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Cómo reproducirse sexualmente cuando se carece de habilidades sociales

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Aunque la única opción parece la casualidad, una investigación con microorganismos revela otras estrategias para tener descendencia

  • por The Physics Arxiv Blog | traducido por Francisco Reyes
  • 12 Mayo, 2015

Encontrar pareja sexual es complicado para humanos. Como poco, requiere dos participantes dispuestos a estar presentes en el mismo lugar al mismo tiempo. Y como era de esperar, los humanos han desarrollado sofisticadas habilidades sociales para coordinar sus movimientos justamente para este propósito (al igual que han hecho muchos organismos).

Pero, ¿qué pasaría si los participantes no tuvieran habilidades sociales y por lo tanto fueran incapaces de coordinarse de esta forma? ¿Cómo podrían llegar a emparejarse los participantes sin habilidades sociales? Esta es una cuestión importante, y no sólo para los seres humanos con pocas habilidades sociales. De hecho, muchos organismos simples se reproducen sexualmente pero no poseen estas capacidades para coordinar sus movimientos.

Este misterio se conoce como problema de coordinación social y los sociólogos se preguntan desde hace tiempo cómo logran sobrevivir las especies menos hábiles socialmente.

Ahora nos llega una respuesta gracias al trabajo de Chris Marriott desde la Universidad de Washington en Seattle (EEUU) y Jobran Chebib en la Universidad de Zúrich (Suiza). Han creado un modelo informático que simula la interacción entre organismos, sus genes y el entorno en el que existen.

Este modelo muestra cómo los individuos sin habilidades sociales pueden aparearse con éxito y ofrece una visión única sobre la forma en que las habilidades sociales pueden evolucionar con el tiempo en este tipo de poblaciones.

Una de las partes más importantes del nuevo modelo es su capacidad para simular la interacción entre la composición genética de una población de individuos y su entorno. Y lo hace de forma inteligente.

En el nuevo modelo, el "entorno" consiste en una red de nodos conectados aleatoriamente. Un individuo puede explorar este mundo saltando de un nodo a otro mediante los enlaces entre ellos. Los individuos recargan energía en cada nodo, pero la utilizan para trasladarse. La ganancia o pérdida neta de energía cada día determina si la criatura vive o muere.

Al mismo tiempo, un individuo con suficiente energía puede disfrutar de relaciones sexuales con otra criatura que esté en el mismo lugar, siempre que ésta también tenga energía suficiente. El resultado es el nacimiento de una nueva criatura con características de ambos padres. Los individuos que no tienen relaciones sexuales también pueden reproducirse asexualmente.

La forma en que los individuos eligen sus rutas es importante. Cada criatura define su camino mediante la información codificada en su "genoma": una larga secuencia de rutas posibles a través del entorno de un lugar a otro.

En un lugar específico, el individuo busca en su genoma rutas asociadas con esa posición. Después elige la ruta que maximice sus recursos futuros, y esto determina a dónde va a continuación.

Esto tiene consecuencias importantes para una población emergente. Para empezar, Marriott y Chebib liberan a un único individuo en este entorno. Obviamente no puede tener relaciones sexuales y por tanto se reproduce asexualmente, produciendo otra persona con el mismo genoma.

Puesto que ambos individuos tienen el mismo genoma, se mueven por el entorno del mismo modo, produciendo otros individuos con el mismo genoma o teniendo relaciones sexuales para producir individuos con genomas similares.

Después de muchas generaciones, el resultado es un grupo de individuos con genomas similares que se mueven a través del entorno de la misma manera. En otras palabras, una manada.

Esto lleva a un patrón de reproducción llamado apareamiento selectivo, mediante el que los individuos se aparean con otros similares en lugar de con individuos aleatorios. Esto es una sencilla consecuencia de ser parte de una manada con patrones de comportamiento similares.

Los individuos también tienden a regresar a sus lugares de nacimiento, ya que esta información se codifica automáticamente en sus genomas. Así surge el concepto de filopatría natal.

Todo esto está en marcado contraste con las poblaciones de individuos con genomas distintos que se insertan en un entorno de forma aleatoria. Estos individuos tienden a morir, ya que sólo conocen a otros individuos totalmente por casualidad. Así que la reproducción sexual es poco frecuente.

Y cuando ocurre, tiende a crear individuos con genomas similares que terminan produciendo manadas y disfrutando del apareamiento selectivo y la filopatría natal exactamente del mismo modo que las poblaciones menos diversas.

Lo extraordinario del asunto es que todos estos comportamientos emergen de la interacción entre la composición genética de los individuos y su entorno. No interviene ningún tipo de habilidad social.

"Encontramos que emergen tres tipos de organizaciones sociales que ayudan a resolver este problema de coordinación social (manadas, apareamiento selectivo y filopatría natal) en poblaciones de agentes simulados sin mecanismos sociales disponibles para dar soporte a dichas organizaciones", aseguran Marriott y Chebib.

Es un trabajo fascinante, y no sólo porque muestra cómo puede darse el emparejamiento entre individuos sin habilidades sociales. Marriott y Chebib especulan que la aparición de estas conductas de emparejamiento proporcionan un entorno en el que las habilidades de coordinación social pueden evolucionar con el tiempo. "Llegamos a la conclusión de que los orígenes no sociales de estas organizaciones sociales en torno a la reproducción sexual podrían proporcionar el entorno para el desarrollo de soluciones sociales a problemas iguales y distintos", afirman.

Muchas criaturas aprenden habilidades sociales de otros individuos o reciben presión social de un tipo u otro para comportarse de una manera específica. Pero nadie ha podido asegurar cómo surgen estas habilidades ya que su naturaleza es como la del problema del "huevo y la gallina": no se pueden aprender habilidades sociales a menos que seas parte de un grupo, y no puede ser parte de un grupo a menos que tengas habilidades sociales.

Marriott y Chebib han encontrado una forma de navegar esta paradoja en base a la conexión entre los genes y el entorno. ¿El siguiente paso? Ver si evolucionan habilidades reales de coordinación social en las poblaciones que producen. ¡Veremos qué pasa!

Ref: arxiv.org/abs/1504.06781: Finding a Mate With No Social Skills

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