El país asiático está dispuesto a devolver el golpe con más fuerza e infligir perjuicios económicos a su rival
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Hace un par de semanas, China prohibió la exportación de varios minerales esenciales a EE UU, en lo que supone la última medida de una serie de restricciones comerciales entre las dos mayores economías del mundo.
Al prohibir explícitamente, en lugar de limitarse a restringir, materiales de importancia estratégica para los sectores de los semiconductores, la defensa y los vehículos eléctricos, China ha cruzado claramente una nueva línea en la guerra comercial que se libra desde hace tiempo.
Al mismo tiempo, se cuidó de seleccionar ciertos minerales que no paralizarán por sí mismos ninguna industria, lo que deja a China todavía mucha munición para infligir un mayor dolor económico en respuesta a cualquier otra restricción comercial que pueda imponer la administración entrante de Trump.
El presidente electo de EE UU ha prometido recientemente imponer un arancel adicional del 10% a todos los productos chinos, y durante su campaña propuso incluso aranceles de entre el 60% y el 100%. Pero China, que domina las cadenas de suministro de numerosos minerales esenciales para los sectores tecnológicos, parece estar avisando de que está preparada para contraatacar con fuerza.
"Es una señal de lo que China es capaz de hacer. Son disparos de advertencia", explica Gracelin Baskaran, director del programa de minerales críticos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, una organización bipartidista de investigación sin ánimo de lucro con sede en Washington.
¿Qué ha impulsado la decisión?
El anuncio de China siguió directamente a la decisión de la administración Biden de restringir aún más las exportaciones de chips y otras tecnologías que podrían ayudar a China a desarrollar semiconductores avanzados para sistemas de armamento de vanguardia, inteligencia artificial (IA) u otras aplicaciones.
A lo largo de su presidencia, Biden ha promulgado una serie de controles de exportación cada vez más agresivos destinados a frenar el poderío militar, el desarrollo tecnológico y el creciente poder económico de China. Pero esta última medida drástica ha cruzado una clara línea roja para China, al amenazar su capacidad para proteger la seguridad nacional o cambiar hacia la producción de tecnologías más avanzadas, según explica Cory Combs, director asociado de la consultora de análisis político Trivium China. "Es muy indicativo de dónde cree Pekín que están sus intereses", afirma.
¿Qué ha prohibido China exactamente?
En respuesta a las nuevas restricciones estadounidenses a la exportación de chips, China ha prohibido inmediatamente las exportaciones de galio, germanio, antimonio y los llamados "materiales superduros", muy utilizados en la industria, argumentando que tienen aplicaciones tanto militares como civiles, según el New York Times. China ya había impuesto límites a la venta de la mayoría de estos productos a Estados Unidos.
El país asiático dijo que también podría restringir aún más las ventas de grafito, que constituye la mayor parte del material de los ánodos de las baterías de iones de litio que se utilizan en los vehículos eléctricos, las plantas de almacenamiento de la red eléctrica y la electrónica de consumo.
¿Qué efectos tendrán las prohibiciones?
Los expertos afirman que, en su mayor parte, las prohibiciones no tendrán grandes repercusiones económicas. Esto se debe en parte a que China ya restringió las exportaciones de estos minerales hace meses, y también a que se utilizan sobre todo para categorías nicho dentro de la industria de los semiconductores. Las importaciones estadounidenses de estos materiales procedentes de China ya habían disminuido a medida que las empresas estadounidenses descubrían nuevas fuentes o sustitutos para los materiales.
Pero un reciente estudio del Servicio Geológico de EE UU concluyó que la prohibición total del galio y el germanio por parte de China podría reducir el producto interior bruto norteamericano en 3.400 millones de dólares. Además, se trata de materiales que sin duda llamarán la atención de los políticos estadounidenses, porque "afectan a muchos tipos de seguridad: la económica, la energética y la de defensa", afirma Baskaran.
El antimonio, por ejemplo, se utiliza en "munición perforante, gafas de visión nocturna, sensores infrarrojos, balas y óptica de precisión", según señalaban Baskaran y un colega en un ensayo reciente.
Las empresas recurren al galio para fabricar diversos componentes militares y electrónicos, como satélites, convertidores de potencia, luces LED o los chips de alta potencia que utilizan los vehículos eléctricos. El germanio se utiliza en fibra óptica, rayos infrarrojos y paneles solares.
Antes de restringir el flujo de estos materiales, China representaba más de la mitad de las importaciones estadounidenses de galio y germanio, según un informe del gobierno norteamericano. Juntos, China y Rusia controlan el 50% de las reservas mundiales de antimonio.
¿Cómo afecta a la tecnología climática?
Cualquier restricción más estricta sobre el grafito podría tener un gran impacto económico en los fabricantes de baterías y vehículos eléctricos de EE UU, en parte porque hay muy pocas otras fuentes para obtenerlo. China controla cerca del 80% de la producción de grafito de las minas y procesa alrededor del 70% del material, según la Agencia Internacional de la Energía.
"Sería muy importante para las baterías", afirma Seaver Wang, codirector del equipo de clima y energía del Breakthrough Institute, donde su investigación se centra en los minerales y las cadenas de suministro de fabricación. "Por peso, se necesita mucho más grafito por teravatio hora que níquel, cobalto o litio. Y EE UU carece de producción operativa".
Todo lo que aumente el coste de los vehículos eléctricos amenaza con frenar el abandono de los motores de combustión en EE UU, ya que el elevado precio de los primeros sigue siendo uno de los mayores obstáculos para los consumidores.
¿Cómo afecta esto a la economía china?
La decisión de China de cortar la venta de los materiales que domina entraña riesgos económicos reales, ya que crea incentivos para que las empresas estadounidenses busquen nuevas fuentes por todo el mundo, cambien a materiales sustitutivos y trabajen para desarrollar suministros nacionales allí donde la geología lo permita.
"El reto al que se enfrenta China es que la mayoría de sus tácticas para aumentar el dolor interrumpiendo las cadenas de suministro también les afectarían a ellos, pues están conectados también a estas mismas cadenas de suministro", según afirma Chris Miller, profesor de la Universidad de Tufts y autor del libro Chip War: The Fight for the World's Most Critical Technology (La guerra de los chips: La lucha por la tecnología más crítica del mundo).
El último anuncio podría obligar a las empresas estadounidenses a desarrollar sus propias fuentes de galio y germanio, que pueden extraerse como subproductos de la minería del zinc y el aluminio. Hay varias minas de zinc en Alaska y Tennessee, y una extracción limitada de bauxita, que produce aluminio, en Arkansas, Alabama y Georgia.
El galio también puede reciclarse a partir de numerosos aparatos electrónicos, lo que constituye otra posible vía nacional para las empresas estadounidenses, señala Combs.
EE UU ya ha tomado medidas para contrarrestar el dominio de China sobre las materias primas de industrias esenciales, como la concesión de un préstamo de 150 millones de dólares a una empresa australiana, Syrah Resources, para acelerar el desarrollo de la extracción de grafito en Mozambique.
Además, la empresa minera Perpetua Resources ha propuesto reabrir una mina de oro cerca de Yellow Pine, Idaho, en parte para extraer trisulfuro de antimonio destinado a aplicaciones militares. El Departamento de Defensa de EE UU ha aportado decenas de millones de dólares para ayudar a la empresa a realizar estudios medioambientales, aunque la mina aún tardará años en entrar en funcionamiento, señalan Baskaran y su colega.
Wang afirma que la prohibición de China podría resultar "miope", ya que cualquier éxito en la diversificación de estas cadenas de suministro globales debilitará el control de la nación en áreas que ahora domina.
¿Qué pasará después?
También es probable que Estados Unidos pague costes económicos muy elevados en una guerra comercial cada vez más intensa con China.
En caso de que el país decida promulgar restricciones comerciales aún más estrictas, Combs afirma que China podría optar por infligir un mayor dolor económico a EE UU a través de una variedad de medios. Por ejemplo, restringiendo aún más o prohibiendo totalmente el grafito, así como otros materiales cruciales para las baterías, como el litio; cortando el suministro de tungsteno, que se utiliza mucho en los sectores aeroespacial, militar y de energía nuclear; y deteniendo la venta de cobre, que se utiliza en líneas de transmisión eléctrica, paneles solares, turbinas eólicas, vehículos eléctricos, además de otros muchos otros productos.
China también puede decidir tomar nuevas medidas para impedir que las empresas estadounidenses vendan sus productos en el enorme mercado de consumidores e industrias chinas, añade Miller. O podría responder a las restricciones más estrictas a la exportación recurriendo a los rivales económicos de EE UU en busca de tecnologías avanzadas.
En definitiva, no está claro que ninguna de las dos naciones salga ganando en una guerra comercial prolongada y cada vez más cruenta. Pero tampoco es evidente que el daño económico mutuamente asegurado resulte ser un elemento disuasorio eficaz. De hecho, China bien podría sentir la necesidad de imponer medidas más estrictas en los próximos meses o años, ya que hay pocos indicios de que el presidente electo Trump tenga la intención de suavizar su postura de línea dura hacia China.
"Es difícil imaginarse a un Trump 2.0 desacelerando frente a China", dice Baskaran. "Estamos en una trayectoria unidireccional de escalada continua; es una cuestión de ritmo y de forma y no realmente de si pasará o no".