Tecnologías como los relojes inteligentes de Pebble o el proyecto de fibra de Google coparon todos los titulares, pero al final han tenido que salir por la puerta pequeña
En MIT Technology Review en español intentamos mantener a nuestros lectores informados de las nuevas tecnologías y productos que aparecen. Pero tan importantes como las cosas que nacen son las que mueren. Estas son cinco de las tecnologías que hemos visto desaparecer en Silicon Valley en 2016.
Vine
Lanzado en enero de 2013, la popularidad de Vine creció con cada nuevo vídeo de seis segundos de reproducción continua que daba al mundo. Algunos ejemplos famosos son el de la mujer enfadada en la tienda Apple, el que originó el término "on fleek" (voz inglesa para referirse a algo que se considera guay) o el del "Monte Rushmore del kétchup". La aplicación de Twitter también dio vida a muchas estrellas, algunas de las cuales podían aprovechar su fama y habilidad en Vine y hacer con ellas una auténtica fortuna produciendo vídeos para las empresas. Pero, cosas de la vida, el servicio llegó a la cima de su popularidad en 2014 y competidores como Instagram y Snapchat comenzaron a quedarse con muchos de los usuarios de Vine, incluidas sus estrellas. En 2016, más de la mitad de usuarios que había estado entre el 1 % con más éxito en 2013 ya había dejado de subir contenido. El pasado mes de octubre, Twitter anunció finalmente que prescindía de Vine. Este mes anunció que lo sustituirá por otra aplicación que también permita a los usuarios seguir grabando vídeos de reproducción continua de seis segundos y subirlos directamente a Twitter.
Google Fiber
Algunas personas todavía se preguntan por qué Google decidió en un momento dado entrar en el negocio de la fibra óptica e invertir tanto dinero en Fiber, su servicio de internet y televisión por cable de alta velocidad. Sin embargo, puede que ni el propio Google sepa por qué invirtió tantos millones en el mismo (según una estimación reciente, cuesta al menos mil millones de dólares –más de 954 millones de euros- anuales añadir un nuevo mercado). El pasado mes de octubre, el CEO de Access, Craig Barratt, y que dirigía la división de Alphabet para instalar conexiones con un ancho de banda de un gigabit, anunció que la empresa no ampliaría el servicio más allá de las nueve ciudades en las que ya está en funcionamiento y las cuatro en las que se está implantando. Access probablemente se centre ahora en utilizar tecnologías inalámbricas más económicas y más novedosas que proporcionen internet de alta velocidad.
No obstante, puede que no haya sido todo en vano. Como escribía James Surowiecki en MIT Technology Review en español en junio de 2015, la oferta de banda ancha de Google ha obligado a otras empresas privadas a mejorar sus servicios "forzando la competitividad allí donde las autoridades no lo hacían". Sin Google, la calidad de las opciones actuales de ancho de banda no sería tan buena como lo es hoy, escribió. En este sentido, Google, según Surowiecki, proporcionó un beneficio público "cuyas ventajas colaterales probablemente sean inmensas, y que ni el gobierno ni el sector privado se estaban esforzando en proporcionar".
Pebble
El auge y caída de Pebble coincidió con el auge y caída de nuestro interés por los relojes inteligentes. El primer reloj de Kickstarter, muy querido en la plataforma, rompió todos los récords en 2013 al recaudar 10 millones de dólares, y dio al crowfunding un caso de éxito que le vino como agua de mayo. Además, inspiró el resurgir de los portables para la muñeca, algo que escogimos como una de las 10 Tecnologías Emergentes de 2013. Pero en aquel momento, la redactora de MIT Technology Review Rachel Metz ya advirtió que si los relojes inteligentes no lograban ser más versátiles, se enfrentaban a la posibilidad de convertirse en "otro irritante aparatito más". Cuán cierto ha sido. Aunque Pebble lanzó un par de relojes más, el interés por los relojes inteligentes se desinfló, y la entrada de Apple en el sector hizo que competir se volviera muy difícil. Este mes, tras ser comprada por Fitbit, Pebble anunció que dejaba de existir como tal y paraba de fabricar y vender relojes. En una carta encabezada por "Queridos Pebbleros", la compañía ofrecía un reembolso para los seguidores abnegados que todavía esperaban recibir sus nuevos relojes.
El conector jack de los auriculares
Apple llamó a su estrategia para deshacerse del "anticuado" jack de 3,5 milímetros para auriculares un acto de "valor". La compañía arguye que está dando un paso muy necesario hacia un mundo donde el audio sin cables sea la norma. Pero aunque pueda acabar beneficiando a los consumidores en un futuro a largo plazo, no sería sorprendente que esta decisión repercutiera en los resultados generales de la empresa en el corto plazo. Los consumidores todavía pueden usar auriculares tradicionales gracias a un dispositivo que se enviará junto a los nuevos teléfonos, u optar por utilizar unos auriculares que se conectan al puerto del conector Lightning de la marca, pero que no funcionarán en productos que no sean de Apple. Para obtener la mejor experiencia de audio sin cables, los consumidores tendrán que comprar un par de nuevos AirPods de Apple por 159 dólares estadounidenses (casi 152 euros). Sin embargo, este intento descarado de desoír los deseos de muchos de sus clientes no parece haber afectado por el momento a las ventas del iPhone 7. También Samsung podría deshacerse ahora del viejo conector de audio de los auriculares.
Proyecto Ara
En septiembre, Google dejó de trabajar en el Proyecto Ara, una iniciativa para desarrollar hardware que sonaba fenomenal y que lleva años rodeada de un gran bombo. El sueño consistía en producir teléfonos inteligentes asequibles, adaptados al cliente y mejorables a partir de piezas de recambio, como por ejemplo diferentes sensores u objetivos para la cámara. Las dudas en torno a si la idea se haría realidad empezaron a surgir en 2015 cuando la empresa desmontó todo su plan para poner a prueba esta idea en Puerto Rico. En última instancia, la lógica actual del mercado de los teléfonos inteligentes (ciclos de producto breves y mejoras más baratas, rápidas y llamativas) probablemente contribuyeron a convencer a Google de que había que renunciar al sueño de fabricar móviles modulares.