Todos sus detalles están pensados para ganarse nuestra confianza, desde su imagen de ojos grandes y tamaño pequeño hasta sus limitadas funciones. Pero, ¿qué pasará cuando los más pequeños lo confundan con un ser vivo o empiecen a recibir publicidad de su nuevo amigo?
El 28 de septiembre, Amazon presentó Astro, su "robot doméstico". El vídeo de lanzamiento promete que el autómata de 999 dólares (860 euros), con dos ruedas y una pantalla rectangular que muestra dos orbes para los ojos, podrá hacer cosas como vigilar la casa o unirse a improvisadas fiestas de baile.
Como se trata de Amazon, hay buenas razones para dudar, especialmente porque Astro es básicamente una cámara sobre ruedas gigante que observará todo lo que hacemos. Entonces, ¿por qué alguien querría tener uno en su casa? La razón radica en cómo funcionan nuestros cerebros. Muchos años de investigación en robótica e iteraciones anteriores de asistentes robóticos y mascotas (o "robopets") han demostrado que la gente no puede evitar enamorarse de ellos.
Los propietarios pueden apegarse ferozmente a sus robopets. En una revisión de estudios de 2019, los científicos descubrieron que, al igual que las mascotas reales, los robopets, como Paro (la foca robótica), Justocat (el gato robótico), Aibo (el perro robótico) y Cuddler (el oso robótico), reducían la depresión y mejoraban el bienestar de personas mayores que los acariciaban felizmente a pesar de ser plenamente conscientes de que no eran animales reales. Una mujer lo explicó así: "Sé que es un objeto inanimado, pero no puedo evitar amarlo".
No se trata solo de los robopets. Varios estudios y anécdotas han demostrado que, la la aspiradora autopropulsada con forma de disco Roomba a menudo se considera "parte de la familia" e incluso se le puede asignar un género y un nombre. Cuando se desconectaron los servidores que alimentaban a Jibo, uno de los primeros "robots sociales", algunas personas lloraron. El perro robot de Sony, Aibo, era completamente inútil, pero, algunas personas celebraron funerales para ellos cuando al final se desactivaron después de que Sony suspendiera esa línea de producción.
¿Por qué hacemos esto? Todo comienza con la confianza, según el especialista en computación de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA en EE.UU.) Mark Edmonds, quien ha estudiado por qué los seres humanos confían en los robots y explica que, por defecto, tendemos a confiar en las máquinas para que hagan lo que han sido programadas para hacer. Eso significa que las máquinas deben mantener la confianza en vez de generarla.
La confianza tiene dos niveles en el caso de Astro. A nivel superficial, existe la confianza de que Astro seguirá los comandos de manera eficiente y adecuada. El problema más profundo en cuanto a la confianza con el que se enfrenta Amazon es su volátil historial en el tema de vigilancia y la privacidad, especialmente porque Astro se usa principalmente para vigilar el hogar. Pero Edmonds cree que algunos usuarios estarían dispuestos a ser menos críticos con ese segundo y más escalofriante problema de confianza si Astro simplemente hace lo que se le dice. "Astro primero tiene que conseguir la funcionalidad adecuada, antes de la intimidad. La funcionalidad es una dimensión técnica más difícil", opina Edmonds.
Puede parecer complicado conseguir que las personas confíen en Astro, pero Amazon ha incorporado algunos elementos de diseño claves, comenzando por sus "ojos". A Astro no se podría considerar bonito, porque su "cara" es en realidad solo una pantalla con dos círculos, pero los círculos recuerdan a los ojos ampliados y sus dimensiones son de un niño o de un animal bebé.
Los robopets se diseñan desde hace mucho tiempo con ojos gigantes y boca llamativa para volverlos instantáneamente adorables para el cerebro humano. A principios de la década de 2000, la investigadora del MIT, Sherry Turkle, comenzó a estudiar a los niños que interactuaban con Furbies. Descubrió que, aunque sabían que eran juguetes, desarrollaban un profundo apego a ellos, gracias en gran parte a su apariencia física.
En un estudio de seguimiento de 2020, Turkle escribió que los ojos del robot terapéutico Paro hacen que las personas se sientan comprendidas e "inspiran [una] relación... no basada en su inteligencia o conciencia, sino en la capacidad de tocar ciertos botones 'darwinianos' en las personas (haciendo contacto visual, por ejemplo) que hacen que los usuarios respondan como si tuvieran una relación".
Los niños pueden ser especialmente propensos a sentir que Astro tiene capacidad de relacionarse con ellos. La profesora asistente de la Universidad de Louisville (EE. UU.) Judith Danovitch, que estudia cómo los niños interactúan con Alexa, asegura que la altura, los ojos y el aspecto dulce de Astro son definitivamente "señales de personalidad", que pueden fascinar y desconcertar a los niños, especialmente a los más pequeños que intentan averiguar cómo interactuar con otras personas.
"Ser autopropulsado es una señal de animación para los bebés. "En el mundo natural, los seres humanos y los animales se mueven por su propia fuerza motriz. Las rocas y otros objetos inanimados no lo hacen. Para los niños pequeños, entenderlo será un desafío", resalta Danovitch.
Astro podría tener un arma secreta para enamorarnos: todavía no está tan avanzado. Vice consiguió algunos documentos filtrados que indican que el robot no es tan hábil como sugiere el vídeo de lanzamiento (Amazon lo niega). Por el momento, puede patrullar por la casa con su cámara incorporada, reproducir música y hacer videollamadas. Puede reconocer en qué habitación se encuentra y distinguir a los compañeros de casa mediante el reconocimiento facial.
Eso es casi todo, por ahora. Pero no es necesariamente negativo. El conjunto relativamente limitado de funciones de Astro podría ser clave para ayudarlo a integrarse en nuestras familias. Varias investigaciones han demostrado que las personas pierden fácilmente la confianza en los robots que tienen dificultades para llevar a cabo sus funciones básicas. "La confianza se rompe cuando las máquinas son irracionales o hacen lo que no esperamos que hagan", señala Edmonds. El hecho de que Astro no pueda hacer mucho podría limitar sus posibilidades de equivocarse (y asustarnos).
"La facilidad de uso es a menudo un indicador más importante de la aceptación de los robots domésticos que su utilidad explícita", afirma la profesora asistente de ciencias de la computación de la Universidad Estatal de Oregón (EE. UU.) Heather Knight, cuya investigación se centra en la interacción entre las personas y los robots. Lo que hace que los asistentes de voz como Alexa sean tan poderosos es que, para usarlos, simplemente hay que enchufarlos y gritar su nombre y un comando.
Amazon claramente ve a Astro como un futuro miembro de la familia. En un correo electrónico la portavoz de Amazon, Kristy Schmidt, escribió: "Creemos que Astro será genial para las familias; como explicamos en nuestra publicación de blog presentando a Astro, 'En las pruebas, nos ha impresionado la cantidad de personas que dijeron que la personalidad de Astro lo hacía como parte de su familia, y que echarían de menos el dispositivo en su hogar al devolverlo'". Hacer que a los niños les guste Astro está incluido en el diseño: Schmidt indicó que Astro es compatible con Amazon Kids, el servicio de Alexa que permite a los niños interactuar y jugar en los altavoces inteligentes de la empresa.
A medida que los robots se arraigan más en nuestras vidas, ese tipo de confusión entre los negocios y lo personal podría crear un complicado conflicto de intereses. Cuando desarrollamos una relación con nuestro robot, ¿cuál es la ética si intenta vendernos algo de su fabricante?
Esto podría ser especialmente problemático para los niños, que no tienen capacidad de entender que la publicidad podría presentar un producto o servicio que no es exactamente como lo que ven en la televisión u otros medios. "Supongo que cuando Amazon intente compartir algo y dar un mensaje persuasivo, se confundirán", opina Danovitch. Eso podría conducir a una avalancha de problemas éticos.
Sin embargo, a pesar de todo esto, es probable que recibamos alguna versión futura de Astro en nuestros hogares y caigamos en la trampa, porque somos humanos y eso es lo que hacemos.