Un remoto pueblo de Indonesia gestiona su propia empresa de telecomunicaciones con una inversión de 7.000 euros y sin permiso
Foto: En las montañas de Papúa, unos hombres usan cuerdas para subir una estación base a la copa de un árbol.
A cuatro horas de coche de la zona con cobertura móvil más cercana en el interior de Papúa (Indonesia), ha entrado en acción un nuevo tipo de guerrilla de red de telecomunicaciones, fuera de la ley y usando una estación base barata atada a la copa de un árbol.
La tecnología podría crear un nuevo modelo para la cobertura móvil autogestionada en el "último kilómetro" de las zonas más difíciles de alcanzar del mundo, donde los modelos de negocio de telecomunicaciones con una estructura muy rígida no funcionan.
El proyecto lo ha montado un equipo de la Universidad de California en Berkeley (EEUU). Ahora, la red resultante la lleva una diminuta compañía de telecomunicaciones independiente gestionada por una ONG local, con un portátil para las facturas y una conexión por satélite con el resto del mundo. La red depende de números de teléfono suecos porque ninguna empresa de telecomunicaciones local quiso proporcionar los suyos.
"Es una compañía de telecomunicaciones en una caja que colocamos en un árbol", explica el desarrollador de Range Networks y estudiante de la Universidad de California, Kurtis Heimerl, quien ha dirigido el proyecto. "Es una demostración de que estas poblaciones pueden gestionar sus propias redes de forma sostenible y rentable. No necesitamos a las grandes empresas de telecomunicaciones para hacerlo, estas comunidades pueden hacerlo solas".
El pueblo donde se sitúa la red está en las montañas tropicales de Papúa, una región donde los indígenas consiguieron evitar el contacto con los occidentales hasta que los científicos se tropezaron con ellos en 1938.
El proyecto se ha construido, en parte, con infraestructura ya existente: un pequeño generador hidroeléctrico y una antena parabólica que daba conexión a internet a un colegio local. El grupo de Berkeley añadió a esto una estación base para conseguir conectividad móvil local, una batería para el uso nocturno, un router wifi para que hubiera un punto caliente de internet local y un sistema de facturación.
El proyecto empezó a operar este año con una inversión inicial de 10.000 dólares (unos 7.300 euros). Tiene 187 suscriptores móviles y una media de 380 dólares de ingresos mensuales, incluyendo 368 dólares de beneficios ( 603 y 267 euros respectivamente). La empresa ha servido para crear varios trabajos, entre ellos tres para personas que venden minutos de conexión.
Aunque los investigadores afirman que tenían la aprobación tácita de altos funcionarios del gobierno indonesio para llevar a cabo el proyecto, éste no tiene un permiso oficial. Conseguir acceso legal al espectro disponible -sin tener que adelantar mucho dinero para conseguir un permiso- será clave para que el concepto se pueda expandir, añade Heimerl.
El gestor del grupo de investigación en tecnología en mercados emergentes del laboratorio de investigación de Microsoft en India, Ed Cutrell, afirma que el trabajo de Heimerl es una demostración clave de cómo llevar la conectividad a las zonas más remotas del mundo. "Su investigación abre la posibilidad de conectar a millones de personas que están en zonas demasiado remotas y dispersas como para interesar a las grandes empresas", sostiene Cutrell.
El sistema incluye algunos elementos de "ingeniería casera", afirma Cutrell. "Subieron una estación base a un árbol, la ataron y ya tienen señal".
Pero también cuenta con algunas novedades técnicas. Una de ellas es una estrategia de ahorro de energía que permite a los usuarios controlar cuánto se usa el sistema por la noche. Normalmente, una empresa de telecomunicaciones que operase una estación base en una zona remota ahorraría gastos de energía (normalmente de consumo de diésel) apagando el sistema por la noche.
El sistema de la Universidad de California se mantiene en un modo "nocturno" de bajo consumo y los usuarios pueden encenderlo. Lo único que tienen que hacer para poder llamar o enviar un mensaje en mitad de la noche es visitar uno de los tres dispositivos inalámbricos instalados en lugares convenientes y darle a un botón rojo para "despertar" a la estación base. Las llamadas y mensajes entrantes también "despiertan" al sistema, pero se mantienen en espera 20 segundos hasta que el amplificador se encienda, para permitir que la señal esté disponible. Así se consiguen 24 horas de disponibilidad al mismo tiempo que se ahorra la mitad de la energía que sería necesaria para mantener el sistema encendido toda la noche, explica Heimerl.
En todo el mundo, cientos de millones de personas, principalmente en áreas rurales, no tienen siquiera una cobertura móvil básica, y los principales operadores móviles, como Telkomsel en Indonesia, por ejemplo, son incapaces de encontrar un sentido comercial a servir a esas áreas. En algunos casos, estaciones base supereficientes pueden mejorar la perspectiva económica de la instalación, especialmente en cuanto al ahorro energético (ver "Un diminuto transmisor de teléfono móvil se instala en el África rural"). Pero cuando las empresas no ven un sentido comercial, "la única solución que veíamos era permitir que las comunidades logren su propia cobertura", afirma Heimerl. Ya está planeando proyectos en otras zonas, entre ellas Filipinas y Pakistán.