La cuenta ganó su poder de influencia a base de visitar los perfiles del resto de usuarios
A veces los descubrimientos más fascinantes ocurren por casualidad. Este es un buen ejemplo. Hace unos años Luca Maria Aiello y varios compañeros de la Universidad de Turín (Italia) comenzaron a estudiar una red social llamada aNobii.com en la que los usuarios intercambian información y opiniones sobre sus libros favoritos. Cada persona tiene un sitio que cualquiera puede visitar. Los usuarios pueden establecer vínculos sociales con otros usuarios.
Para trazar la estructura de la red, Aiello y su equipo crearon un rastreador automático que empezaba visitando el perfil de una persona en la red y luego el de las personas conectadas con ese nodo. A continuación visitaba a cada una de las personas que se enlazaban con los nodos, y así sucesivamente. De esta manera el robot construía un mapa de la red.
Para obtener acceso a la red el equipo tuvo que crear una cuenta de usuario vacía para el rastreador a la que llamaron lajello.
El equipo soltó el rastreador lajello en septiembre de 2009. Por aquel momento la red era lo suficientemente pequeña como para que lajello trazara toda la estructura una vez cada 15 días aproximadamente.
Después, en julio de 2010, aNobii.com cambió su configuración de usuario por defecto para que cada usuario pudiera ver a los otros usuarios que habían visitado su sitio personal. "Como resultado, nuestro rastreador dejó huella de su paso por todos los perfiles aproximadamente dos veces al mes", afirma Aiello.
Y, curiosamente, la gente empezó a responder a las visitas del rastreador. Esto le dio una idea al equipo: "Las reacciones inesperadas provocadas por las visitas del robot nos motivaron a configurar un experimento social en dos partes para responder a la siguiente pregunta: una persona que no se haya ganado la confianza de los demás, ¿puede conseguir popularidad e influencia?".
Los investigadores se aseguraron de que la interacción del rastreador se limitara a visitar los nodos. La idea era aislar una actividad social mínima y única, y comprobar su grado de efectividad para ganar popularidad.
Comenzaron a registrar las reacciones a las visitas de lajello, incluyendo el número de mensajes que recibía, su contenido, los enlaces recibidos, cómo cambiaron con el tiempo y así sucesivamente.
Los resultados fueron sorprendentes. Cada vez que lajello comenzaba su ronda de visitas, provocaba una explosión de comentarios en su muro público. Cuando terminaba la ronda, los usuarios dejaban rápidamente de enviar mensajes pero volvían con la misma intensidad cuando el robot comenzaba a visitarlos de nuevo.
En diciembre de 2011 el perfil de lajello se había convertido en uno de los más populares en toda la red social. Había recibido más de 66.000 visitas, así como 2.435 mensajes de más de 1.200 personas diferentes. En cuanto al número de mensajes distintos recibidos, el usuario más popular de la red era un escritor de renombre, aunque lajello acabó en segunda posición.
"Nuestro experimento apoya claramente la tesis de que la popularidad se puede ganar simplemente con un "sondeo social" continuado", concluyen. "Hemos demostrado que un sencillo spambot puede atraer gran interés sin ni siquiera emular cualquier aspecto típico del comportamiento humano".
Pero esto fue sólo el comienzo del experimento. Después de haber generado toda esta popularidad, los investigadores querían averiguar el grado de influencia del robot. Así que comenzaron a utilizarlo para enviar recomendaciones a los usuarios sobre con quién conectarse.
El robot de spam podía hacer una recomendación elegida al azar o una seleccionada cuidadosamente por un motor de recomendación. A continuación hizo sus recomendaciones a usuarios que ya se habían vinculado con lajello y a otros usuarios elegidos al azar.
Una vez más, los resultados fueron sorprendentes. "Entre los 361 usuarios que crearon al menos una conexión social en las 36 horas después de la recomendación, el 52% siguió la sugerencia propuesta por el robot", señalan.
No obstante, las recomendaciones específicas dadas a los seguidores fueron mucho más eficaces que las que recibieron los no seguidores. "En otras palabras, lajello tiene un mayor poder de persuasión entre los que son más conscientes de su presencia y actividad", afirma Aiello.
Los investigadores tuvieron que poner fin al experimento cuando aNobii.com suspendió la cuenta de lajello tras una amplia discusión en la red sobre si lajello era un humano o no.
Sin embargo, es un trabajo interesante que muestra lo fácil que resulta para un robot automatizado jugar un papel importante en una red social. La popularidad parece fácil de comprar usando nada más que visitas a páginas, al menos en este experimento. Es más, esta popularidad se puede traducir fácilmente en influencia.
La importancia de este trabajo está clara. Los robots sociales son un hecho vital en casi todas las redes sociales y muchos se han vuelto tan sofisticados que son difíciles de distinguir de los seres humanos. Si el más simple de los robots creado por Aiello puede tener este tipo de impacto, nadie sabe cómo podrían influir robots más avanzados en aspectos como críticas de cine y entradas de Wikipedia, o precios de acciones y elecciones presidenciales.
Ref: arxiv.org/abs/1407.8134: People are Strange when you're a Stranger: Impact and Influence of Bots on Social Networks