La multa impuesta por la FCC a Dish, la empresa de televisión estadounidense, ayudaría a poner en marcha el mercado de soluciones a la basura espacial
Acabamos de dar un gran paso hacia la limpieza de la basura espacial.
El lunes 2 de octubre, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) de EE UU emitió su primera multa por desechos espaciales, ordenando a Dish, proveedor de televisión estadounidense, el pago de 150.000 dólares (142.043 euros) por no haber trasladado uno de sus satélites a una órbita segura.
"Sin duda, es un momento simbólico para la reducción de escombros", afirma Michelle Hanlon, abogada especializada en temas espaciales de la Universidad de Mississippi (EE UU). "Es un gran paso en la dirección correcta".
No obstante, podría ser algo más que un gesto simbólico de la FCC. No solo sienta un precedente para hacer frente a quienes dejan basura peligrosa en órbita alrededor de la Tierra, sino que podría mandar un mensaje a la industria. Ya que otros operadores de satélites temen que su reputación se vea empañada. Aunque la multa de 150.000 dólares impuesta por la FCC fue modesta, redujo en más de un 13% el precio de las acciones de Dish, con lo que la valoración de la empresa bajó de casi 3.000 millones de dólares (2.830 millones de euros) a 2.600 millones de dólares (2.452 millones de euros).
"Es una cuestión interesante saber qué efecto tiene una multa de esta magnitud en un mercado potencial de servicios de retirada de escombros", afirma Christopher Newman, abogado especializado en asuntos espaciales de la Universidad de Northumbria (Reino Unido). En 2021, Northrop Grumman, la empresa aeroespacial estadounidense, repostó un satélite en órbita geoestacionaria para prolongar su vida útil por primera vez.
Unos días más tarde, el gobierno japonés encargó a Astroscale la retirada de un satélite inoperativo de su órbita. Newman afirma que estas empresas de retirada de escombros han tenido dificultades para encontrar clientes de pago, pero la acción contra Dish por parte de la FCC podría cambiar la situación. "Ahora se ha advertido a las empresas que serán responsables del incumplimiento de las licencias", afirma Newman. "Eso debería estimular un debate entre estas dos industrias".
Otra esperanza es que la multa de la FCC anime a otros países a seguir su ejemplo con sus propias medidas coercitivas contra la basura espacial. "Envía el mensaje de que EE UU asume el liderazgo en este ámbito", admite Newman. "Con esto empieza a rodar la bola".
En la actualidad, hay más de 8.000 satélites activos, casi 2.000 satélites muertos y cientos de cohetes vacíos orbitando la Tierra. Gestionar estos objetos y evitar colisiones es una tarea ingente, y más compleja a medida que crece el número de satélites. La gravedad de la situación se debe en gran medida a las megaconstelaciones de cientos o miles de satélites de empresas como SpaceX y Amazon, diseñadas para transportar internet a cualquier rincón del planeta.
"La densidad de satélites que viajan a varios kilómetros por segundo es muy alta", afirma Samantha Lawler, astrónoma de la Universidad de Regina (Canadá). "Si se produce una colisión en órbita, podríamos perder la capacidad de utilizar la órbita terrestre baja".
Aunque no existen leyes formales para eliminar la basura espacial en EE UU ni en ningún otro país, la FCC y otros organismos reguladores nacionales que aprueban el lanzamiento de satélites empiezan a adoptar directrices para evitar que las organizaciones abarroten el espacio. Ahora, la FCC tiene una norma con un límite de cinco años para retirar los satélites en órbita terrestre baja -es decir, a menos de 2.000 kilómetros sobre la superficie del planeta- una vez finalizada su misión.
En el caso de los satélites situados en órbitas más altas, no siempre es posible su retirada. EchoStar-7, el satélite de Dish lanzado en 2002, estaba en órbita geoestacionaria, a unos 35.000 kilómetros sobre la superficie terrestre. En 2012, Dish acordó un plan con la FCC para trasladar su satélite 300 kilómetros más arriba, a la llamada "órbita cementerio", donde los satélites desaparecidos orbitan la Tierra lejos de otros satélites. Sin embargo, en 2022 Dish reveló que al satélite solo le quedaba combustible suficiente para alcanzar una órbita de unos 122 kilómetros, lo que dio lugar al acuerdo negociado con la FCC.
"El acuerdo incluye una admisión de responsabilidad por parte de la empresa y un acuerdo para adherirse a un plan de cumplimiento y pagar una multa de 150.000 dólares (141.420 euros)", explicó la FCC en un comunicado. Un portavoz de Dish declaró a MIT Technology Review que la empresa "tiene un largo historial de vuelos seguros con una gran flota de satélites y se toma en serio sus responsabilidades como licenciataria de la FCC". También añadió que la FCC "no expuso ninguna conclusión específica de que EchoStar-7 plantee ningún problema de seguridad de desechos orbitales".
Hanlon no considera que la multa sea suficiente. Sin embargo, afirma que lo más importante es que Dish haya admitido su responsabilidad. Si EchoStar-7 choca con otro satélite, la empresa podría enfrentarse a nuevas acciones legales.
Además, un portavoz de la FCC dijo a MIT Technology Review que la agencia podría multar con más de 150.000 dólares a los infractores de la normativa sobre residuos espaciales en el futuro. "Se trata de una sanción establecida como parte de un acuerdo negociado", explicó el portavoz. "No es indicativa de una cantidad de decomiso".
En el pasado ya se han emprendido acciones legales en el espacio. En 1978, Canadá demandó a Rusia por los restos que cayeron sobre su territorio procedentes de un satélite nuclear y llegó a un acuerdo por más de 2 millones de dólares (1,9 millones de euros). En 1979, Esperance, ciudad australiana, multó de manera jocosa a la NASA con 400 dólares (377 euros) después de que cayeran en la región trozos de Skylab, su estación espacial. Finalmente, en 2009 un locutor de una radio estadounidense pagó la multa. En 2018, la start-up estadounidense Swarm Technologies fue multada con 900.000 dólares (849.000 euros) por la FCC tras lanzar satélites sin permiso.
No obstante, muchos incidentes siguen sin resolverse. En 2009, un satélite activo de la empresa tecnológica de EE UU Iridium se estrelló contra un satélite ruso inactivo, explotando en miles de fragmentos de metal. Nunca se llegó a un acuerdo. El gran número de satélites inactivos y cohetes vacíos en órbita en la actualidad implica que el riesgo de nuevas colisiones sigue siendo alto. "Es un problema", afirma Hugh Lewis, experto en Desechos Espaciales de la Universidad de Southampton (Reino Unido). La nueva disposición de la FCC a tomar medidas puede significar que los operadores de satélites "tengan que poner en marcha planes para asegurarse de que las naves espaciales salen de órbita con éxito".
Hanlon afirma que podrían tomarse otras medidas para disuadir a las empresas de deshacerse de los satélites de manera inadecuada. "Me encantaría que, si no cumples los requisitos de tu licencia, te prohibieran lanzar satélites durante varios años", asegura. "Si conduces bajo los efectos del alcohol te pueden retirar la licencia. Ese es el tipo de medidas que necesitamos".
Chris Johnson, asesor en Derecho Espacial de la Fundación Mundo Seguro (EE UU), afirma que la pérdida de reputación de Dish por la situación del satélite podría ser peor que cualquier multa que pudiera haber recibido. "Prometieron retirarlo y no lo hicieron", afirma Johnson. "Es como si pusieran una multa por exceso de velocidad al primer operador de un coche".
La caída del precio de las acciones de la empresa parece ser indicativa de ese daño reputacional. La multa podría haber sido más severa, pero las acciones de la FCC pueden verse como una advertencia a otras empresas para que hagan frente a su basura espacial. "Esto va a quedar en su historial y en su reputación", concluye Johnson. "No es trivial".