Otros
Puede que la única opción para salvar la Gran Barrera de Coral consista en manipular las nubes
Un equipo de investigación lleva años estudiando el problema y ha llegado a la conclusión de que hacer que las nubes de la región reflejen más luz para enfriar el agua parece la mejor estrategia contra el blanqueo del coral
Un grupo de biólogos marinos australianos cree que una de las mejores esperanzas para salvar la Gran Barrera de Coral consiste en alterar las nubes.
Durante los últimos seis meses, investigadores del Instituto de Ciencias Marinas de Sídney y la Facultad de Geociencias de la Universidad de Sídney se han reunido regularmente para explorar la posibilidad de hacer que las nubes bajas de la costa noreste de Australia sean más reflectantes para enfriar las aguas que rodean el mayor sistema de arrecifes de coral del mundo.
Durante los últimos dos años, la Gran Barrera de Coral se ha visto devastada por una altísima incidencia de blanqueo de coral, algo que se produce a causa de temperaturas elevadas en el agua que provocan que el coral expulse las algas con las que vive en simbiosis. El año pasado, el fenómeno El Niño aumentó la temperatura del mar lo que provocó la muerte de al menos el 20% del arrecife y daños en más del 90%.
Los investigadores australianos estudiaron varias estrategias para preservar los arrecifes. Pero llegados a este punto, aumentar la reflectancia de las nubes parece la mejor manera de proteger un ecosistema de casi 340.000 kilómetros cuadrados, según el investigador posdoctoral del Grupo de Tecnologías Oceánicas de la Universidad de Sídney Daniel Harrison. "Aumentar el brillo de las nubes es la única estrategia escalable, sensata e inocua para el medio ambiente que hemos identificado".
Foto: Corales blanqueados de la Gran Barrera de Coral. Crédito: Ed Roberts (Tethys Images), ARC Center of Excellence Coral Reef Studies.
El grupo es uno de los varios que están empezando a contemplar esta manipulación de las nubes, considerada como una herramienta en potencia para alterar el clima en global y que podría ser aplicada de forma dirigida. Todos los científicos involucrados hacen hincapié en que las investigaciones no han hecho más que empezar. Nadie ha probado un sistema parecido, y mucho menos en aplicaciones limitadas geográficamente.
El científico británico John Latham propuso la idea como estrategia para controlar el calentamiento global por primera vez en la revista Nature hace casi 30 años. El concepto se basa en flotas de barcos que rociarían las nubes marinas bajas de las costas de varios continentes con partículas de sal extraídas de aguas marinas. Eso proporcionaría los núcleos necesarios para provocar la formación de un número mayor de gotas, lo que aumentaría la superficie total de las nubes. Las densas nubes blancas resultantes deberían reflejar más calor hacia el espacio. Un estudio de 2012 de la Universidad de Manchester (Reino Unido) liderado por Latham descubrió que el enfoque podría contrarrestar el calentamiento que se produciría si se duplicara la cantidad de dióxido de carbono presente en la atmósfera.
El Proyecto de Abrillantamiento de Nubes Marinas, una colaboración entre un grupo de investigadores de Silicon Valley (EEUU) y científicos climáticos de la Universidad de Washington (EEUU), ha realizado el trabajo más avanzado basado en la idea hasta la fecha. El equipo radicado en Sunnyvale, California (EEUU), ha dedicado los últimos siete años a desarrollar una boquilla que creen capaz de rociar partículas de sal del tamaño y la cantidad correctos para alterar las nubes. Ahora intenta recaudar varios millones de euros para construir rociadores a escala, con la esperanza de poder realizar pequeños ensayos de campo en algún punto plano de la costa de Pacífico, idóneamente en un lugar con vientos que soplan hacia dentro de la costa, nubes bajas y vecinos de mente abierta.
Foto: La boquilla del Proyecto de Abrillantamiento de Nubes Marinas emite una fina nebulización de diminutas partículas de sal. Crédito: James Temple.
El grupo forma parte del puñado de investigadores que intentan realizar experimentos limitados al aire libre para explorar la viabilidad y los riesgos de tales enfoques (ver Manipular el clima: una medida desesperada para salvarnos del cambio climático). Pero aunque la idea de emplear la geoingeniería para aliviar el calentamiento global a gran escala conlleva problemas de gobernanza delicados, utilizar la tecnología para abordar un problema más localizado podría resultar más viable, al menos políticamente.
Los arrecifes de coral son elementos cruciales del ecosistema oceánico, al proporcionar cotos de caza y hogares a miles de especies. También generan casi 190.000 millones de euros anuales a través del turismo, la pesca y otras actividades, según un estudio. Pero los arrecifes han sido duramente golpeados por la acidificación de los océanos, la contaminación, la pesca excesiva y otros estreses medioambientales. La Gran Barrera de Coral se ha reducido dramáticamente durante las últimas tres décadas.
Por eso es extremadamente urgente explorar seriamente cualquier estrategia para preservar los arrecifes, incluso "las grandes y alocadas", afirma Harrison. El próximo mes, empezará a desarrollar un modelo climático informático para explorar si el abrillantamiento de nubes podría generar un cambio de temperaturas lo suficientemente grande para ayudar a abordar el problema. El grupo planea colaborar con el equipo del Proyecto de Abrillantamiento de Nubes Marinas en la investigación.
Los arrecifes de coral no son el único ecosistema que algunos científicos creen que podrían necesitar echar mano a la geoingeniería. Investigadores de la Universidad de California, el Instituto Carnegie, la Universidad de Stanford y la Universidad Estatal de Oregón (todos en EEUU) han lanzado un proyecto más amplio para explorar, entre otras cosas, cómo el cambio climático está afectando y afectará a las últimas poblaciones de secuoyas rojas.
Son los árboles más altos del mundo, y dependen de la bruma marina para la mitad de la humedad que necesitan. Pero los niveles de bruma marina del norte de California han caído en más de un 30% desde principios del siglo XX, un declive vinculado con la urbanización y el cambio climático. El impacto ha sido limitado hasta ahora, pero los temores de que estos antiguos árboles puedan verse totalmente eliminados si esta tendencia se acelera son cada vez mayores.
El profesor adjunto de ingeniería medioambiental de la Universidad de California en Merced (EEUU) Elliot Campbell dice que el grupo ha empezado a comunicarse con el Proyecto de Abrillantamiento de Nubes Marinas sobre la posibilidad de que la técnica pueda generar más nubes bajas para ayudar a proporcionarles humedad a las secuoyas rojas. Campbell concluye: "Si pudiésemos producir bruma marina artificial durante las mañanas veraniegas, daríamos más tiempo a las secuoyas rojas mientras nos desplazamos hacia una economía menos basada en la quema de carbón, eso sería algo bueno".