Un nuevo tipo de tecnología transfiere procesos de cálculo desde nuestro móvil hasta una réplica de su imagen.
El problema con los teléfonos móviles, según Allan Knies, director asociado de Intel Research en Berkeley, es que todo el mundo quiere que funcionen como si fueran ordenadores convencionales, a pesar de su relativamente raquítico hardware. Byung-Gon Chun, científico investigador en Intel Research Berkeley, cree tener la solución a este problema: crear un clon supercargardo de nuestros smartphones que viva “en la nube” y que lleve a cabo todo el peso pesado de las operaciones informáticas que nuestro cobardica teléfono es incapaz de hacer.
CloneCloud, inventada por Chun y su colega Petros Maniatis, se aprovecha de la alta velocidad de conexión a internet de los smartphones para comunicarse con una copia de sí mismos alojada en unos servidores remotos de computación en la nube. El prototipo funciona en el sistema operativo Android de Google, y es capaz de transferir a su clon en la nube todas aquellas tareas que requieren un uso intensivo del procesador. Los detalles de este proyecto se revelarán más tarde este mes en la conferencia HotOS XII en Suiza.
Este truco no se diferencia de la forma en que muchas aplicaciones web, tales como Google Docs, son ejecutadas en servidores remotos. La diferencia es que, puesto que CloneCloud crea una copia perfecta del software del teléfono, es capaz de ejecutar cualquier tarea que requiera un proceso intensivo y hacer los cálculos más rápidamente que el propio teléfono, una vez se tenidos en cuenta el tiempo y la cantidad de batería requeridos para enviar los datos.
La ventaja de CloneCloud reside en la extensión de la vida de la batería, que viene dada gracias a una menor utilización de la CPU del teléfono. Chun piensa que esto podría convertirse en una ventaja competitiva para los distribuidores, de la misma forma que lo son los mensajes de voz y los planes de datos ilimitados.
No obstante CloneCloud no sólo haría que los smarphones fueran más eficientes: también podría aumentar su capacidad. Chun desarrolló una aplicación de prueba que lleva a cabo reconocimientos faciales en fotos. En un teléfono Android convencional, el procesador tardó 100 segundos en llevar a cabo la operación, y sólo tardó un segundo cuando se ejecutó en un clon del teléfono instalado en un ordenador de sobremesa. Puesto que el software se ejecuta en una plataforma de computación en la nube, se incrementar la cantidad de memoria designada y la potencia de cálculo, dos factores que incrementan el rendimiento de las tareas de cálculo que resultan más intensivas.
La seguridad podría ser una aplicación potencial de CloneCloud muy importante. Ya-Yunn Su, investigador en NEC Laboratorios, en Nueva Jersey, que hace tiempo desarrolló un prototipo similar a CloneCloud, señala que los “puesto que los smartphones se han convertido en mini ordenadores para todo, muchos de los problemas que se dan en los ordenadores de sobremesa, como por ejemplo los virus, también acabarán siendo los problemas que sufran los smartphones.” Según Chun, el escaneo en busca de virus informáticos, que supone comprobar todo el sistema de archivos de un dispositivo, es un ejemplo del tipo de proceso que CloneCloud podría llevar a cabo en un segundo plano, incluso si el smartphone está apagado.
Por otro lado, y como ocurre con todos los servicios en la nube, CloneCloud podría generar un nuevo tipo de vulnerabilidades de seguridad—el tipo de problemas que se dan cuando los datos privados de un usuario se almacenan en un servidor con acceso público. “Incluso si pudiéramos enfrentarnos a estos problemas técnicos, ¿cómo logras que los usuarios confíen en la nube?” se pregunta Su.
Maniatis, el colaborador de Chun en CloneCloud, señala que el equipo está trabajando en una serie de métodos distintos para hacer que CloneCloud sea más seguro. Uno de estos métodos, conocido como “detección de revelación de datos privados” o “detección de contaminantes,” examina todas las variables dentro de un programa que se podrían ver afectadas por entradas de datos de fuentes externas, y de esta manera detecta si este tipo de entrada de datos contiene elementos introducidos de forma maliciosa. La detección de contaminantes es una tarea que utiliza mucha potencia de proceso, lo que significa que CloneCloud podría ser la única forma de hacer que este servicio estuviera disponible en los dispositivos móviles. “Usamos la nube para ejecutar aplicaciones de correo electrónico, dentro de un ambiente en el que puedes llevar a cabo esta emulación sin tener que esperar siglos a que el smartphone acabe de hacer la operación,” afirma Maniatis.
CloneCloud se podría verse aquejado por otro tipo de problema que con anterioridad acabó poniendo freno a la investigación sobre la comercialización de la computación remota para los dispositivos móviles: la latencia de red y las limitaciones del ancho de banda. “Cuando las investigaciones comenzaron a finales de los años 90,” comenta Chun, “la conexión inalámbrica era un modem, 28.8 kbps. Como podrás imaginar, se tardaría bastante en poder enviar datos a través de una conexión como esta.” Los smartphones de hoy utilizan unas tecnologías inalámbricas mucho más rápidas: Wi-Fi, 3G, Bluetooh y, en un futuro próximo, 4G y WiMax. Sin embargo, la velocidad de conexión de un teléfono y el consumo de energía requerido para enviar los datos puede que ponga límites al número de tareas para las que CloneCloud podría utilizarse.
Chun afirma que la latencia se puede enmascarar: el teléfono podría anticipar el resultado de un proceso en particular y, por ejemplo, proceder a realizarlo a no ser que se le diga lo contrario. No obstante está claro que algunas aplicaciones, como los videojuegos, requerirían conexiones más rápidas que aquellas que están disponibles en la actualidad, y podrían acabar con la batería del móvil rápidamente.
Chun piensa que, finalmente, las investigaciones sobre las que se sustenta el CloneCloud ayudarán a transferir de forma inteligente ciertas tareas a los procesadores en los centros de datos, que resultan más rápidos y consumen menos energía. Esta aplicación es especialmente relevante en Intel, que fabrica todo tipo de procesadores, desde los Atom para los netbooks, que aprovechan hasta la última gota de energía, hasta otros procesadores como el Nehalem, utilizados en los servidores web y con un alto consumo energético. “Habrá una familia de dispositivos heterogéneos, y lo que acabaremos haciendo será transferir a cada uno de ellos las tareas de cálculo que tengan más sentido ser transferidas; desde ese punto de vista, es una idea genial,” señala Knies.
Este mismo método se podría usar algún día para permitir que un ambiente informático en concreto pueda funcionar al margen de un dispositivo en particular. “Podrías llegar a tu casa, sentarte enfrente de un dispositivo móvil con acceso a internet, y transferir los cálculos al PC de sobremesa,” afirma Knies. “Imagínate lo que eso supondría en términos de compartir la información entre los dispositivos del hogar y el móvil que llevas contigo a todas horas.”