La viabilidad del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) de la NASA está siendo cuestionada debido a la fuerte competencia de empresas privadas como SpaceX, de Elon Musk, y Blue Origin, de Jeff Bezos
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El gran cohete lunar de la NASA, el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), podría tener algunos problemas. A medida que otros competidores ganan protagonismo, como el Starship de SpaceX, surgen dudas sobre la necesidad de que la agencia espacial de EE UU mantenga su propio lanzador. Este interrogante podría convertirse en uno de los temas clave en una posible administración de Trump, en la que Elon Musk, CEO de SpaceX, jugaría un papel crucial.
"A Elon Musk le interesa convencer al Gobierno para que cancele el SLS. Sin embargo, la decisión no está en sus manos", afirma Laura Forczyk, de la consultora espacial estadounidense Astralytical.
El SLS lleva más una década en desarrollo. Con una altura de 98 metros, este coloso es un 15% más potente que el Saturno V, el cohete que transportó a los astronautas del Apolo a la Luna en los años 60 y 70. Sin embargo, su coste también es elevado: 4.100 millones de dólares (unos 3.900 millones de euros) por lanzamiento.
El SLS fue diseñado con un objetivo claro: regresar a la superficie lunar con astronautas. Está construido para lanzar la nave espacial Orion, que transportará a humanos, y es una pieza fundamental del programa Artemis de la NASA, impulsado por la administración Trump en 2019. "Sigue teniendo un papel clave que desempeñar", asegura Daniel Dumbacher, exadministrador adjunto de la NASA y miembro del equipo que eligió el SLS para su desarrollo en 2010.
El vehículo llevó a cabo su primer lanzamiento durante la misión Artemis I en 2022, un vuelo de prueba sin tripulación en el que la nave Orión orbitó alrededor de la Luna. El siguiente, Artemis II, está previsto para septiembre de 2025 y seguirá la misma trayectoria, pero con cuatro astronautas a bordo. Posteriormente, el primer alunizaje tripulado, Artemis III, se prevé para septiembre de 2026.
El SLS también podría desempeñar un clave para otras misiones. En su día, la NASA planeaba usarlo para enviar la nave Europa Clipper a la luna Europa de Júpiter. Sin embargo, debido a los altos costes y los retrasos, la misión fue asignada al cohete Falcon Heavy, de SpaceX, que fue lanzado en octubre de 2024. Además, se espera que en 2028 el SLS sea el encargado de poner en órbita los primeros módulos de Gateway, la nueva estación espacial lunar de la NASA.
El plan de la NASA para regresar a la Luna con astronautas incluye utilizar el SLS y la nave Orión. Una vez allí, encontrarán con un módulo de aterrizaje independiente para volver a la superficie terrícola. Por ahora, ese módulo será el Starship de SpaceX, una lanzadera reutilizable de gran tamaño diseñada para despegar y aterrizar varias veces. Elon Musk, fundador de SpaceX, sueña con que este cohete sea, en el futuro, el que lleve a los humanos a Marte.
Starship, el vehículo de SpaceX, está aún en fase de pruebas. El mes pasado, en las instalaciones de Boca Chica, en Texas (EE UU), protagonizó un gran avance: la parte inferior del cohete, conocida como propulsor Super Heavy, regresó a la torre de lanzamiento donde fue atrapada al vuelo por unos brazos mecánicos (apodados "palillos chinos",chopsticks en inglés). Este cohete no solo es más potente que el SLS, sino que también está diseñado para ser completamente reutilizable. Esta es una gran diferencia con respecto al cohete de la NASA, que acaba en el océano tras cada misión.
El éxito de Starship y el avance de otros grandes lanzadores comerciales, como el New Glenn de Blue Origin, compañía de Jeff Bezos, han reavivado el debate sobre la necesidad del SLS. En octubre, el multimillonario Michael Bloomberg lo describió como un "despilfarro colosal del dinero de los contribuyentes". Un mes después, el periodista Eric Berger afirmó que existía al menos un 50% de probabilidades de que el programa fuera cancelado.
"Creo que sería una decisión acertada. Es complicado justificar la necesidad del SLS", opina Abhishek Tripathi, exdirector de misiones de SpaceX y actualmente profesor en la Universidad de California en Berkeley.
Sin embargo, la situación es más compleja de lo que parece. Dumbacher advierte que, aunque SpaceX está logrando "grandes avances" con Starship, todavía queda un largo camino por recorrer. Para que una sola nave Starship lunar pueda viajar a la Luna, podría ser necesario realizar hasta 18 lanzamientos para transferir combustible. La primera prueba de esta maniobra está programada para el próximo año.
En cambio, SLS tiene la capacidad de enviar la nave Orión a la Luna en un solo lanzamiento. Por tanto, según Dumbacher, el debate sobre la viabilidad del SLS dependerá de "si el coste de realizar los 18 lanzamientos de Starship es menor al de un único lanzamiento del SLS". En 2021, la NASA otorgó a SpaceX 2.900 millones de dólares (unos 2.760 millones de euros) para financiar la primera misión de Starship a la Luna en el marco de Artemis III, aunque aún se desconoce el coste exacto de cada lanzamiento.
La NASA también está trabajando en el desarrollo de equipos para futuros lanzamientos del SLS. "Todos los componentes del segundo SLS para Artemis II ya han sido entregados", señaló un portavoz de la agencia en respuesta a un correo electrónico. Además, confirmó que el SLS tiene "hardware en producción" para las misiones Artemis III, IV y V.
"El SLS puede llevar más carga útil a la Luna en un solo lanzamiento que cualquier otro cohete. Este vehículo es esencial y ha sido diseñado específicamente para cumplir con los requisitos de transporte lunar de la agencia", afirma la NASA.
Dumbacher señala que, si EE UU desea regresar a la Luna antes que China, que ha declarado su intención de enviar a astronautas en 2030, cancelar el SLS podría ser un grave obstáculo. "No es el momento de cuestionar cuál es el mejor cohete. Cada minuto de retraso nos acerca a una situación en la que China podría ser la primera en llevar personas a la Luna", afirma el experto.
El presidente electo, Donald Trump, ha asignado a Elon Musk un papel en su nueva administración con el objetivo dereducir el gasto público a través del recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental. Aunque aún no se han detallado las funciones específicas de esta iniciativa, proyectos como el SLS podrían estar bajo su revisión.
Cancelar el SLS, sin embargo, requeriría el apoyo del Congreso, donde los republicanos solo tendrán una escasa mayoría. "El SLS ha sido un proyecto bipartidista y muy popular", señala Laura Forczyk, de Astralytical, lo que significa que podría ser difícil tomar medidas de manera inmediata. "Los fondos destinados al SLS benefician tanto a los contribuyentes como a los votantes de los distritos clave del Congreso, donde se desarrolla el cohete. Todavía no sabemos cuánto peso tendrá la influencia de Elon Musk en este proceso", añade la consultora.
Es probable que el cohete realice al menos el lanzamiento de Artemis II el próximo mes de septiembre, pero la incertidumbre aumenta más allá de esa fecha. "En mi opinión, lo más sensato sería cancelar el SLS después de Artemis III", afirma Forczyk.
Este escenario podría tener importantes repercusiones para la NASA que irían más allá del futuro del SLS. La cancelación del cohete abriría un debate más amplio sobre el presupuesto total de la agencia, actualmente establecido en 25.400 millones de dólares (unos 24.170 millones de euros), lo que la convierte en la agencia espacial mejor financiada del mundo. Esto no solo cubre el desarrollo de cohetes y misiones como el SLS, sino también diversas actividades científicas, incluyendo astrofísica, astronomía, estudios climáticos y la exploración del sistema solar.
"Si se cancela el SLS, también se pondría en peligro el presupuesto actual de la NASA", afirma Tripathi. "Una vez que se recorten esos fondos, será difícil que vuelvan a alcanzar los niveles actuales. Hay que tener cuidado con lo que se desea", observa el exdirector de misiones de SpaceX.