Una startup tiene como objetivo calcular el valor de la avalancha de tests genéticos.
Per Lofberg quiere llevar la medicina genómica a las masas, y para ello se propone superar una de las barreras más grandes dentro de ese campo—hacer que los aseguradores y el resto de organismos pagadores cubran en cada vez mayor número de tests genéticos que aparecen en el mercado. Para conseguirlo fundó Generation Health, una compañía de gestión de beneficios de salud cuyo objetivo es escudriñar los datos de estos tests, que varían desde aquellos diseñados para predecir el riesgo individual de sufrir enfermedades cardiacas o cáncer hasta otros encargados de determinar cómo metaboliza el paciente un fármaco en particular. El objetivo de Lofberg es encontrar aquellos que proporcionen la mayor utilidad médica al mejor precio.
A principios de este mes, la startup con sede en Upper Saddle River, Nueva Jersey, anunció su asociación con CVS Caremark, que administra los beneficios de recetas médicas de alrededor de 50 millones de personas. Generation Health se encargará de analizar 17 fármacos junto a tests de diagnóstico diseñados para indicar el grado de funcionamiento de dicho fármaco en un individuo, incluyendo los destinados al cáncer, enfermedades del corazón y VIH. Con esto se lograría determinar qué tests debería ofrecer CVS a sus clientes el año próximo. “Existe la oportunidad de hacer que la genética esté disponible entre todos los clientes de CVS Caremark, y eso es algo de mucho valor,” afirma Raju Kucherlapati, genetista en la Escuela de Medicina de Harvard en Boston.
Existen una serie de tests genéticos capaces de influenciar las decisiones de tratamiento. Por ejemplo, el uso de un test concreto puede sugerir qué fármaco o qué cantidad de cierto fármaco debería tomar el paciente. Sin embargo sólo se usa un número muy reducido de este tipo de tests. Eso es debido en gran medida al factor económico. En una encuesta informal llevada a cabo durante una conferencia sobre medicina personalizada en la Escuela de Medicina de Harvard la semana pasada, los participantes identificaron la “falta de reembolso” como la mayor barrera ante la adopción de la medicina personalizada. “Desde el punto de vista de los pagadores, existe un escepticismo generalizado acerca de la eficacia clínica y la efectividad en cuanto a costes,” afirmó Jerel Davis, asesor de McKinsey and Company, durante su intervención en la conferencia. Desde el punto de vista de los proveedores, no sólo no recibirán ningún tipo de reembolso por los tests, sino que puede que pierdan ingresos, puesto que los tests podrían indicar que algunos procedimientos deberían ser evitados, afirmó Davis.
En algunos casos los tests pueden reducir los costes mediante la reducción de las recetas y aquellos procedimientos que tienen menos probabilidades de ayudar a un paciente individual. Sin embargo, también pueden hacer que los costes se vean incrementados. Sir Michael Rawlins, presidente del Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica en el Reino Unido, señaló durante la conferencia que es más barato suministrar anticoagulantes como el heparin a todos los pacientes que se sometan a un cirugía específica que llevar a cabo tests genéticos para determinar quién tiene más riesgo de coagulación sanguínea. Por otro lado, afirmó, el fármaco para el cáncer de pecho herceptin, que es más efectivo en pacientes con una alta concentración de una proteína conocida como receptor 2 del factor de crecimiento epidérmico humano, sólo es efectivo en cuanto a costes si los médicos son capaces de identificar el pequeño porcentaje de pacientes con más probabilidades de verse beneficiados por él. Este tipo de pruebas se han hecho rutinarias dentro del cáncer de pecho.
Los datos necesarios para decidir si un test particular entra dentro de la última categoría son complejos, y a veces controvertidos. Por ejemplo, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. cambió la etiqueta del anticoagulante warfarin en 2007 para señalar que dos variaciones genéticas específicas afectan a la sensibilidad del paciente ante el fármaco. Sim embargo, se ha dado una enorme discrepancia entre los médicos, aseguradores y otros organismos en cuando a si los tests genéticos mejoran los resultados y son más efectivos en cuanto a costes que los métodos tradicionales para hacer un seguimiento de la respuesta del warfarin.
Aquí es donde entra en juego Generation Health. “Este es un campo de rápido crecimiento y está ampliamente desorganizado desde el punto de vista del pagador,” afirma Lofberg. Compara el método de su compañía con el de un administrador de beneficios de una farmacia, que básicamente tomó el control del negocio de las recetas médicas hace 15 años, negociando una reducción en el precio de los fármacos y desarrollando herramientas para reducir los errores de medicación y las recetas inapropiadas por parte de los médicos. La compañía usará los datos procedentes de estudios de investigación y reclamaciones de seguros para crear modelos que indiquen cómo utilizar estos tests, y después ofrecer estos servicios a los pagadores, tales como CVS Caremark, las aseguradoras y los empleadores.
Juntas, tanto CVS Caremark como los otros dos gigantes del campo de la gestión de beneficios farmacéutico, Express Scripts y Medco Health Solutions, cubren alrededor de tres cuartos del mercado nacional de recetas médicas. Se enfrentan a una competencia tan feroz que continuamente buscan ofrecer nuevos servicios, tales como el acceso a los tests genéticos. Medco ya se ha empezado a adentrar en este territorio, financiando estudios para pruebas genéticas con warfarin y tamoxifen, éste último fármaco destinado al cáncer de pecho—algunas mujeres poseen una variación genética que hace que metabolicen el fármaco en su forma activa de modo menos efectivo. Medco ya ha instituido un programa de software para algunos de sus miembros que subraya estos tipos de tests ante los farmacéuticos cuando los pacientes solicitan una receta de warfarin o tamoxifen.
Generation Health está construyendo una red de laboratorios que lleven a cabo los distintos tests. También está desarrollando una serie de materiales educativos tanto para pacientes como médicos. “Hoy día, si buscas en google un test genético, tanto para el paciente como para el médico no existe una forma sencilla de averiguar cómo usarlo,” afirma Lofberg.
Uno de los tests que Generation Health va a investigar—y que probablemente sea de gran interés—es para el anticoagulante Plavix, a menudo prescrito para personas a las que se les han colocado sondas cardiacas. Para que funcione, el fármaco tiene que ser metabolizado en su forma activa. Un estudio publicado a principios con anterioridad este año en el New England Journal of Medicine descubrió que alrededor del 30 por ciento de las personas de raza blanca poseen una variante de pobre funcionalidad del gen de la enzima metabolizadora del fármaco y, por tanto, tienen más probabilidades de sufrir ataques al corazón y morir después de la cirugía. “Es un fármaco común con un gran efecto en una parte significativa de la población, lo que quiere decir que puede tener un gran efecto clínico,” señala Marc Sabatine, médico en el Brigham and Women’s Hospital y encargado de dirigir el estudio.