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El criador que intenta reparar el ADN de los dálmatas ha puesto nerviosa a la FDA
David Ishee explicó a la agencia sus planes para editar un gen defectuoso que condena a la especie. La respuesta de la FDA ha sido proponer una regulación más severa para los experimentos con CRISPR
Crédito: Kris Mukai.
David Ishee trabaja en una perrera de Misuri (EEUU) y siente pasión por los perros. Así que ha diseñado un plan para mejorarlos genéticamente mediante la técnica de edición CRISPR desde un modesto laboratorio que ha construido en una caseta de madera contrachapada.
Aunque parezca una idea loca, el proyecto es lo suficientemente serio como para que la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) le haya llamado por teléfono para decirle que no podrá vender perros modificados genéticamente sin su aprobación.
Ishee pertenece al ya conocido movimiento de los "biohackers". Su idea es emplear estas nuevas técnicas de edición génica de bajo coste para modificar los genes de los dálmatas. Al reparar una única letra del ADN de sus genomas, Ishee cree que podrá librarlos de una enfermedad hereditaria, la hiperuricemia, que casi se asocia tanto a la raza como a su pelo blanco con manchas negras.
A principios de enero, Ishee envió a la agencia un boceto de sus planes para arreglar los dálmatas. Confiaba en que la FDA le respondiera que no le hacía falta su aprobación. Pero no recibió respuesta, y pronto descubrió por qué. El 18 de enero, la agencia publicó una amplia propuesta para regular el ganado, los cerdos, los perros y otros animales modificados mediante edición génica.
La FDA ya regula los animales transgénicos, aquellos a los que se les ha añadido ADN de otra especie. Pero, ¿qué pasa con un perro cuyo genoma ha sido modificado para reparar el gen de una enfermedad? ¿O para conferirle el gen de un rasgo, como un pelo largo y abundante, que ya se encuentra en otro cánido? Según la nueva propuesta de regulación, tales creaciones también necesitarán una aprobación federal antes de entrar al mercado.
Fue un duro golpe para criadores como Ishee, que creen que la edición génica podría ayudarles a producir animales mejores y más sanos, y revertir parte de los daños sufridos por las razas puras. El biohacker señala: "Creo que sería más fácil ofrecer CRISPR a los criadores de perro que hacerles entender por qué la cría de razas puras es perjudicial".
Pero la facilidad para modificar el ADN mediante CRISPR está empezando a generar dudas sobre cómo se está controlando la tecnología. El año pasado, el director de inteligencia nacional de EEUU, James Clapper, declaró que la edición genética puede equipararse a "un arma de destrucción masiva en potencia".
Ishee explica que recibió una llamada de la FDA y no tiene la impresión de que la agencia esté entusiasmada ante la perspectiva de que la gente como él modifique perros. El criador cuenta: "Esperaba que me apoyasen, intentando elaborar soluciones creativas, intentando servir sus propias necesidades y las necesidades de los animales. Pero no me dio esa sensación. Parecían bastante nerviosos, como si yo estuviera intentando pillarles".
Foto: David Ishee. Crédito: Cortesía de David Ishee.
Según la nueva propuesta regulatoria de la FDA, la parte editada del genoma se consideraría igual que un fármaco veterinario. Eso significa que, al igual que una nueva pastilla, los perros editados no podrán ser vendidos, ni tampoco regalados, sin haber demostrado primero que son seguros y funcionan. Este proceso probablemente requeriría costosos estudios y montones de papeleo. Por ejemplo, los creadores del salmón modificado genéticamente "Aquabounty" tardaron más de 20 años en recibir la aprobación para comercializar sus peces de crecimiento acelerado.
Las nuevas reglas también preocupan a las empresas grandes. El pasado diciembre, una start-up de biotecnología de Minnesota (EEUU) llamada Recombinetics envió una carta a la FDA en la que expresaba sus plantes de comercializar vacas lecheras Holstein que había editado genéticamente para que no desarrollaran cuernos. Pero ahora las considerables inversiones de Recombinetics peligran. El fundador de la empresa, Scott Fahrenkrug, afirma que está dispuesto a luchar contra lo que considera reglas irracionales.
"Trump no permitirá que esas regulaciones se aprueben", escribió Fahrenkrug a MIT Technology Review en un correo electrónico.
Ishee, que vive en la pequeña ciudad de Mendenhall, se pregunta si simplemente debería ignorar la regulación. Durante una llamada de conferencia publicada la semana pasada en YouTube, otro biohacker y él teorizaban sobre qué pasaría si simplemente empezaran a modificar perros, como acto de desobediencia civil.
Ishee afirma: "Siento que quizá lo mejor sería seguir adelante y producir animales sanos y contárselo a la gente después. Diríamos: 'Hemos curado esta enfermedad, pero la FDA no nos los permite'".
Los humanos llevan milenios modelando el ADN de los perros. Pero los esfuerzos de cría que produjeron las manchas de los dálmatas y la nariz chata de los carlinos también han provocado graves problemas de salud. Determinados bulldogs ni siquiera pueden parir sin ayuda humana. El biohacker continúa: "Los perros tienen más enfermedades genéticas que cualquier otra especie del planeta. Y la culpa es nuestra".
Un problema de los dálmatas es que la raza carece de una copia funcional de un gen que se requiere para eliminar el ácido úrico, y eso genera piedras que pueden bloquear la uretra y provocar que estalle la vejiga. Después de varios siglos de endogamia, no existe ningún dálmata con una copia normal del gen. Para solucionarlo se le podría introducir un gen sano cruzándolo con otro perro, pero eso eliminaría el aspecto distintivo de la raza. "Los criaderos de perros están algo obsesionados con la cría de pura raza", señala Ishee.
El plan de Ishee consiste en comprar o desarrollar ADN con el gen correcto, además de ingredientes moleculares necesarios para realizar la edición con CRISPR. Entonces lo añadiría al esperma de un dálmata para inseminar artificialmente a una hembra.
No está claro si lo conseguirá. Ishee explica que en el último año ha intentado producir cachorritos de mastín "bioluminiscentes" con ADN de bacterias luminiscentes. Esos experimentos, que fueron planteados como una prueba de funcionamiento para curar enfermedades caninas genéticas, no tuvieron éxito.
La investigadora de ciencias animales de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (EEUU) Samantha Nicole Lotti dice que la técnica de esperma que Ishee quiere utilizar puede resultar impredecible y aún no ha sido emparejada con CRISPR para reparar un gen, el tipo de edición génica que necesita realizar. "Esto no significa que no sea posible", señala.
Al igual que los investigadores de grandes universidades que modifican animales con fines de investigación, dice Ishee, la FDA le dijo que podrá editar dálmatas siempre que mantenga los cachorros resultantes en su propiedad, en una especie de cuarentena, y no los venda ni regale a otros criaderos.
Ishee no está seguro de que arreglar tan sólo un par de perros tenga sentido. Quiere que la mejora se expanda. El criador concluye: "Ahora que existe la tecnología, tenemos la obligación ética de hacer algo con los problemas genéticos que hemos generado. Es una enfermedad horrible, todos la tienen, pero nadie parece dispuesto a solucionarla".