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Cómo pueden frenar la propagación de la malaria los datos telefónicos

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Los datos de localización sugieren una forma mejor de luchar contra una enfermedad que mata a un millón de personas al año.

  • por David Talbot | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 29 Octubre, 2012

En lo que es el mayor proyecto de uso de datos de teléfonos móviles como herramienta epidemiológica que se ha realizado hasta la fecha, un equipo de investigadores ha utilizado datos de localización para elaborar mapas precisos de cómo los desplazamientos humanos afectan a la difusión de la malaria en Kenia.

El estudio recogió las costumbres de desplazamiento anónimas de casi 15 millones de keniatas entre junio de 2008 y junio de 2009. Sus movimientos se registraron gracias a 11.920 antenas móviles. Después, los datos se compararon con los de incidencia de malaria recogidos por los profesionales sanitarios.

Los resultados demuestran que, durante ese periodo, los brotes de malaria empezaron en la región del Lago Victoria de Kenia y se difundieron hacia la capital, Nairobi, situada al este. El estudio sugiere que los profesionales sanitarios podrían impedir el contagio centrando sus esfuerzos en la región del lago, afirma Caroline Buckee, epidemióloga en la facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y una de las autoras del estudio, que se publica hoy en la revista Science.

“Si intentas erradicar la malaria, tienes que centrar las intervenciones en los lugares donde se originan la mayoría de las infecciones”, afirma. “Si no, estás apagando fuegos en zonas donde no se originaron las infecciones”, explica Buckee.

Los mosquitos propagan el parásito de la malaria, pero las personas infectadas, especialmente aquellas que son inmunes y viajan sin sentir los síntomas, pueden propagar la enfermedad si luego les pican mosquitos que a continuación pican a otras personas. La malaria mata a casi un millón de personas al año en el África subsahariana, la mayoría niños menores de cinco años.

Investigadores de varias instituciones participantes, entre las que está la Universidad Carnegie Mellon (EE.UU.) y el Instituto de Investigaciones Médicas de Kenia, elaboraron mapas de desplazamiento de los parásitos entre las fuentes de infección y las zonas donde la gente se puso enferma. De esta forma pudieron inferir la probabilidad de que residentes en comunidades concretas se infectaran y la probabilidad diaria de que los visitantes de áreas con tendencia a la malaria se infectaran.

El estudio también supone un nuevo enfoque para el uso los teléfonos móviles para mejorar la salud pública en Kenia. También hay numerosas start-ups y ONG creando una variedad de aplicaciones y servicios para proporcionar información médica y recordatorios a través de los teléfonos móviles.

Buckee explica que los investigadores aún están trabajando con el Ministerio de Sanidad de Kenia para elaborar planes de acción, pero que existen varias estrategias generales posibles. Además de usar los datos para decidir dónde centrar los esfuerzos de los programas de control de la malaria, la investigación puede dar lugar a programas para enviar avisos por medio de mensajes de texto a las personas que viajen a zonas de alto riesgo.

Aunque ya se sabe que se pueden usar los teléfonos móviles para seguir desplazamientos humanos y saber si la gente está enferma (ver “Una aplicación que busca signos de enfermedad”), el estudio de Science ha sido el mayor estudio hasta la fecha que ha usado teléfonos móviles como herramienta epidemiológica. “Que yo sepa, esta es la primera vez que una cantidad y una calidad tal de datos se han usado junto con la prevalencia de una enfermedad infecciosa para hacer un mapa de los factores de riesgo y movilidad”, afirma Buckee.

Justin Cohen, asesor técnico sénior sobre la malaria de la Iniciativa Clinton de Acceso a la Salud, una fundación creada por el expresidente de Estados Unidos Bill Clinton, afirma que los desplazamientos humanos son un factor clave en la propagación de la malaria, pero que en muchas partes del mundo los patrones de dichos desplazamientos aún no se comprenden muy bien. “Por lo tanto, describir los patrones de desplazamiento es un paso importante”, sostiene Cohen.

Por ejemplo, en la isla de Zanzíbar se han reducido los casos de malaria a lo largo de las últimas décadas y fue sorprendente observar que en Omán también se produjo una caída importante del número de casos. Resultó que regiones muy distantes geográficamente tenían unas redes de migración muy fuertes, explica Cohen. Igualmente, aunque hace tiempo que se sabe que el Lago Victoria es una zona de Kenia en la que hay mucha malaria, “la idea de que es una fuente de malaria para otras regiones no es evidente por sí misma. La gente es bastante pobre en la zona, y las divisiones étnicas de Kenia hacen que no esté claro con qué frecuencia podría viajar la gente para visitar otras partes del país”, explica Cohen.

Nathan Eagle, coautor del estudio y profesor asistente adjunto en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (EE.UU.), además de esposo de Buckee, afirma que el proyecto es un ejemplo de lo que se puede hacer con los 'grandes datos' móviles en el mundo en vías de desarrollo.

Eagle está trabajando en un proyecto para elaborar un historial de crédito usando el registro de compras llevadas a cabo por una persona, entre ellas, el tiempo de emisión en teléfonos móviles. Este tipo de actividades implican que la persona tiene ingresos regulares. “Se pueden hacer muchas cosas, desde decidir dónde conviene invertir en infraestructura en los barrios marginales, a componer un historial de crédito cuando no existen más registros sobre el comportamiento de una persona que los movimientos y transacciones que han llevado a cabo mediante el teléfono”, afirma. “Mi investigación se centra en intentar utilizar estos datos que se están generando a través del comportamiento humano de tal forma que mejoren la vida de quienes los generan”, concluye Eagle.

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