cierre de las casas de cambio de criptomonedas. Pero una vez más, han surgido soluciones provisionales. Algunas personas han recurrido al comercio entre pares en línea y fuera de internet. La gente también puede comprar y vender monedas digitales en la aplicación de mensajería cifrada Telegram, que aunque está bloqueada en China, es accesible a través de redes privadas virtuales que esquivan el Gran Cortafuegos. Las personas que ya poseen monedas simplemente pueden conectarse a internet y canjearlas en una casa de cambio extranjera. Hubo incluso algunas transacciones en WeChat, la aplicación de mensajería masivamente popular pero fuertemente monitorizada de China.

"Las personas que no entienden las cadenas de bloques o las monedas digitales no deberían participar en este mercado. Los riesgos son demasiado grandes."

James Gong, experto en criptomonedas

Después de todo, China no prohibió Bitcoin en sí misma, ni tampoco el comercio entre pares. Y, lo más importante, China no ha prohibido la minería de bitcoins, en la que los ordenadores de las personas compiten para resolver problemas matemáticos difíciles a cambio de recompensas monetarias. A partir de septiembre, más de dos tercios de todos los bitcoins fueron minados en China. Gran parte del hardware informático utilizado para la minería se fabrica allí. Los mineros necesitan una enorme potencia computacional, así que algunos clústeres de ordenadores chinos utilizados para el proceso disfrutan de un acceso a la electricidad relativamente barato. El crecimiento y el dominio de la minería china han generado temores de que el país tenga demasiada influencia en el desarrollo futuro de las tecnologías de cadenas de bloques.

El fundador de un grupo de mineros, una persona conocida bajo el pseudónimo de Discus Fish, dice que antes los gobiernos locales de China fomentaban la minería, especialmente en zonas montañosas que producen energía hidroeléctrica. Los mineros usaban una energía que de otro modo se habría desperdiciado. Pero en septiembre, el entorno político cambió y Discus Fish empezó a temer que algunos gobiernos locales ya no aceptasen la minería. Pero otros miembros de la comunidad minera no estaban preocupados. El vicepresidente de BTCC, Zhao Qianjie, señala que el grupo de mineros de la compañía no se vio afectado por la represión de su intercambio de Bitcoin. Y en China, si algo no está explícitamente prohibido, entonces adelante a toda máquina.

Esquivar controles

Lo que está claro es que China ha dificultado que los recién llegados entren al mercado de Bitcoin. Pero tal vez esto no sea tan malo. Al menos así lo ve James Gong, un experto en criptomonedas con sede en Shanghái que fundó ICOage, una plataforma en línea a través de la cual las empresas podían promover y recaudar dinero para sus ICO. Lanzada en enero del año pasado, ICOage cerró en septiembre. Gong dice que la mayoría de las empresas en su plataforma no eran chinas, y que los proyectos en el extranjero eran generalmente de mayor calidad que los chinos. "Las personas que no entienden las cadenas de bloques o las monedas digitales no deberían participar en este mercado", afirma, y añade: "Los riesgos son demasiado grandes. Elevar el umbral para que la gente pueda negociar con divisas digitales es bueno para la industria en general. Algunos chinos estaban invirtiendo a ciegas. Comprarían cualquier cosa".

Incluso ahora, los chinos que quieran comerciar con criptomonedas tendrán formas de hacerlo. China está dificultando el comercio, pero no imposibilitándolo. Pekín emplea una estrategia similar para censurar internet. Es posible usar una red privada virtual para esquivar el cortafuegos, pero para muchas personas es demasiada molestia. Además, se contentan con plataformas nacionales como WeChat. Sin embargo, aunque China introdujera su propia moneda digital, las personas podrían estar dispuestas a hacer ese esfuerzo adicional para usar Bitcoin.

"Con Bitcoin, la gente estará más motivada para esquivar los controles. Internet es una red de información; Bitcoin es una red de dinero. Tiene un valor real", explica el antiguo vicepresidente de intercambio global de Bitcoin OKCoin y ahora presidente ejecutivo de la start-up de cadenas de bloques 8btc con sede en Hangzhou (China), Duan Xin-Xing.

La palabra "Bitcoin" puede haberse convertido en tabú en China, pero no pasa lo mismo con el término "cadena de bloques". El cofundador de la Fundación Elastos, Han Feng, tiene ambiciosos planes de construir un nuevo internet basado en la tecnología cadenas de bloques. Este otoño, iba a impartir un curso de la Universidad de Tsinghua (China) que sería transmitido por la web a todo el mundo. Se preparó durante meses. Los soportes de la cámara ya estaban instalados. Entonces, la universidad publicitó el curso mediante WeChat y lo llamó "el primer curso sobre Bitcoin de la Universidad de Tsinghua".

Han estaba molesto por la falta de instinto político de la universidad. ¿Por qué emplear la palabra "Bitcoin" en un momento tan sensible? Efectivamente, el curso en línea fue cancelado, pero Han no fue disuadido. Procedió a impartir la clase en el campus de la Universidad de Tsinghua en Pekín bajo un título más políticamente correcto: "La economía inteligente y las cadenas de bloques".

Bitcoin supone el mismo desafío para China que en su día lo fue internet.

Las autoridades chinas claramente ven la cadena de bloques como una tecnología del futuro. El desarrollo de Blockchain es incluso parte del decimotercer plan quinquenal del Partido Comunista. La tecnología proporciona un libro mayor a prueba de manipulaciones y libre de intermediarios para pagos y varios tipos de transacciones más. El miembro de la Iniciativa de Moneda Digital del MIT Media Lab, Michael Casey, defiende que China ve a las cadenas de bloques como una herramienta útil para promover sus intereses regionales, especialmente en el comercio.

Pero China preferiría adoptar cadenas de bloques sin Bitcoin. "El Gobierno central quiere utilizar cadenas de bloques para garantizar la fiabilidad de los datos públicos y administrativos, pero no quiere que las personas impriman su propio dinero", señala el profesor de ingeniería de la Universidad de Tsinghua Ben Koo.

También puede que China espere reemplazar Bitcoin con su propia moneda digital, pero los entusiastas de Bitcoin del país, como Bobby Lee, dicen que la versión de China sería un "animal completamente diferente". El experto explica: "Va a ser una moneda centralizada y controlada, aunque digital y con algunas tecnologías de encriptación". Si la nueva moneda está sujeta a las mismas políticas monetarias, tasas de interés, restricciones, límites y regulaciones que la moneda tradicional, opina que "entonces no se podrá comparar con algo como Bitcoin, que es realmente gratis".

Cuando el invierno termine

La represión de China demuestra que ningún país puede detener a Bitcoin. Esa es la belleza de la red descentralizada: si una nación se rinde, otras toman el relevo. Después de que China implementara las nuevas medidas, gran parte del comercio de Bitcoin se trasladó a Japón y Corea del Sur.  El cofundador de la Fundación Elastos, Han, apunta: "Las cadenas de bloques son una tecnología global. Diferentes funciones funcionan en diferentes países. Si quieres intercambiar, vas a países con leyes amistosas, como Japón. Si quiere clientes, vas a China. Si necesitas una comunidad tecnológica, vas a Estados Unidos".

La prohibición china no solo no detuvo a Bitcoin, sino que el precio de la moneda se recuperó y continuó alcanzando niveles récord. Las regulaciones chinas incluso pueden haber contribuido al aumento de su precio. "Cuando China empezó a regular Bitcoin, envió un mensaje de que se toma esta moneda muy en serio", dice el CEO de NBL, un servicio para almacenar carteras de criptomonedas, Yan Chen. "El mercado ve que Bitcoin es algo que los gobiernos temen, por lo que debe ser realmente poderoso", añade.

Da, de NEO, cree que la criptocomunidad de China se reducirá a corto plazo y que habrá un "invierno" durante algún tiempo. Pero ve la perspectiva general de forma positiva. Cree que los controles de capital chinos no permanecerán en vigor para siempre, y su eliminación le dará al Gobierno chino una razón menos para desconfiar de Bitcoin.

Bitcoin supone el mismo desafío para China que en su día lo fue internet. Al principio, el Gobierno chino era reacio a la web, porque dejarla entrar significaría renunciar a cierto grado de control. Pero Pekín finalmente decidió que impedir la entrada de internet sería peor, ya que eso aislaría a China de la economía global. El dilema planteado por Bitcoin tiene una diferencia clave: es demasiado tarde para aislar a China del resto del mundo. "No se puede prohibir Bitcoin en China. Siempre que haya un cable disponible desde China hacia el exterior, Bitcoin sobrevivirá". asegura Zhao de BTCC

Eso significa que, por ahora, Bitcoin ha pasado la prueba de China. "Bitcoin no se rompió después de que China lo prohibiera", señala Lee. La moneda virtual ha cumplido su promesa de no ser derrotada por ningún gobierno, incluso uno tan poderoso como el de China. O, como sugiere Lee, "cada vez que se intenta golpear a Bitcoin y no se muere, se vuelve más fuerte".

Emily Parker cubrió China para 'The Wall Street Journal' y ha sido asesora del Departamento de Estado de EEUU. Es la autora de 'Now I Know Who My Comrades Are: Voices from the Internet Underground'.

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