¿Qué ocurre cuando el contenido se separa de los medios para distribuirlo? Su compañía de cable preferiría no saberlo.
Hoy el
director general de Netflix afirmó algo un poco loco y probablemente cierto. En
relación a los televisores inteligentes y los decodificadores de televisión del
futuro, señaló: "Su proveedor de cable será una aplicación".
He aquí
la importancia del asunto: la historia nos ha enseñado que en el momento en que
se separan los medios de distribución de los contenidos que distribuyen, los
antiguos monopolios se descomponen, las suposiciones se tiran por la ventana,
los ingresos caen en picado, las empresas gigantes de derrumban y, de sus
cenizas, nacen otras completamente nuevas.
Todos
sabemos lo que pasó cuando Internet sustituyó al periódico como fuente
principal de noticias escritas--y, no menos importante, cuando sustituyó a las
múltiples formas de publicidad que solían acompañarlo. Actualmente, los medios
de recopilación de noticias se dan cuenta de que el cuarto poder siempre ha
estado subvencionado, y la imposibilidad de encontrar una fuente alternativa de
subvención significa que la contracción en esa industria ha sido profunda.
Lo
mismo está a punto de suceder con las redes de cable. De hecho, ya está
sucediendo: En 2009, Time Warner y Time Warner Cable se separaron, lo que
significa que HBO y los demás estudios de Time Warner ya no son propiedad de
una de las empresas que controlan la infraestructura física para distribuirlos.
Comcast, por otra parte, todavía tiene participaciones significativas en una
serie de creadores de contenidos.
Así que
si el cable se convierte en otra aplicación en su televisor, en otro icono en
su decodificador habilitado para recibir Google TV, su Roku o Apple TV, o su
dispositivo Samsung con Android, la relación de monopolio entre el propietario
de la infraestructura de distribución y el proveedor del contenidos de dicha
red se romperá, más o menos.
Esta es
sólo una de las razones por las cuales "la neutralidad de la red se
encuentra bajo amenaza constante: Dado que las compañías de cable también
proporcionan la gran mayoría de servicios de Internet de banda ancha en Estados
Unidos, les interesa privilegiar sus propios contenidos y, especialmente,
asegurarse de que no se convierten en otra aplicación más, indistinguibles de
los otros contenidos a la carta en nuestros televisores.
Dios no
quiera que los contenidos tengan que competir por sus propios méritos. ¿Se
imagina algo así? El dinero huiría--y suponemos que le llegaría más a Google y
sus sucesores. Contenidos más amateur, valores de producción más bajos, una
audiencia fragmentada. En otras palabras: la televisión por fin empezará a
parecerse a la web.